El universo a veces concede segundas oportunidades; para iniciar desde cero, cambiar viejas actitudes, formar una nueva vida, una familia; solucionar errores del pasado o simplemente volver a enamorarse.
Una pacto entre amigos, un matrimonio arregla...
Pequeña nota aclaratoria: Este capítulo no ha cambiado su contenido comparado con su publicación original. Únicamente agregué una parte final que sentí, no cuadraba con el inicio del siguiente capítulo, por lo que preferí editar este y volver a publicarlo. Una disculpa si se genera alguna confusión 😥.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
El camino de vuelta a la oficina traía consigo un sentimiento de opresión dentro del pecho de Mikasa. No quería volver, pero tampoco podía huir por siempre de sus obligaciones, o de su prometido. Debía dar una solución a este asunto y sacar a relucir esa madurez que, hipotéticamente, le conferían sus ya treinta años de vida.
—¿Crees que los problemas se hacen más fáciles de solucionar a medida que envejeces? —Preguntó de pronto a un distraído Levi, quien caminaba a su lado, revisando absorto su teléfono.
—¿Qué? —Dijo él, girándose para observarla.
—¿La edad te da la experiencia necesaria para ser más sabio?
—¿Me estás diciendo viejo? —Inquirió ofendido.
Rodando los ojos, ella bufó en respuesta. —No todo gira en torno a ti. —Resopló. —Lo que quiero decir es que, apenas soy una novata y titubeo todo el tiempo preguntándome ¿qué haría mi papá si estuviera en mi lugar? O ¿mi mamá también pasó por todo esto cuando tuvo mi edad? Digo, tú, por ejemplo, tienes las respuestas apropiadas en el momento oportuno, sabes qué hacer. ¿Eso es algo que se desarrolla con el tiempo o es intuitivo?
—Literalmente, insinuaste que soy viejo y por eso sé qué hacer.
—Ay, olvídalo. —Negó, volviendo a entornar los ojos.
—Pero, como respuesta a tu pregunta, —prosiguió, dando un último sorbo a su vaso de té, —nunca se deja de aprender. Sé qué hacer porque ya lo he hecho antes y también he dudado y fallado. Es el proceso natural, primero debes caerte para levantarte. —Meditó. —Tus dudas de hoy, serán certezas mañana.
—¿Ves? A eso me refiero. —Señaló. —Si me hubieran hecho esa pregunta, no sabría qué carajo responder.
—Bueno, ahora ya tienes una idea. Mañana que seas un día más vieja, podrás responder a la misma pregunta.
—Y también sabes cómo ser un idiota. —Acusó.
—Eso es intuitivo, viene de familia.
—Imagino que sí. ¿Qué harás después?
—¿Después de tirar este vaso de papel en la basura? Supongo que seguir caminando a tu empresa. —Respondió con tono aburrido, depositando la basura dentro del contenedor.
—No, o sea, me refiero a ¿qué harás hoy en la empresa?
—En mi agenda estaba el revisar el informe de tu queridísimo y muy obtuso novio, pero tuve que tacharlo de la lista.