El viernes llegó con la luz matutina filtrándose suavemente por las cortinas del tan familiar departamento. Mikasa, con una taza de té en su mano, descansaba recostada con sus codos sobre la encimera de mármol blanco, con la vista fija en la luz que proyectaba patrones intrincados en las paredes. Pasando una pesada mano sobre su rostro, parpadeó con fuerza, forzando a sus cansados ojos a enfocarse en el día que apenas comenzaba.
Su invitado llegaría pronto. Un hecho que la inquietaba más que llenarla de emoción.
Desde que sus ojos se abrieron, con el sol apenas asomándose por el horizonte, saltó de la cama y se dedicó a ordenar el lugar que ya de por sí, estaba lo suficiente limpio. Incluso había tomado una ducha y había elegido cuidadosamente lo que usaría ese día: una falda larga, una blusa sencilla y un holgado suéter de cashmere que la hacían ver hogareña, completamente alejada de su habitual imagen empresarial. Aunque, en su mente resonaba la idea de que, quizás, habría sido mejor elegir el segundo conjunto que tenía como opción, uno un tanto más casual y que dejaba al descubierto un poco más de su piel.
«No. ¿En qué estás pensando?» Se regañó internamente negando con fuerza.
Esto no era una cita. Se trataba más bien de sacarse de encima un par de asuntos pendientes. De todos modos, su cuerpo, todavía inflamado gracias al proceso natural del que era víctima, reclamaba ropa suelta. El arreglar la casa de su padre era simplemente porque quería dar una buena impresión ante un personaje que podía llegar a ser un tanto especial con ese tema específico, nada más.
De todas maneras, si había citado a alguien para conversar, ese era Jean Kirstein, y eso tampoco se trataba de una cita, sino una simple reunión. Levi sólo la iba a acompañar para asegurarse de que las palabras del muchacho fueran ciertas. El tiempo que pasarían juntos sería simplemente un acuerdo pactado en el que ella debía, por obligación, más que por placer, hornear unas galletas para saldar sus deudas pendientes, —un precio bastante bajo para una factura que incluso podría incluir una nariz parcialmente rota, a su parecer.
Definitivamente, no era una cita. Estaba lejos de serlo.
Pero, aun con eso en mente, la mañana todavía se sentía con un aura bastante peculiar; una sensación un tanto diferente que pugnaba en su interior.
Suspirando, bebió nuevamente de su té, ahora tibio, mientras daba vistazos fugaces al reloj en la pared. Se acercaba la hora.
Nerviosa, tamborileó con sus dedos sobre el frío mármol, hasta que el sonido del intercomunicador la hizo sobresaltarse. Apresurándose para contestar, caminó descalza por el frío y duro suelo pulido hasta llegar a la bocina.
—¿Sí? —preguntó tímida, mientras pasaba un mechón de cabello por detrás de su oreja.
—Estoy abajo, ¿puedo subir? —habló la imperturbable voz del hombre al que esperaba con alarmante impaciencia.
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Second Chances
FanficEl universo a veces concede segundas oportunidades; para iniciar desde cero, cambiar viejas actitudes, formar una nueva vida, una familia; solucionar errores del pasado o simplemente volver a enamorarse. Una pacto entre amigos, un matrimonio arregla...