Los devotos

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Nota: Este relato no tiene nada que ver con los anteriores y Anya no lee la mente.


Llegar a los 18 años era un logro, ya eras mayor de edad en muchos lugares y podías tomar decisiones tu solo, era algo que todo adolescente quería tener, pero a veces no todo sale como tú quieres.

Un joven caminaba muy feliz hacia la sala de estar de su dormitorio, estaba muy feliz por todo lo que le había pasado ese día con su novia, estaba muy sonrojado al todavía recordar esos momentos en los que estuvieron en su habitación abrazados después de haber realizado un acto de adultos mientras sus compañeros de cuarto estaban de compras.

¡¡DAMIAN!!—grito un rubio

¿Ewen? —se quedó observando a su amigo con mucha curiosidad

¿Qué tal le fue con Forger? —se acercó a él—dígame que lo llevo a comer como me prometió

Ah—se volvió a sonrojar al recordar que no habían ido a comer—algo así

Dime que no fue una comida vulgar—se acercó Emile

Para nada—puso su mano en su propio mentón—fue una comida demasiado buena

Me alegro mucho—le sonrió Emile—nosotros queremos que coma pastel con nosotros

Claro—asintió el peliverde

Los tres amigos fueron hacia su cuarto y procedieron a comer pastel de chocolate que habían conseguido sus amigos en el centro comercial cerca de Edén, la verdad Damián se sentía dichoso de ese día, digo aunque tuvo clases aun así Becky le llevo un libro, Emile y Ewen le trajeron pastel de chocolate, Jeeves le marco temprano, el profesor Green le canto las mañanitas, el profesor Henderson le dio dulces crocantes y su adorada pelirosa le dio un peluche hecho a mano, además de que le dio su primera vez.

¿Damián? —Ewen lo llamo—dígame ¿le sucede algo?

No—negó sonrojado—es solo que me acorde que Anya me trajo un peluche que ella hizo

Vaya—suspiro divertido—esa mujer siempre me sorprende

Es muy amable—comento el castaño—espero le haya gustado su peluche

Si—se levantó y fue a la cama por el peluche que estaba ahí—miren, es un perrito

Sí que mejoro Forger en las manualidades—asintió feliz Ewen—está lindo

Demasiado—se acercó Emile—se parece a su perro Max

Si—sonrió feliz y lo abrazo

Por cierto ¿ira este fin de semana a su casa? —pregunto con curiosidad Emile

Si—asintió—mi madre me marco para que llegara a las 7:00 pm del sábado

Vaya—se quedó sorprendido el rubio—espero que le hagan una fiesta sorpresa

Ya con los años que llevo conociendo a mi familia, ya no espero nada—alzo los hombros mientras sonreía con tristeza—mientras los tenga a ustedes y a Anya soy feliz

Señorito—ambos chicos se lanzaron sobre él mientras lloraban, se sentían felices de que fueran excelentes amigos

Y si bien, cuando Damián era un niño quería la atención de sus padres, ahora que era ya un adulto sabía que a sus padres no les interesaba para nada su existencia, solo era su segundo hijo, no obstante, se sentía tranquilo por eso ya que tenía una excelente relación con su hermano Demetrius, quien resulto ser la persona que más lo protegía de esas dos personas que decían ser sus progenitores.

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