Capítulo 64

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Leo


Controlaba, probablemente por enésima vez, que estuviera todo.

—Leo, cálmate.

—¿Ya están los papeles? ¿Las llaves? ¿No falta nada?

—Sí, hijo—rió mi madre—. Ni cuando tenías ocho te comportabas así.

—Esto es…importante.

—Es dar un gran paso —acarició mi mejilla.

—Aquí hay más cajas. El camión está afuera.

Sacamos todos los libros y los acomodamos.

—¿A qué hora dijiste que salía?

—En eso de la una de la tarde.

—No nos queda tanto tiempo—se sorprendió mi madre intentando descargar más rápido los materiales.

Estaba pintada. Tenía una pequeña cafetería a un costado y otra sección de lectura, como una pequeña biblioteca. Al fondo, justo en el lugar donde Kiraz había señalado, se encontraba la sección especial.

—Mi lugar en el mundo. Me gusta—aceptó mi madre una vez que acabamos.

—Deja que la llame y así iré a buscarla.

Cuando le marqué, me mandó directo al buzón. Esperaría un poco más, en una de esas no lo tenía cerca.

Volví con mis padres y me despedí de ellos. Quería alistarme para cuando todo esté listo.

—Te veo feliz.

—No quiero arruinarlo. Oye, ¿encontraste lo que te pedí? —acomodaba mi camisa.

—Sí. Matias está en una cabaña a dos horas de aquí. Sus padres se la pagaron. Morgan vive con él.

Anudé mi corbata tensando mi mandíbula. Henry sabía lo que iba a hacer. Una herida, solo una herida y que les sirva como aprendizaje.

—¿Seguro que quieres hacerlo?

—No es como  si los fuera a matar, Henry, calma. Solo....les daré un susto.

Me di vuelta, caminé hasta él y luego de palmear su hombro, salí al gran balcón de la sala.

Intenté comunicarme con Kiraz.

Otra vez el buzón.

—¿Qué pasa? ¿Por qué no atiendes?

No. No quería ser esa clase de chico. No quería ser tóxico y controlador.

Me repetí una y otra vez que todo estaba bien y cuando se desocupe, iba a llamarme.

Eran las tres de la tarde. Ella no volvía. Seguía mandándome al buzón. Me comuniqué con Willy, él no tenía idea siendo que no seguía aquí, pero que le avise cualquier cosa.

Kerem. Kerem trabajaba y sabía que hablarle iba a ser en vano.

Nani no sabía nada, pero me dijo que me calmara.

¡No podía calmarme cuando estaba preocupado!

<<Y sin motivo alguno>>

Tiré el artefacto sin más, acostándome en el sofá. Cubrí mi cara con un brazo y suspiré.

<<Todo está bien>>

<<Todo está bien>>

Alguien me llamaba. Rápidamente me puse en pie y atendí sin siquiera fijarme quien era.

—¿Kiraz? ¿Eres tú?

—No, Leo.

—Ah, Angelique. Dime ¿Ella sigue ahí? No contesta mis llamadas y...

Perfecta para tus ojos ✅ [NUEVA VERSIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora