Cuarenta Y Seis

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La luz de la mañana se colaba e iluminaba por todo el salón donde la parejita de adolescentes dormian plácidamente.

Tal y como jungkook le había dicho a seokjin, cuando él dormía en su casa le costaba mucho poder conciliar el sueño pero cuando se quedaba en la casa del castaño. Dormía perfectamente como si fuera su lugar favorito.

Quizá era eso, o también la tranquilidad que el castaño le regalaba. En su casa hubo una temporada donde fue feliz inconscientemente el había normalizado el trato que recibía por parte de sus progenitores.

Pero luego se fue dando cuenta de que algunos conductas en sus padres no eran normales. Los adultos no entienden que sus hijos tienen una vida que vivir por ellos mismo. No deberían de esperar que los hijos cumplan sus deseos o de intentar vivir su vida deseada por medio de ellos.

Ni hablar de la manipulación psicológica que empleaban en él por ser hijo único.

Y ahora que seokjin habia llegado a su vida, empezaba a sentir un lugar seguro a su lado. Incluso con la madre del castaño se sentía tan tranquilo y cómodo.

Jungkook lentamente abría sus lindos ojitos de ciervo y miraba al castaño que aún dormía. Jungkook sentía como el corazón se le alborotaba con palpitos que parecían que corrían una maratón dentro de él. El efecto del castaño. Cada día sus latidos se volvían mas frenéticos cuando Seokjin estaba a su alrededor.

No entendía porque su corazón parecía desbocarse en su interior pero le encantaba ese sentimiento de felicidad que lo llenaba cuando tenía al castaño entre sus brazos. Cada día la palabra amor se volvía mas significativa, con mayor relevancia.

Con cuidado, jungkook llevaba sus dedos al rostro del castaño. Con miedo a despertarlo acomodaba un mechón castaño detrás de la oreja de Seokjin y con los nudillos de sus dedos acariciaba la carita perfecta de Seokjin.

El otro al sentir los suaves toques en su rostro. Despertaba poco a poco sin abrir sus ojos. Se acercaba mas al tacto ajeno, muy consciente de quien era la persona que dormía a su lado quien era el mismo responsable de esas caricias mañaneras.

Jungkook no lo sabía pero Seokjin siempre era el último en dormirse, aunque cerrará sus ojos y pareciera estar en el mundo de los sueños, no lo estaba. Seokjin se dormía hasta asegurase de que Jungkook ya estaba dormido. Siempre le hacia caricias cuando el azabache estaba completamente dormido y le encantaba decirle palabras bonitas antes de dormirse. Todas esas palabras que no era capaz de decirle cuando jungkook lo hacía. Por una razón obvia el castaño era mas duro para soltar sus sentimientos y a diferencia de jungkook el jamás le había dicho “amor” o “te amo”.

Mas sin embargo cuando jungkook dormía profundamente, seokjin le decia lo mucho que sentía por él. Incluso hubo un momento donde le unió su frente a la del azabache y mientras le acariciaba los mechones negros y largos de jungkook se atrevió a decir un. “Te amo mucho, como no tienes una idea, porfavor no te vallas nunca de mi lado”.

Y quizá esas palabras bonitas nocturnas hacían que el sueño del azabache no se interrumpiera y durmiera perfectamente hasta un nuevo amanecer.

Ambos chicos empezaban a tener una pequeña costumbre diferente. Mientras que seokjin vigilaba el sueño de jungkook por la noche. Jungkook despertaba con caricias suaves a seokjin en las mañanas, mientras vigilaba su sueño.

— Buenos días — decía seokjin con su voz somnolienta sonriendo, sin abrir sus ojos aun. Solo buscaba mas el calor corporal de jungkook y escondía su rostro en el pecho del azabache.

Jungkook lo atraía mas a su cuerpo sintiendo como su corazón empezaba a latir nuevamente mas sin freno y para calmar su ansia le daba un beso en la frente. Seokjin sentía como su corazón sonaba al unísono con el corazón del azabache.

NUESTRO CAMBIO | Kookjin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora