Capítulo XXVII

246 36 41
                                    

El restaurante, ese que Mikasa tanto deseaba conocer, se alzaba en una esquina pintoresca de la ciudad, un oasis de serenidad entre el bullicio urbano

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

El restaurante, ese que Mikasa tanto deseaba conocer, se alzaba en una esquina pintoresca de la ciudad, un oasis de serenidad entre el bullicio urbano. Su fachada de madera oscura estaba adornada con paneles de papel de arroz, que dejaban entrever destellos tenues de luz en su interior. Los caracteres japoneses, los cuales ella conocía tan bien, y que formaban el nombre del restaurante, se destacaban en letras elegantes sobre el umbral, invitando a los comensales a adentrarse en un mundo de sabores.

—¿Es este? —Preguntó Levi, aparcando el vehículo frente a la entrada.

—Supongo. El nombre concuerda con el que está escrito ahí. —Notó ella, señalando el enorme rótulo. —Quizás deberías reconsiderar usar gafas, si no distingues ni eso, ya es un tema preocupante.

Él bufó ofendido. —¿Cómo quieres que lo sepa? No sé leer japonés.

—Abajo está en rōmaji.

—¿Y qué carajos es el "rōmaji"? —Preguntó, achicando los ojos para distinguir a lo que ella se refería.

—La transcripción del nombre del lugar a este idioma, ¿Ves? Debajo de las letras escritas en katakana, están las del alfabeto latino. —Señaló, apuntando con su dedo a las pequeñas letras, en donde se leía claramente el nombre del lugar, "Wok n' Roll". —Ve al optometrista. No es tan difícil. —Añadió, encogiéndose de hombros.

—Lo tomaré en cuenta, sabelotodo. Gracias por dar tu opinión, aunque nunca la pedí. —Refunfuñó él, saliendo del auto.

Mikasa, imperturbable, acomodó su cabello, retocando también su labial y el resto de su discreto maquillaje antes de salir finalmente y adentrarse, junto al reacio hombre que esperaba por ella, en el restaurante.

Al traspasar las puertas corredizas, el lugar se transformó en un espacio armonioso que combinaba la tradición japonesa con toques modernos. Las paredes de tonos suaves y cálidos, estaban decoradas con pinturas de paisajes naturales, mientras que, un estanque con nenúfares y peces koi creaba una sensación de calma en el centro del comedor. Un ambiente que mezclaba tradición y aromas plagados de nostalgia; combinación que la hizo viajar a tiempos remotos, cuando, en familia, compartían las recetas de antepasados que vivieron toda su vida en esa maravillosa isla, de la cual ella llevaba el legado escrito sobre su propia piel.

—Guau. —Clamó la muchacha al percatarse de cada uno de los detalles.

Levi asintió complacido, detallando en silencio el local, para luego dirigirse a una de las mesas de madera pulida para tomar asiento.

—Espera. —Pidió ella, tomándolo del brazo. —Vamos allá. —Dijo, señalando con el dedo a un área de acceso más privado.

—¿Allá? ¿qué hay allá? —Cuestionó cauteloso.

—Son otro tipo de mesas. Lo vi en internet. —Dijo, marcando el camino a seguir.

Dentro de esta nueva área, las mesas eran mucho más pequeñas, casi a la altura del piso, cada una con su propio juego de palillos descansando en soportes de cerámica. Los asientos eran cómodos cojines con respaldos bajos, que invitaban a los comensales a relajarse mientras disfrutaban de su comida.

Second ChancesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora