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1/6/2022
Londres, Inglaterra

——— Para la previa del partido antes de ir a Wembley nos juntamos a comer empanadas con las parejas de los chicos, y yo claramente.

Alquilamos un departamento solo por ese día para tener lugar para cocinar e hicimos empanadas de carne, pollo y choclo. Decidimos no hacer de jamón y queso porque ibamos a tardar más y sus hijos quedaron a cargo de los abuelos.

Si les soy sincera es un desastre ahora mismo, habían chicas haciendo repulgue, otras se encargaban del horno, otras de la fritura y otras preparaban fernet o cortaban hielo. No voy a decir que era una catastrofe, pero sabíamos que los hombres hubiesen dejado en peores condiciones esto.

—Acá tenés seis más, Jaz— la mujer del diez me dejó un plato con una tanda de las de carne— Faltan las doce del horno que son las últimas, dos tandas más de pollo y una de carne.

—Dale, gracias Anto— le sonreí y ella me tocó el antebrazo para decirme de nada.

Las risas estaban literalmente en todo momento, todas conectamos al igual que nuestras parejas porque parecíamos un viaje de egresados y yo era la que empezó con ellos en el anteúltimo año y se integró bastante bien.

Estabamos todas llenas de cebolla, morron y ni hablar del baño que ibamos a tener que pegarnos para no tener olor a frito. Es una situación bastante graciosa a decir verdad, porque somos veintisiete mujeres haciendo como cinco docenas de empanadas entre jodas y risas, solamente espero que lleguemos así al mundial.

—¿Jaz no querés que intercambiemos lugar?— la esposa del Dibu se acercó a mi y colocó su mano en mi espalda delicadamente— Capaz ya estás cansada de ver aceite.

—No, está bien y falta poco para terminar— la miré para dedicarle una sonrisa— Mil gracias, Mandi.

—No hay de qué, corazón— dijo por último y volvió a lo suyo que era lavar las cosas que ibamos usando.

Media hora después estabamos todas sentadas en el piso en una ronda con las empanadas en el medio, no nos culpen, acá estamos en pleno verano, no damos más del calor y el piso está re lindo.

Por si se lo pensaban; no, los temas principales de conversación no fueron nuestras parejas, pero lo eran de vez en cuando. Nosotras hablamos de que por lo menos a ellas ya les molesta que les saquen fotos todo el tiempo, yo por mi parte preferí no opinar porque comparada con ellas, hace tres días estoy con Julián y hace dos me empezaron a perseguir con preguntas.

—¿Y a vos ya te embarazaron, Jaz?— preguntó Cami, la mujer de Paredes.

—Ya tengo cinco hijos— bromee y todas se rieron— Hace poco subí una foto y un jugador de boca me comentó, asi que tengo cinco hijos más con él.

—Encima de boca— la novia de Lautaro Martinez negó con la cabeza— Si habrán comido con esa noticia.

—Olvidate. Lo mejor que les puede pasar a ellos es que los clásicos se peleen por una mina— exclamó Oriana y todas asentimos de acuerdo.

—Sabés la cántidad inhumana de veces que me quisieron emparejar con Cristiano— confesó Anto y nuevamente todas reimos— Asi que falta todavía, Jaz, y el secreto para aguantar todo eso es seguir haciendo lo que estás haciendo vos; ignorarlos.

—Si, pero igual, salgo de trabajar y están ellos en la puerta listos para preguntarme si vi esto o aquello— rodé los ojos— Hasta inventaron que yo era de Córdoba y nos conociamos desde que nacimos...

—Dios mío, que obsesión que tienen con que todos tengan una relación de miles de años— opinó Mandinha— Si vos estás con Julián hace dos días no importa porque él puede amarte lo mismo que si lo conocieses de chiquita.

Con todas de acuerdo cambiamos de tema y empezamos a limpiar y a guardar las empanadas que sobraron para sentarnos de nuevo a comer helado.

(...)

A las cinco cada una se fue a su habitación con sus respectivas familias a prepararse para el partido. Yo estaba con los Álvarez que siempre me tocaban la puerta para preguntarme si comí o si quería comer lo que cocinaba alguno.

Ahora estabamos todos listos para ir directo al estadio en uno de los micros que la fifa contrató para los familiares de los jugadores. El camino no fue para nada largo asi que no tardamos en llegar.

Iba a estar en el palco con mis suegros y cuñados con la familia de Paredes, Dybala y del Dibu. Gente que en ocasiones anteriores pude conocer y me cayeron re bien, por lo tanto; no hay ningún tipo de problema.

El partido empezó y apesar de que mi novio no sea titular yo estaba muy feliz de que él sea parte y Oriana a mi lado parecía estar igual.

—Están re ilusionados...— dijo ella para sacar tema de conversación sin quitar la vista de la cancha.

—Si— sonreí inconscientemente— Espero que ganen el mundial porque sino no sé que van a hacer.

El tema de mundial era algo que estaba torturandome día y noche, no solo por la ilusión Argentina que había dentro de mi, era querer ver a Messi levantando la copa. A Messi y a mi chico. Cada vez que me contaba algo del mundial notaba un brillo de esperanza en sus ojos y eso me hacía querer llorar. Soy capaz de matar a todos los otros equipos para que solo quede Argentina y todo por y para ellos.

—Siento que estamos en una pelicula— bromeó y las dos reimos.

Nos callamos al ver como iban acercandose al arco hasta que en el minuto veintiocho fue Lautaro Martinez quien nos dió una alegría.

Canté y grité con las personas que estaban del lado de aficionados y que se la pasaron todo lo que iba del partido grabandonos a nosotras y a la cancha.

—¡Jazmín mandale un saludo a mi amiga Bárbara!— me gritó una chica desde abajo cuando los festejos se calmaron.

—¡Barbi te mando un saludo aunque no sé por qué queres un saludo mío, te amo!— respondí con el mismo tono de voz y le tiré un beso.

Los más cercanos a mi que escucharon lo que dije rieron y continuamos concentrandonos en los jugadores intentando llevar otra copa a casa.

Al final el partido terminó tres a cero a favor nuestro y con toda la emoción que teniamos los familiares ahí; casi saltamos del palco para ir a abrazarlos.
Yo no veía la hora de que les entregasen las medallas y la copa para bajar y llenar de besos a mi novio.

No voy a mentir, lloré feo cuando anunciaron al ganador y como estaban todos festejando. Sin mencionar la felicidad de Oriana a mi lado por el gol de su pareja, ese si fue un momento hermoso para nosotros aunque también celebramos con Mandinha las atajadas del papá de sus hijos. No sé, solamente fue especial para todos.

Nos dieron el okey para salir a la cancha y esperé a que la familia de Julián fuera a saludarlo primero. Él se veía tan feliz rodeado de esas personas que le hacían bien, de solo pensarlo tenía ganas de llorar de nuevo.

Cuando de lejos vi como de a poco se separaba de su hermano (el último en abrazarlo) agarré mis cosas y bajé las escaleras trotando para ir a colgarme de él como si fuese un koala.

Apenas me vió me hizo una seña con las manos para que pegue un salto y enriede mis piernas en su cintura. Probablemente casi lo mato pobre, pero ahí estaba dando el abrazo más sincero que pude tener.

—Es de ustedes, amor— le dije una vez que nos separamos y me bajó— Te amo con toda mi alma, felicidades.

—No hice ningún gol pero te lo dedico, gorda— respondió y le di un beso.

Estúpido Julián que me pone cursi.

Harrie | J. ÁlvarezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora