Una promesa

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La situación era rara para sus 22 años, pero por un lado no se sentía espantado aunque si se sentía ansioso.

Él había buscado por mar y tierra a la chica que amaba cuando regreso de Estados Unidos para encontrarse con la noticia que se había ido de Ostania.

Era algo que presentía debido a lo que platicaron en su última noche juntos, pero esperaba verla en Berlint como también habían prometido ya que él cumplió su promesa de buscarla y no escribirle.

Aun así, no estaba enojado, él iba a buscarla porque necesitaba una respuesta de su última carta que le envió sin respuesta, él quería verla y decírselo en persona.

Cuando llego a la capital de Westalis, busco por todos lados y se estaba preocupando ya que no sabía si estaba en algún municipio de ese gran país además de que Blackbell no le dio mucha información ya que parecía muy molesta con él.

Estaba a punto de rendirse cuando a lo lejos observo a una mujer de cabello corto de color rosa, su corazón latía tan fuerte que no le importo cruzar la calle sin cuidado y la detuvo.

¿Anya?—sujeto su brazo y vio la cara de sorpresa de la pelirosa
¿Damián?—su mirada era de asombro

El joven la abrazo con fuerza y esta correspondió su abrazo

Estoy en casa—susurró en su oído
Bienvenido—empezó a llorar
¿Vamos por un cafe?—se separo
Claro—asintió mientras limpiaba sus lagrimas

Los dos se dirigieron hacia una cafetería y pidieron bebidas.

Te estuve buscando como loco—comentaba mientras movía sus manos—yo, yo cumplí mi promesa

La pelirosa lo miro con tristeza y suspiro

¿Sucede algo?—se empezó a preocupar—oye, no me digas que te casaste
No—junto sus manos y cerro sus ojos—es solo que muchas cosas cambiaron
Claro—intento tomar su mano—como tu cabello, te ves mas linda
No solo eso—desvió la mirada—no se como decírtelo
Empieza por el inicio—se quedo intrigado
La razón por la que te pedí que no me escribieras fue porque tu madre me pidió que te dejara libre, que sabía que si estaba en contacto contigo ibas a dejar de estudiar por extrañarme—suspiro y le dedico una mirada triste—no quería ser una mala persona
Anya—la miro con sorpresa—me hubieras dicho, hubiera hablado con mi madre
No existe el hubiera—lo miro a los ojos—además si era posible que hicieras eso
¿Por qué no me seguiste?—la miro
Porque no tenía el dinero suficiente y pues mi sueño estaba acá en Westalis—jugo con los dedos de la mano del joven
Yo pude—la miro a los ojos
No—sonrío con melancolía—no podía pedirte eso
Entonces—la soltó—me responderías la pregunta que te hice en mi última carta que te envié—se sonrojo
No pensé que aun recordaras eso—le sonrío—Damián, aun hay algo que tengo que decirte
¿Qué cosa?—alzo la ceja, ese cuestionario le estaba causando ansiedad por cada respuesta que le estaban dando y maldecía el no leer la mente porque no sabia que estaba pensando la pelirosa
Damián, la última noche que pasamos—sus mejillas se sonrojaron—bueno veras

El peliverde se quedo confundido pero al ver las expresiones de la chica cuando hablaba de la última noche que pasaron poco a poco entendió y sus mejillas igual se sonrojaron

Anya—la miro—¿por qué no me dijiste?
Es que pensé que te iba a atrasar—estaba nerviosa ya que la mirada de Damián daba miedo
Debía estar contigo—tomo su mano—debió ser duro
Un poco al inicio—suspiró—pero mis papás me ayudaron demasiado
Aun así, siento que fui malo contigo—la soltó y apretó su puño—sería lógico que me odiaras
Para nada—ella tomó su mano—no puedo odiarte, la ultima carta que me enviaste me dio esperanza, fue cuando me entere y le pedí al cielo que mantuvieras tu promesa.

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