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26/6/2022
Buenos Aires, Argentina

——— Es uno de los últimos domingos que Julián y yo ibamos a pasar en Argentina y mis papás nos invitaron a comer ñoquis, aunque para mi es pecado comerlos antes del veintinueve; fuimos igual.

Ésta vez nos tocó a nosotros sentarnos atrás mientras Leti y Juampi iban de copilotos. Ellos ya sabían de la mudanza, pero mis papás y hermana no asi que tenía que decirles hoy o irme como si nada.

Creo que poco a poco voy perdonando a Bianca, obvio que nunca voy a olvidar lo que hizo y como lo hizo, pero no tenía ganas de hacerme mala leche por ella. Bueno, si está viviendo con su propia familia en la casa de mis papás; si me hago mala leche a veces.

Apenas llegamos fuimos recibidos por Perla (la mascota) y mi sobrino más grande que se seguía emocionando cada vez que veía a mi novio, solo que ahora le dice tío y no Julián Álvarez. Brian es el nene más dulce del mundo, siempre respetuoso, cariñoso y bien educado. Por lo menos yo ahora (y lástimosamente) estoy acostumbrada a ver nenes de su edad con telefonos, pero él es diferete y por suerte nada que ver a su papá.

Saludamos a mis papás, cuñado, hermana y sobrina chiquita para ponernos a hervir los ñoquis. Ni loca iba a pelar cincuenta mil papas, esperar a que se hagan, hacer puré, esperar a que enfríen y amasar, eso ya sobrepasa mis dotes culinarios.

—Que poquito falta para el mundial, Juli— mi mamá lo miró con una sonrisa— ¿Estás emocionado?

—Re, tengo fé en que podemos ganar— respondió con la misma ilusión en sus ojos con la que me hablaba a mi del mundial— Además va a estar ella asi que me emociona más.

Todos se rieron de mi cuando notaron que estaba sonrojada aunque yo les saqué el dedo del medio.

Unos minutos después mi mamá se levantó a ver si ya flotaban y gracias a todos los santos si, me estaba muriendo de hambre y menos mal que no se les ocurrió amasarlos ellos. Junto a Juampi puse los platos, cubiertos y el queso para rallar en la mesa.

Mi hermano no habla mucho cuando estamos acá por obvias razones, pero yo intentaba poner mi mejor cara cada vez que alguno de los tres "no deseados" decía algo. No sé si está mal, tampoco me importa mucho o al menos pretendo que no me importa.

Nos sentamos a comer sin dejar de hablar un segundo porque en mi familia podemos hablar hasta de los tipos de tierra por veinte horas seguidas, una maldición para algunos y un milagro para los que aman chamuyar.

—¿Qué pasó que no vinieron a pasar el día del padre acá?— preguntó mi papá mirandome— Solamente me mandaste un mensaje, ya me dejaste tirado.

—Pasamos con el papá de Julián— respondí sin quitar mi atención del plato de comida— Pero te avisé.

—Si, pero bueno...— alzó y bajó los hombros.

Mi papá es raro, nunca sabías cuándo joderlo o cuándo no, nos llevabamos bien solo si él quería y no es que ahora está así; siempre fue de esa forma.
Desde que tengo memoria me decían que él no era tan cariñoso con nosotros (el tan le queda demasiado grande) porque iba a serlo con los nietos. Es algo cruel si se ponen a pensar porque la primera vez que me lo dijeron yo tenía siete años y me despertaba todos los días queriendo ser su nieta para ver si al menos me decía "te quiero".

Mi mamá es todo lo opuesto a él. Ella es babosa con nosotros y con sus nietos, siempre se preocupó por darle importancia a nuestra salud mental desde que mi hermana se fue y gracias a ella empecé con psicologia porque en verdad me quedé muy pérdida cuando terminé la secundaria.

Acá se encargaron de la salsa y los ñoquis mientras que nosotros trajimos coca-cola y helado. En mi opinión la manaos es mejor que la coca, pero cuando me di cuenta Julián ya había pedido coca y encima no me dejó pagar, todo mal estoy a un like de dejarlo (mentira).

—Eh...Julián y yo nos vamos a mudar— confesé después de tragar tres ñoquis juntos, porque si no hay mucha comida en la boca entonces no es rico— A Inglaterra.

—Mentira...— los ojos de mi mamá se abrieron como platos— ¡Ay, mis amores!

Se levantó para abrazarnos a los dos con una sonrisa que nos contagió a nosotros también.

—Ya sabía, si en las noticias apareció que el City lo había comprado— el varón mayor exclamó sin dejar de comer.

—¿Podés ponerte feliz por ellos?— mi hermano lo confrontó, ganandose la atención de su progenitor— Te enojas porque una no trabaja, te enojas porque uno trabaja, pero dejó de estudiar y te enojas porque otra trabaja y estudia. No sé qué es lo que querés.

Todos nos quedamos en silencio y mi papá se levantó de la mesa para ir a su pieza, asi que enseguida escuchamos su puerta cerrarse. No quería ser mala, pero la paz que sentimos cuando él abandonó el lugar es inexplicable.

Ignoramos lo sucedido porque es mejor no darle atención a ese tipo de personas. Continuamos hablando de la mudanza y de cuándo sería llevado a cabo.

—Podés venir a festejar tu cumple acá así hacemos dos por uno— aconsejó mi hermana, haciendo referencia a su hija que nació el mismo día que yo— Lo hacemos a la tardecita asi no llegan tan a la noche a guardar todo para viajar.

—Si...— acepté, pero en verdad ni siquiera me gusta mi cumpleaños y si es por mi no le doy bola.

—Ya veintidos, mi chiquita— mamá sonrió con ternura mientras agarraba mi mano con delicadeza.

—Como la canción de Taylor Swift— dijo mi novio de la nada y yo reí un poco.

Harrie | J. ÁlvarezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora