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27/12/2021
Misiones, Argentina

——— Sin dudas la despedida con los Álvarez fue como pisar vidrios descalza, un dolor horrible que me hacía querer volver y quedarme a vivir con ellos. Me habían tratado tan bien y me encariñé tan rápido que quería llorar todas las nueve horas de viaje que teníamos hacia nuestro próximo destino.

Salimos de ahí a las cinco de la mañana y cuando vi nuevamente el cartel de Calchín tenía lágrimas en los ojos, hasta había gente que se levantó a esa hora para despedirse de nosotros.

La preciosa de María Emilia el día anterior nos llevó a mi y a Agus a una plaza a tomar tererés. Hablamos mucho y sobretodo juzgamos outfits de famosos como si fuesemos Donatella Versace.

Pero bueno, volviendo al ahora...

Durante todo el viaje se repitió la playlist -que ahora se hizo más larga- mientras tomabamos mates con galletitas de agua y conversabamos sobre mi familia materna e intentando que Julián reconociese a algunos con la descripción que daba.

Llegamos alrededor de las dos de la tarde y ahí entró mi pánico; si mis tíos de Buenos Aires eran una pesadilla, estos son el diablo reencarnado en cuatro personas diferentes porque encima también son cinco hermanos, mi mamá es la mayor y la única mujer.
Cuestión; llegamos, todo bien porque estaban timidos todavía. No fue hasta que llegó la hora de hacer el asado que los bosteros empezaron a hablar.

—Así quemamos una camiseta de river en dosmil once— dijo el varón mayor -Fabián- haciendo reir a los otros tres y a mi primito de siete años que era de boca por conveniencia— ¿Te acordás de eso vos, Julián?

—No sé, yo debuté en river y alcé la libertadores en otro país— sonrió arrogantemente y casi despierto a los que madrugaban de la risa.

—Mirá vos...— asintió el menor de todos; Enrique— Una vez que traes un novio y se comió un circo en el camino.

—Ya dejenlo— su hija de quince años retó al mayor y yo le sonreí— Julián, ¿ya conociste a los parientes de ella de allá?

Él me miró de reojo antes de contestar— Si, son buena gente.

—Acá son el triple de molestos— advirtió para después soltar una pequeña risa.

Mis papás y hermanos (que viajan aparte) estaban llegando porque mañana es el cumpleaños de mi abuela y bueno, querían estar todos para sus sesenta y ocho.
Y así fue; media hora después ahí estaban dandose el abrazo más largo del mundo, incluyendome obviamente.

A mi abuela casi le da un paro cardiaco de la emoción cuando conoció a los hijos de Bianca y más cuando la vió después de tanto. Es entendible, Bianca siempre fue la preferida acá, mi hermano era el preferido de los de allá y yo me quedaba en mi casa durmiendo mientras se juntaban a comer asado o algo así.

La casa no era muy grande, asi que nos metieron a mi y a Julián con Leti y Juampi, les cedimos la pieza completamente libre a los más chiquitos y a sus papás porque pobres, no conocían a nadie y daba un poco de miedo, apesar de que Luciana solo tenía meses no había que abrumarla.

(...)

Los conductores (Julián, mi papá, mi hermano y mi cuñado) se encontraban durmiendo después de manejar horas y horas con el sol en medio de la cara.

Harrie | J. ÁlvarezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora