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Kim Minseok había tenido una vida tranquila, hasta hace seis años que conoció al general Jung, de quien se enamoró a primera vista. Hoseok tenía una fama de ser uno de los mejores guerreros, inteligente y excelente estratega, también tenía fama de acostarse con cualquiera, de no centrarse en relaciones, vivía libre, algo que compartían, el amor por la libertad y la lucha. Trató de llamar su atención, siendo el mejor soldado, pero, también necesitaba más, quería estar a su lado, hacer que se enamorara de él, no dudo en aceptar ser su amante, a pesar de que sufría cada que estaba con alguien más, aceptó todo viniendo de él, porque con cada beso o cada caricia se senta vivo. Bastó sólo unos meses de esos encuentros para amarlo por completo. 

Había noches donde dormía llorando debido al desprecio de quien amaba, cada que lo veía con un doncel o mujer temía que se enamorara y formara una familia, le dolía, sin embargo, siempre fue respetuoso y cuidadoso, no quería un hijo, pero, cuando este estuvo más a su lado, se confió, si en seis años no había pasado nada, pensó que las cosas seguirían de esa manera.

Ahora tenía lo que quería, se casaría con Hoseok, aunque había terminado por perder algo especial, siempre quiso seguir los pasos de su padre y hermano y ser un gran soldado, cosa que no pudo cumplir y además tendría un hijo, realmente no se había detenido a pensar en su estado actual. Y sentir que estaba obligando a Hoseok a hacer algo que no quería le estaba poniendo más triste aún.

No quería arruinarlo, pero sentía que lo estaba haciendo, aunque no haya sido su intención se culpaba de todo. Faltaba poco para la boda y se estaba arrepintiendo.

En el castillo se sentía ahogado, había muchas personas que querían ayudarlo, pero al mismo tiempo le abrumaban con la cantidad de información que le daban, desde cómo cuidar de un hogar, de un bebé y los deberes esenciales de un doncel.

Él no se sentía como uno, jamás tuvo esa delicadeza, ni la simpatía de un doncel, al contrario, era bruto y torpe, sus manos no eran delicadas, estaban callosas debido al agarre de la espada, su cuerpo siempre fue pequeño y le costaba ganar musculatura, pero seguía sin ser delineado y suave, su cabello un desastre, no sabía vestirse bien, ni arreglarse para ser lindo, ni las reglas de etiqueta, tanta información le estaba llenando de estrés, se preguntaba constantemente ¿Esa es la clase de esposo que quería Hoseok? Y de ser así ¿Podría lograr serlo alguna vez?

No sé había dado cuenta del peso que significaba el puesto de Hoseok hasta esa mañana, cuando SeokJin le pidió que se reuniera en el salón para una fiesta en honor a su compromiso, lo habían vestido bien, con un traje color oscuro y una túnica beige, peinaron su cabello, le pudieron maquillaje discreto en los ojos y labios, y algunas joyas en el cabello, no se reconoció al verse en el espejo, parecía una versión diferente a él.

—Por aquí—dijo una de las mujeres que lo acompañaba.

Al abrir el salón, que estaba decorado con elegancia, vio en el fondo aperitivos y té, tenía hambre, pero esperó, Seokjin estaba increíblemente bien vestido, para todos en el reino él era el prototipo de esposo, doncel y padre ideal, no había nadie quien no le admirara por su belleza e ímpetu.

—Bienvenido Minseok—dijo el rey acercándose.

—Mi señor—respondió inclinando la cabeza.

—Ven conmigo, tengo que presentarte a unas personas—SeokJin lo tomó del brazo y lo guio hasta donde estaban las demás mujeres y donceles.

Todos bien vestidos, con joyas y sonrisas brillantes, parecían estatuas debido a su perfección, se notaba que venían de las mejores familias, al llegar hasta donde estaban hizo una reverencia.

—Mucho gusto, mi nombre es Kim Minseok—dijo con amabilidad.

—El gusto es nuestro—respondió un hombre de rostro angelical y largo cabello—. SeokJin había dicho que eras lindo, pero creo que se ha quedado corto. Soy Hong JeongHan.

El Rey Del Destino *HopeXiu*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora