Capítulo 8

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Leo

-¿Está seguro?

-Sí.

-Leo, todo bien, pero...esto no es muy maduro de tu parte.

-Déjalo, déjalo. Será entretenido. Yo te apoyo -me giñó un ojo Ben.

-Gracias-miré a Henry -. Le dijo mujerzuela. Subió un vídeo que la comprometía, solo por...da igual. Esto es más maduro que lo que ella hizo.

- Dijiste que la chica no te importaba. Te estás tomando demasiadas atribuciones para alguien que no te importa, ¿no crees?

-Esto va más allá de importarme o no. Lo sabes. La quiero lejos de mí, pero la defenderé si es necesario.

Los dos asintieron en silencio y yo toqué timbre.

No haría gran cosa, solo mantener una conversación con la madre de Alma. Estuve averiguando antes de hacer esto. Y la información que tenía, comprometía demasiado a la chica. No estaba ahí para extorsionar a nadie, solo para comentar lo sucedido, y de paso, avisar que, si vuelve a meterse con ella...

-La denuncio. Tranquilamente podría hacerlo, pero quiero darle una oportunidad. Como verá, no es algo digno, pero supongo que le servirá como enseñanza.

-No te preocupes-contestó severa-Yo me encargaré de ella. Gracias Leo por avisarme. Mándale saludos a tu madre.

-Así será.

Padres con dinero y conocidos. Hijo que consigue, la mayoría de las veces, lo que quiere. No está bien usarlos, pero...esto lo ameritaba.

-Creí que mentirías-confesó cuando salí y ella se despidió cerrando la puerta-. Y usar a tus padres. Vaya que eres listo.

-Gracias, Ben, es un don-admití orgulloso.

-¿A dónde lo llevo ahora?

-A la librería más cercana.

-¿Librería? -preguntaron al unísono con la misma cara de estupefacción.

-Así es, ¿cuál es el problema? -saqué mi móvil para leer los mensajes.

-¿Y tú desde cuándo lees?

-Desde que quiero-los miré-. Ya dejen su cuestionario y Henry, llévame-di por zanjada la conversación.

Quince minutos después estábamos frente a la librería más grande de la ciudad, sería la primera vez que entraría dado que jamás le he prestado atención al pasar por aquí.

Al ingresar, comencé a observar cada nombre, y género, y no tenía idea de nada, la mitad de los autores presentes eran desconocidos para mí. Y como si la suerte hubiera estado de mi lado-de verdad lo estaba-, en la sección de suspense, la vi.

Me acerqué sigilosamente hasta quedar detrás de ella y le susurré:

-¿Qué estás haciendo?

Cerró el libro rápidamente dando un pequeño salto en el lugar. Cuando me vio no supe descifrar lo que pasaba por su cabeza, se mantuvo imperturbable.

-Te odio.

Cómo no podía ser de otra manera.

-Me lo has dejado en claro demasiadas veces-repliqué cruzándome de brazos.

-¿Qué haces aquí, Leo?

-Lo mismo que tú, ¿no es obvio?

-Sí, ajá, ¿y desde cuándo lees?

-Lo hacía.

-Algo que vaya más allá de una tarea de la escuela.

-Decidí darle una oportunidad. Nunca es tarde-me encogí de hombros.

Perfecta para tus ojos ✅ [NUEVA VERSIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora