Kiraz
No entendía la actitud tan extraña que había tenido la Reina Roja, solo sabía que apenas ella se fuera, yo lo haría también.
Aproveché que Henry y Leo hablaban en el estudio para salir.
Cuando estaba a las afueras, ya alejada, veo al chófer de Leo subir a su coche.
Caminaba por la acera, lamentablemente la luz se había cortado, por lo que todo estaba oscuro. Saqué mi gas pimienta por cualquier inconveniente. Mi móvil sonaba, pero no iba a usarlo, solo rogaba que mis pies fuesen más rápidos para llegar a lo de Nani.
Una vez en su barrio, respiré tranquila ante la luz que había, pero de todas formas a pasos rápidos y largos, me acerqué a su casa.
La sorpresa que me llevé es que no fue ella quien me atendió, no, quien me había abierto la puerta fue un hombre.
Alto.
¿1, 90? Quizá.
—¿Cuánto mides? —pregunté boquiabierta.
Exacto. Podría preguntarle dónde estaba Nani, o quién era y que hacía aquí. Sin embargo...
Él largo meras risotadas dejando lucir sus dientes blancos...
—Me agradas —dijo al fin.
—Lo siento, pero ya, de verdad, quiero pasar.
—Sí, claro, perdón—se hizo a un costado.
Cuando cerró la puerta y colgué mi abrigo, Nani gritó saludándome desde el comedor.
Fui con ella con una amplia sonrisa en los labios y me abrazó. El perfume del extraño se hizo presente.
Me di vuelta y él sonrió sutilmente. Me habría incomodado la manera en la que me veía, pero la realidad era que...no me daba miedo, al contrario, fue…fue raro.
—¿Qué tanto miras? —me crucé de brazos.
—Kiraz—me codeó Nani—, respeta, chica. El señor vino aquí a presentarse.
—Pues que lo haga. Mudo no es, me lo ha dejado claro con sus risas.
—Solo...me recuerdas a alguien—negó con una sonrisa.
Sí, bueno, locamente, él me resultaba familiar, pero no lograba recordar de dónde.
—Y ya te dije, Nani, dime Alex.
—¿Alex…? —esperé que completara.
—Solo Alex—respondió.
—Kiraz, ¿le avisaste a Leo que llegaste?
¡Mierda! ¡El móvil me sonaba y yo no lo cogí!
Salí de allí y me dirigí al pasillo. Saqué mi celular y abrí el chat.
—Mido uno noventa—habló una voz por detrás.
Volteé a verlo. Había un extraño en la casa de Nani y yo no tenía miedo. Es decir…algo había en él que me generaba calma.
—Okay....
—Soy tu nuevo vecino—sonrió.
—El de Nani—corregí.
—Ya me entiendes.
Se pegó la vuelta volviendo con la mujer y yo desbloqueé mi móvil para escribirle.
—Estoy en lo de Nani. Perdón que no te avisé.
Iba a guardarlo cuando él me llama. Claramente, ¿De verdad creí que él iba a conformarse con un simple mensaje de texto?
—Me asustaste.
—Lo sé, lo siento.
—¿Ella está durmiendo?
—No. Tiene visitas.
—¿Quién?
—Pues él dice ser el nuevo inquilino de al frente. Está conociendo la zona y los vecinos.
—¿Tienes miedo?—Extrañamente…no.
Ojeo nuevamente al extraño y sigo hablando.
— Voy a quedarme unos días aquí, Nani necesita ayuda con la casa ahora que se dedica a realizar un vestido de novia, así que....—¿Es por lo de tu novio? Por qué lo siento ¿De acuerdo?
—Ver a esa señora simplemente....
—¿Todo bien? —apareció Alex.—Sí—sonreí con melancolía— solo....
Volví a la llamada.
—Leo. Debo colgar ¿Sí? Mañana te hablo.
—Va. Adiós, quejosa.
—Adiós, amargo.
Me di vuelta y él seguía ahí. Cruzado de brazos y con esa estúpida mirada comprensiva.
—¿Por qué haces eso? —le dije guardando mi móvil.
—¿Hacer qué?
—Mirarme así —bufé hastiada—¿Sabes qué?, no quiero saberlo—pasé por su costado para ir con Nani pero ésta última salió de la cocina.
—Bueno—carraspeó él—. Debo irme.
—¿Tan pronto? —preguntó la de dobles intenciones.
—No se preocupe, sabrá de mí. Además, ahora somos vecinos, ¿no?
—Lastima, pero espero que se repita.
Yo masajeaba mis cejas, lo peor es que cuando Nani se proponía algo, iba contra viento y marea.
¿Y ahora?
¡Ahora se quería tirar al vecino!
—Acompáñalo, Kiraz.
Eso hice mientras ella volvía a sus cosas.
Abrí la puerta y se quedó observándome fijamente.
—Vale, deja de hacer eso. Hablo en serio.
—¿Mirarte? —preguntó—Es imposible cuando eres igual a ella—pude notar la tristeza en su voz.
—¿A quién?
No dudó en responder seguro, pero también con melancolía.
—Al amor de mi vida.
Me quedé petrificada en la puerta, con la mano en el pomo de ella y viendo cómo aquel hombre, que seguro rondaba en los cincuenta, cruzaba a la calle vecina.
¿Al amor de su vida?
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¿Cortito, verdad? Creo que tiene lo justo, o al menos para mí que me encanta dejar finales así.
Veré si puedo subir otro más tarde.
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Perfecta para tus ojos ✅ [NUEVA VERSIÓN]
No FicciónEl amargado. La quejosa. Él con sus secretos. Ella con los suyos. Él con el ego por los cielos. Ella con millones de dudas. Y aún así, esta.....es su historia. © Todos los derechos reservados Queda totalmente prohibido copiar, manipular y/o extraer...