Capítulo 22

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Kiraz

Llegué a la casa de los Renner a la mañana siguiente, creí que todo sería un caos dado que la semana entrante se irían de viaje y solían organizarse con anticipación. Sin embargo, todo estaba muy pacífico, y silencioso, algo poco usual teniendo a Morgan como compañera de trabajo.

Dejé mis cosas colgadas y no esperé tanto para ir a limpiar. Me coloqué mis audífonos y puse play haciendo que " In the name of love" sonara.

Cuando la canción caducó oí unos fuertes aplausos, me quité mis audífonos dándome vuelta.

—Ey—sonreí.

—Hola, ¿cómo estuvo la noche?, y si me dices que mal, no te creeré porque esa sonrisa no está de acuerdo.

—Bien, normal.

—Bien, normal—se burló—. Bastante agitada, diría yo. Excitante e interesante.

—¿Qué quieres, Willy? —me crucé de brazos.

—Y no se te borra la sonrisa. ¡Madre mía! ¡Qué buen trabajo hizo el hombre!

¡Willy!

—¿Sabes?, siempre quise eso para ti. Un hombre que sepa lo que hace, que no sea virgen.

—¿Cómo sabes que...?

—¿Qué él no es virgen? Tiene veintisiete, previamente novias y, dicho sea de paso, no me lo estás negando.
—Yo...

—Lo que quiere decir que anoche se dieron como cajón que no cierra y, no obstante, como tampoco negaste eso, deduzco que estas píldoras te pertenecen a ti—me las extendió—, se te cayeron cuando entraste.

—No son mías.

—Morgan es lesbiana, yo no las tomo, y no le eches la culpa a los dueños de esta casa porque te daré con una sartén.

—¿No hueles eso? ¿La comida quizá? ¿No sé estará quemando?

Me sacó la lengua y se fue luego de mostrarme el dedo corazón.

Salí de la habitación riendo por lo bajo, eso fue vergonzoso, jamás creí que tocaría, aunque sea, el tema con alguien.

Ingresé al servicio y la sonrisa desapareció al verlo, no porque fuese un desastre, por el contrario, los señores Renner siempre fueron muy pulcros en eso, más bien por el recuerdo de lo que había pasado horas antes.

Me coloqué frente al excusado y antes de empezar a limpiar, me vi invadida por un recuerdo.

—¿Cómo se hace?

—Es fácil.

—Cállate.

—Pero es ella quien quiere aprender ¿Por qué me lo dices a mí?

—Tú le das la idea, cierra la boca.

—Como si tú no lo hicieras.

—Ya no, empecé con un terapeuta y estoy mejorando.

—Pura mierda. Eso no sirve, con ellos lo único que harás es volver a subir de peso, mírate, ya no sé quién eres.

Yo permanecí callada, no es como si nunca se hubieran dicho eso, o al menos cosas similares.

—Como sea, Kiraz. Ve al servicio, enciérrate y has todo lo que te diga.

—Increíble—se paró nuestra amiga para dejarnos solas.

Perfecta para tus ojos ✅ [NUEVA VERSIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora