9. 8:00 AM

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11/10/2021
Buenos Aires, Argentina

——— Estaba emocionada y no porque era mi primer día en un trabajo de prueba, sino que después de meses era la primera vez que dormía bien un lunes y eso me hacía saber que iba a ser un buen día.

Me quedé a dormir en lo de Julián otra vez asi que no estaba tan en confianza como para levantarme e ir a desayunar aunque él anoche me retó por eso. Entré al baño, hice lo que tenía que hacer y me cambié ahí también, ya para esto eran las ocho y cuarto y cuando salí todavía estaba el jugador de river durmiendo en cuero. Hombres y sus manías.

Yo tengo un tema con el horario y si veo que estoy dieciséis minutos espero a que sean quince para salir de mi casa e ir a un lugar cerca, siempre tuve esa manía y se me pegó en la secundaria cuando empecé a ser más independiente pero la verdad que es preocupante contar segundo por segundo a que sea el momento que quiero.

Le piqué con mi dedo la espalda a Julián y él se levantó como una mamá asustada preguntando qué había pasado.

—Perdón es que ya estoy lista para ir a trabajar— me senté a su lado acariciandole la espalde de arriba a abajo para que se despertara.

—Bueno, corazón. Ahora me cambio y vamos— el pobre a duras penas logró pararse de la cama mientras que yo iba al living a esperarlo.

Miré algunas noticias en mi telefono a la vez que intentaba dejar de hacer que mi pierna tiemble. Ya conocía a los hombres del plantel de river y eran unos dulces, pero si estoy muy nerviosa.

Me imagino ya estando las cuatro horas sentada mirando a la nada y llorando porque nadie fue a verme. Capaz que si va alguien, pero siento que iría por lástima y porque Julián me dijo que iba a obligarlos a ir a verme.

Al fin escuché como él salió de la pieza sacandome de mis pensamientos y sonreí al verlo a cara lavada, es como un nene que no quiere ir al jardín.
Álvarez se ofreció a ir conmigo una hora antes de su entrenamiento ya que empezaba a las nueve y yo tengo que estar ahí a las ocho, yo obviamente me negué pero no me dijo más nada y me pidió que lo levantase.

—¿Ya estás, mi vida?— agarró sus cosas para entrenar y yo asentí— Todo va a salir bien, lo sabés ¿no?

—Si— le di un besito— Gracias, Julián Álvarez.

El chiste de decirle por el nombre casi completo surgió la segunda vez que salimos y le comenté que me gustaba que los nombres queden tan bien con el apellido, el suyo por ejemplo. Él por su parte mencionó que nunca se había puesto a pensar en eso pero que iba a empezar a prestarle más atención.

Salimos del departamento y fuimos directamente a su auto para ponernos en marcha al monumental. Sus palabras de tranquilización no funcionaron porque mi pierna derecha seguía temblando, asi que Julián se dedicó a hablarme de cualquier otra cosa para distraerme y bajarme los nervios.

(...)

El monumental vacío me ponía un poco triste, parecía abandonado, pero sé que cuando está lleno es hermoso.

Gallardo, el director técnico, fue el encargado de atenderme junto a dos hombres más que no tenía idea de quiénes eran pero todos me saludaron a mi y a Julián con un beso en el cachete y diciendole que se vaya a comprar algo para desayunar -que es lo que hacía casi siempre- mientras espéraba al horario.

Harrie | J. ÁlvarezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora