Capítulo 33

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La señora Grettel se alejó dejando a su hijo y esposo atrás con los demás presentes.

Caminó hasta encontrarse con su madre, a la cual no pudo tratar con delicadeza luego de presenciar cómo sacaba a una chica sin piedad, de la ceremonia.

—¿Se puede saber que has hecho? —masculló.

—¿Vas a defenderla? Ni la conoces?

—¿Y tú sí?

—Decía ser la novia de mi Mark.

—¿Y quién te piensas que eres para echarla?

—Era una oportunista, y es mejor que lo entiendas hija, tú más que nadie—sonrió con ironía.

—¿A dónde quieres llegar?

—¿Viste sus fachas? Mark no saldría con alguien así, eso está claro.

—Lo único claro aquí es lo mal que estás de la cabeza—despotricó en susurros.

—Cuidado en cómo me hablas, soy tu madre.

—Por desgracia—acabó con desdén para pegarse la vuelta y volver con su familia.

—¿Sabes? Mirco jamás me gustó para ti.

—Vaya—giró sobre sus mismos pies—, creí que los adinerados eran de tu agrado.

—Lo eran, hasta que se empezó a juntar con la gente equivocada.

Grettel, enfurecida, no pudo callarse.

—No lo justifiques.

—Grettel...—su voz fue un tanto amenazadora.

—¡No! No puedes justificar un trato como aquel.

—¿De verdad? ¿Hay pruebas de aquello? Pues no. La mocosa lo tiene todo. Lo tenía todo. El único error fue que Aimara fingiera que su esposo la maltrataba, para colmo luego se suicidó y...

Pero la mano de Grettel ya había estallado en la mejilla de su madre. Antes que pudiera hacer algo, le agarró la muñeca, se acercó a ella, y muy claramente le dijo:

—Una cosa más que digas de ella, o de su hija, y...

—Y ¿qué?, aprende a defender a tus hijos, antes que los ajenos.

—¿Qué pasa? Me aconsejas algo que claramente en ti no aplica. Mark no era tu hijo.

—Y Leo tampoco es el tuyo. Y aun así...

Ella se heló y miró hacia todos lados asegurándose que nadie las estuviera escuchando.

—¿Qué quieres? Aléjate de mi hijo, porque no respondo —escupió con ira—. Madre es quién educa, no quién pare. Cierra tu maldita boca.

Su progenitora intentó abofetearla, pero Grettel lo impidió a tiempo, no es como si su madre jamás le hubiera pegado.

—Cuídate hasta de mí, Grettel, no vaya a ser cosa que se me escape alguna información frente a Leo y acabe por odiarte. Vendrá a mí en menos de nada.

Poco a poco iba partiéndose, pero se mantenía firme. No lloraría, no frente a su madre.

—No lo sabes—dijo altanera.

—¿Quieres probarme? —arqueó una ceja pese a que tuviera lentes de sol—. Estaré vigilando a tu supuesto hijo, apenas hagas un paso en falso permitiendo que una igualada se meta con él, lo pierdes ¿Te enteras? Él no es mi nieto, su sufrimiento me es indiferente.

Perfecta para tus ojos ✅ [NUEVA VERSIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora