Bueno paso a decir que solamente llego a corregir una palabra mal escrita. Pero en realidad, como estaba escrito lo estoy publicando otra vez. Así que espero que no me lo borre.
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Leo
Habíamos pasado a la cama, no sé cómo ni en qué momento, pero daba igual.
Mi intención no fue ser silencioso ni que ella lo sea, de hecho, estaba muy lejos de querer eso, así que Kerem, o se iba, o escuchaba como lo hacía con su hermana. Y, creo yo, que a nadie le gustaría escuchar gemidos ajenos, no cuando no es uno quien los provoca. Supongo que, siendo una persona bastante capaz de razonar, se iría.
Estábamos acostados, cubiertos por una sabana. Apoyaba su mejilla en mi pecho y mi mano rodeaba su cintura. La habitación silenciosa, y nuestras respiraciones ya habían vuelto a la normalidad.
—Tengo hambre—dijo de pronto, y eso me tensó dado que, en el hospital, nos habían dicho que, gran parte de su extensa recuperación, se debió a las defensas bajas y falta de alimentación.
Descubrieron también, que se provocaba el vómito. Y jamás dejó huellas de eso en sus dedos, así que…
—Me alegra oír eso—besé su coronilla.
—Pero algo liviano—me miró—, ya comí suficiente por hoy.
—Liviano entonces.
Volvió a mirar hacia adelante bajando su cabeza.
—Perdón.
—¿Por qué?
—Por toda la mierda que hice, yo…no quería que se enteraran—acabó en un susurro, como si fuera más para ella que para mí.
La senté arriba mío y antes de que pudiera decir algo, la besé.
—Lo importante es que estás dispuesta a mejorar—pasé mi boca por su cuello, y ella giró su cabeza para tener mejor acceso.
Así que sí. De un momento a otro, volví a besarla, y fuimos más allá. Regresamos con ese patrón que jamás iba a terminar. Su cuerpo debajo del mío. Nuestros movimientos siguiendo el mismo ritmo, y esos besos que estaban lejos de ser románticos.
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Fuimos a un restaurante cerca. Todo iba de maravilla, hasta que trajeron la cena y ella jugaba sin probar bocado.
No de nuevo.
—Ey, mírame, ¿qué sucede?
—No puedo —elevó su quijada hasta que nuestros ojos se encontraron, entonces vi, vi como retenía las lagrimas.
Me levanté y rodeé las m,esa hasta colocarme a su lado. Apoyó su cabeza en mi hombro y yo la atraje más hacia mí.
—¿Qué no puedes?
Me abrazó, así que bajé la mirada, percatándome de sus ojos cerrados con fuerza.
—Kiraz, abre tus ojos.
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Perfecta para tus ojos ✅ [NUEVA VERSIÓN]
Non-FictionEl amargado. La quejosa. Él con sus secretos. Ella con los suyos. Él con el ego por los cielos. Ella con millones de dudas. Y aún así, esta.....es su historia. © Todos los derechos reservados Queda totalmente prohibido copiar, manipular y/o extraer...