Capítulo 24

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Kiraz


—¡Ella se quedará con nosotros!

—¡No! ¡Esa mocosa no ha hecho más que traer problemas!

—¡Está sola y es nuestra nieta!

—¡No es nada mío! ¡Por su maldita culpa mira dónde acabó nuestra hija! —voceó—¡Olvídalo, aquí no se queda!

—¡Pues vete entonces, pero Kiraz vivirá aquí!

Me encierro en la habitación escondiéndome bajo las mantas. El abuelo tiene razón, todo esto es mi culpa. Soy una tonta. Llevo una semana aquí y la discusión se repite como si se tratara de un casete.

La puerta se abre dándole paso a mi abuelo. Está furioso. Se acercó hasta a mí, me apretó las mejillas a la vez que decía a regañadientes:

—Por tu culpa mi hija murió. Y cuando mi mujer lo haga, no dudes que te pondré de patitas a la calle. Asesina.

Cambié de posición.

¡Kiraz!

—Abuela—chillé cuando el auto estalló con el poste.

—No.…—susurré a duras penas.

—¡No! —supliqué a medida que me jalaba del cabello hasta empujarme a la calle.

—¡Tienes 15 años, Kiraz! —vociferó mi abuelo—. Ya estás lo suficientemente grande para subsistir. Mataste a tu madre hace siete años y como no te bastara, también lo has hecho con tu abuela ¡Eres una maldita! —cerró la puerta.

Si abría mis ojos, ya no volvería a dormir, pero si no los abría, seguiría sumida en esos estúpidos recuerdos. Así que, preferí hundirme en mi propia mierda, que estar somnolienta todo el día.

—¡No lo sé, Mark! ¡Me da igual! ¡Él no es mi abuelo! ¡Es un hombre que no hizo más que golpearme!

—Calma...

—¡No! ¡Mírame! — me señalo—¡Mira esto! ¡Mis piernas gordas! ¡Mis estúpidas caderas! ¡Tuve que subir de peso para que él no me mirara! ¡Para que le diera asco!

—Kiraz—seguía pacífico intentando controlar la situación.

—Yo...la maté—sollocé cayendo de rodillas —. Fue mi culpa que mi madre muriera.

Él me rodeó con sus brazos. Correspondí el abrazo, pero ese momento se repetía. Los gritos de mi padre insultándome a medida que caía. Esos minutos en los que agonizaba hasta cerrar por completo sus ojos.

No me dolió, no sentí remordimiento. Pero con mamá…con ella me odio todos los días, porque él fue una mierda conmigo, pero ella no se merecía acabar así.

<<No. Abras. Los. Ojos>>

Perdón, no debí hablar, mamá—lloré en su tumba.

—¡Ya estuvo bien! —me senté enojada.

Inspeccioné a mi alrededor, estaba en la casa de Nani. Agradecí que la luz no se cortó, pero la tormenta no cesaba. Me levanté acercándome hasta la ventana y miré el cielo, los relámpagos y la lluvia caer.

Perfecta para tus ojos ✅ [NUEVA VERSIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora