Capítulo V

196 28 15
                                        

La fiesta de bienvenida, distaba mucho de ser la "íntima reunión" que Mikasa había descrito a su padre, al encontrarse la supuesta anfitriona, apartada en un rincón, observando como más y más personas ingresaban al ya de por sí, pequeño apartament...

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

La fiesta de bienvenida, distaba mucho de ser la "íntima reunión" que Mikasa había descrito a su padre, al encontrarse la supuesta anfitriona, apartada en un rincón, observando como más y más personas ingresaban al ya de por sí, pequeño apartamento, que cada vez se tornaba incluso más sofocante. La mujer se afianzaba con fuerza a un vaso de jugo, buscando con la mirada a su prometido, quien brindaba y reía a carcajadas, abrazando y saludando a cada nuevo personaje que ingresaba por la puerta.

«Quizás debí haberle insistido a Sasha para que cancelara sus vacaciones y viniera a acompañarme» pensó con una pizca de egoísmo, desestimando la idea al segundo después. Sabiendo que, de habérselo pedido a punta de lamentos y pequeños lloriqueos, la castaña habría botado sus planes para estar a su lado, pero, no podría haberle hecho eso. Ella estaba feliz, disfrutando con Connie, su novio, de una estancia en cabañas a la orilla de un lago espectacular. Un contexto mucho mejor que el propio, en dónde seguía sintiéndose cada vez más excluida de un lugar que, aparentemente, debía acogerla con calidez.

—Se supone que las fiestas deben ser divertidas. —Dijo una voz a su lado. Un muchacho alto, de cabello castaño claro peinado en un revoltoso corte mullet, quien le sonreía apretando los labios.

—Dímelo a mí. —Respondió ella con apatía, dando un sorbo a su vaso, frunciendo la nariz al sorber el líquido ahora tibio, debido al calor corporal de sus palmas.

—Me dijeron que era una fiesta de bienvenida para una chica, pero al único que he visto es a ese de ahí, abrazando a medio mundo. —Mencionó, señalando con la barbilla al castaño propietario del inmueble.

—A mí me dijeron lo mismo. —Musitó ella, siguiendo con su vista la dirección que había mostrado el otro chico.

—No debí haber venido. Preferiría haberme quedado en casa, estudiando para mi próximo examen, pero, mi amigo fue muy insistente en acompañarlo. Ni siquiera conozco a nadie más aquí y no veo al idiota que me trajo por ningún lado.

—Lo siento por ti. Al menos puedes ir a casa, yo debo quedarme aquí hasta que este circo termine.

—¿Vives aquí? —Preguntó él con fingida sorpresa.

—Sí. Me acabo de mudar, de hecho. —Respondió encogiéndose de hombros. —Esta es mi fiesta, supuestamente.

—¡Oh! O sea que, ¡tú eres la anfitriona! —Señaló el chico, elevando el tono. —Vaya, no me esperaba eso.

—Es difícil descifrarlo, todos aquí parecen estar disfrutando de esto, menos yo.

—Si te sirve de consuelo, yo tampoco lo disfruto.

—Al menos ya somos dos. —Le dijo ella, sonriendo ligeramente. —En fin, disfruta de la fiesta... o no. —Agregó cordial, comenzando a apartarse.

—¡Espera! —Gritó él, desconcertando a la muchacha quien, ahora lo veía con extrañeza. —Es que, ya sabiendo que esto es en tu honor, puedo entregarte este presente. —Dijo, extrayendo de la solapa de su abrigo un pequeño rectángulo. —Mi madre siempre dice que no se debe llegar a un lugar con las manos vacías, y, pensé que un libro sería una opción apropiada.

Second ChancesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora