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—Son unos bebés llorones—negó con una mueca mirando a sus hombres casi caer sobre la tierra—. Largo, no quiero seguir viendo sus caras, espero que estén listos para mañana.

Los soldados casi lloraron de alivio, uno a uno fueron abandonando el campo de entrenamiento, Hoseok estaba molesto, sin embargo, y se desquitaba entrenando con fuerza a sus soldados, era la forma que sabía para liberar el estrés. Jamás pensó que haberle confesado a Xiumin que lo amaba causará tanto conflicto en su interior.

Caminó a la bodega de armas, quería guardar su escudo, estaba cansado, quería dormir, pero regresar a casa era algo que no podía hacer, no antes de poner en línea sus pensamientos, de dejar de sentirse tan asustado. No estaba acostumbrado a la debilidad, lo odiaba, si su padre estuviera con vida seguramente le reprendería, por mostrarse de esa manera. Llegó a la bodega, y los soldados que la custodiaban le dieron el pase.

—Vayan a comer algo, regresen en quince minutos.

—Gracias señor.

Se encerró solo, tenía que vigilar que nada faltará, eran muchas las responsabilidades que tenía sobre los hombros, pero siempre fue un hombre de palabra y honor, jamás renegó sobre sus obligaciones, eran parte de su vida, no conocía nada más.

—General Jung.

Al escuchar la voz femenina se volvió, Hyoyeon le sonrió, con sus labios rojos, hace mucho que no la veía, sobre todo después de casarse, había dejado de lado a muchas de sus conquistas.

—Señorita Kim.

—Es muy formal—dijo acercandose, el vestido que llevaba dejaba al descubierto sus atributos—. Hace mucho que no lo veía.

—Me sorprende verla aquí.

—Tomaré el té con el rey.

—El castillo queda lejos de aquí.

—Quería saludarlo—dijo con una sonrisa—. No he tenido la oportunidad de felicitarlo por su matrimonio, nunca pensé que podría llegar a verlo.

—Gracias.

—Me siento confundida, ¿Ahora no podré hablarle?

—Puede hacerlo, no hay problema.

—¿De verdad?

Hoseok había conocido a muchas mujeres y hombres en su vida, muchos habían pasado por su cama, sabía la forma en que la seducción se veía, ella quería algo de él. Y eso le hizo sentir inseguro. Había otra cosa que le ayudaba con el estrés, además de ser un desgraciado en los entrenamientos y el campo de batalla, eso era el sexo, la adrenalina de estar cerca de otra persona, pero, ahora era diferente, no podía hacerlo más, porque tenía un compromiso con Xiumin, y no había nadie a quien deseara más.

Pero, ahí radicaba el problema, sentía que se estaba perdiendo, darle tanto poder a Xiumin era peligroso, tenía miedo de estar completamente a sus pies, tanto, que se volvería su única debilidad, tenía miedo de volver a sufrir.

—Creo que lo mejor es que regrese al castillo.

—¿De verdad?

Ella estaba muy cerca, Hoseok apretó la mandíbula, guardaba la compostura, no podía ser grosero con ella, porque era una duquesa, y tampoco pensaba que necesitaba hacerlo.

—Sí, no debe estar aquí.

—Vamos general, jamás tuvo problema con esto.

—Ahora sí, no creo que mi esposo o el suyo estén de acuerdo en que nosotros estemos solos y juntos.

—Jamás le importó que tuviera esposo.

Hoseok bufó. —A quien debió de importarle es a usted, a mí sí me interesa mi esposo.

El Rey Del Destino *HopeXiu*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora