LeoMe dolió y francamente no sé por qué. Verla desolada, quejándose y llorando por algo que....que no tenía que ver.
Me recordó a aquella tarde. Aquel día dónde le hice la cruz a los culpables de la muerte de mi primo y mis tíos.
—No...
—¡No! ¡No por favor!
Me acerqué a ella y la tomé en brazos. Pataleaba exigiendo que la suelte, pero hice caso omiso, la única cosa que le juré a mi primo y la cumpliría.
Entre ella que gritaba para que la dejase, y la imagen de él inconsciente en el suelo, desangrando.
—¡Basta!—grité con una voz que ni yo reconocí cuando logré alejarla de todo—¡Cálmate!
—¡No! ¡No! ¡No!—golpeaba mi pecho.
Sentía como la tela de mi vestimenta se humedecía a medida que me caían las lágrimas.
Lo perdí. Perdí a mi hermano. A mi mejor amigo. Mi compañero. Mi confidente. Perdí al único integrante de la familia que realmente valía la pena.
—¡Lo necesito!—seguía ella.
—Calma, estás conmigo ahora—seguía susurrándole a medida que su llanto disminuía.
—No...no quiero, ya no quiero nada. Estoy cansada—musitó casi sin voz—, no puedo más.
—No digas eso, Kiraz—la aferré a mi cuerpo aún más—. Cuenta conmigo, aquí me tienes, ¿si?
«Ya perdí suficiente para perderte a ti también»
El corazón se me oprimía por verla así y no poder calmarla.
—Kiraz, necesito que....que pares porque es absurdo. Es absurdo que te digas esas cosas que son mentiras.
—No me conoces, no has visto mi cuerpo.
—¿Entonces qué estuve viendo hasta el momento?—fruncí el entrecejo separándome de ella.
—No te hagas—sorbió su nariz.
Llevé una de mis manos hacia la parte baja de sus ojos quitándole alguna de las lágrimas que expulsó.
—Mírame—pedí con voz suave—. Kiraz, veme.
No supe que decir, las palabras no me salían, nunca fui bueno con ellas, así que dejé que mi cuerpo reaccionara, sabía que no sería bueno, que estaría tomándome atribuciones que no me correspondían, pero las ansias por hacerlo, por quererla proteger, cuidarla, abrazarla, eran más grandes.
Fui más allá de lo debido, pasé la línea de lo correcto, aunque, para ser sincero, creo que desde la noche en la que dormimos juntos, y ella abrazada a mí todo el tiempo, las cosas fueron diferentes.
Besé su frente cerrando mis ojos por inercia cuando mis labios la tocaron. Ella llevó sus manos hacia las mías que posaban en sus mejillas.
¥¥¥
—¿El camino?
<<No te hagas>>
—No te hagas.
—Explícate, entonces.
—El hecho de que tengan esta relación.
—¿Empleada-dueño?Él largó grandes risotadas y quedé un tanto confundido por aquella reacción.
—Sí, claro.
—¿Y tú de que vas?
—Nada, nada. Ustedes dos tienen de trato laboral, lo que yo tengo de cocinero. Ya pasaron esa etapa, Leo, no me jodas, van más por la amistad que otra cosa.
—Mentira—mascullé.
—Verdad—contradijo—. Y de ser así, no veo el problema.
—Yo tampoco—me encogí de hombros.
—Quizá hasta pasen a algo más —terminó por lo bajo pese a que lo escuché.
Decidí ignorarlo y volver mi vista hacia el móvil.
No podía pasar nada más, teníamos que acabar ahí. Yo no podía fijarme en ella. No era correcto, no era debido.
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Perfecta para tus ojos ✅ [NUEVA VERSIÓN]
Non-FictionEl amargado. La quejosa. Él con sus secretos. Ella con los suyos. Él con el ego por los cielos. Ella con millones de dudas. Y aún así, esta.....es su historia. © Todos los derechos reservados Queda totalmente prohibido copiar, manipular y/o extraer...