Capítulo IX

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Interesante, era una palabra apropiada para definir al CEO adjunto de una compañía exitosa, aunque, en favor de la honestidad, habría muchos más adjetivos válidos para sumar a su nombre

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Interesante, era una palabra apropiada para definir al CEO adjunto de una compañía exitosa, aunque, en favor de la honestidad, habría muchos más adjetivos válidos para sumar a su nombre. Levi Ackerman se había criado bajo el seno de una familia trabajadora, creciendo, al mismo tiempo que lo hacía la empresa que ahora ayudaba a manejar. Incluso, dio sus primeros pasos en los precarios pasillos de producción y, según los rumores esparcidos por los trabajadores de la fábrica principal, su primera palabra fue: balance general. Aunque otros, incluyendo a su propio tío, aseguran que el primer sonido comprensible que salió de su boca infantil fue realmente: Imbécil. Si nos guiamos por el primer testimonio, podríamos decir que tiene un porcentaje mayor de credibilidad, debido al nivel de atención que presta a su trabajo y la devoción que cierne sobre este. Como en este momento, en el que revisa embelesado, por cuarta o quinta vez, un informe enviado por su gerente general, un rubio alto que lo observaba expectante.

—Si tanto te molesta la vista, deberías usar tus lentes. Ah, perdón, olvidé que sigues aferrado a la idea de que tu visión aún es de veinte sobre veinte.

Entornando los ojos, para después restregarlos con molestia, el hombre de cabello negro habló con tono autoritario: —Sobre mis problemas de vista, tengo algo importante que decirte: No es tu maldito asunto. Ahora, sobre el balance financiero: Estamos bien, apruebo la propuesta. Puedes agregar los cambios en el presupuesto e informar al resto de empleados.

—¿No quieres consultar antes con tu tío?

—Es una muy buena sugerencia, pero, puedo darte una mejor: ¿no quieres irte al demonio? —Preguntó irónico, antes de estornudar de manera repentina. —Mi tío es un cabeza hueca que se quedó atascado en su papel de granjero, el cual lo ha hecho tomar decisiones estúpidas, que yo he tenido que solucionar. Así que no, no tengo nada que consultarle, a menos que quieras que pida otro anuncio con vacas parlanchinas para una bebida tropical. —Enunció estremeciéndose y estornudando nuevamente.

—Ok, solo era una sugerencia. ¿Estás enfermo?

—No y no planeo estarlo en los próximos veinte años.

—Entonces, tal vez alguien está pensando en ti. —Mencionó en tono jocoso, elevando sus espesas cejas.

—Bueno, roguemos porque no sea una demanda. ¿Algo más que discutir?

—Negativo. A menos que quieras hablar sobre tu cita de anoche con esa modelo ucraniana.

—Por enésima vez: no fue una cita, y era polaca.

—Oh, vamos. Nadie te juzgará si admites que saliste con ella, han pasado qué, ¿dos años desde tu divorcio?

—Tres, de hecho. Pero, no salí con ella. Fue una reunión para hablar de la nueva campaña publicitaria en redes sociales, en la que está trabajando actualmente; porque es una empleada, trabaja para mí y sería sumamente desagradable si me involucrara de esa forma con ella. Pero, puedo darte su número, en vista de que tú no tienes escrúpulos.

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