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9/12/2022
Doha, Qatar

——— Ya no es sorpresa que diga otro día, otro partido, otro pasito más y en el mismo lugar de siempre.

Lo único raro y diferente es que habían personas de la doce a mi lado ésta vez. Cantaron canciones de boca en la previa e incluso pelearon con algunos gallinas, es una situación graciosa y por suerte nadie me pegó en el pecho, hasta me hablaron re bien diciendo que con una mano en el corazón; éste mundial se lo estaba llevando Julián.

No hice mucho en lo que empezaba el partido, solamente me saqué fotos, canté, salté y hablé con algunos hinchas que no paraban de elogiar a mi novio. Un secreto mío es que amo con todo mi ser escuchar como aman a Julián, saber que tiene apoyo pase lo que pase siempre es mi reconfortación, la gente de river, manchester y argentina lo aman tanto que dicen que es el heredero de Messi.

Julián es muchas cosas además de un buen jugador. Capaz para algunos no nos conocemos desde hace tanto, pero juro que es como si lo hubiese parido yo.
Ama el ruido de la lluvia, pero se pone triste al pensar en la gente y los animales que están sin un techo, disfruta pasar tiempo con cosas sencillas, su color preferido es el celeste, viviría a base de milanesas, es muy callado y a la vez muy loro, es amante eterno de la cómodidad; su cama. Le gusta escuchar chistes infántiles, la idea de tener una familia, las bicis, el aire libre, la música nacional (o provincial). También le gusto yo. Odia con su vida los aires acondicionados, las personas problemáticas, la mala educación y la falta de respeto. En mi opinión es una de las pocas personas que hoy en día vale la pena conocer.

Miré con una enorme sonrisa los primeros treinta minutos, hasta que el primer gol del chico dulce con el que hablé muy pocas veces llegó y lo gritamos como nunca, sumandole que desde hace rato vengo saltando y cantando con los bosteros como si los conociera de toda la vida.

—¡Señora de la araña!— me di la vuelta cuando me llamaron— ¿Quiere una seca? La tapamos para que no la filmen.

—¿De verdad?— fruncí el ceño y el chico me mostró los cigarrillos ilegales— Bueno dale.

Al final terminé haciéndome amiga de ellos porque cuando no estoy en mis cinco sentidos soy el ser humano más simpático del universo, además de que en el medio tiempo ya teniamos tres sustancias fumadas y estabamos hablando pelotudeces.

Con respecto al partido estaba bastante picante y tenía claro que si le tocaban un pixel de pelo a mi novio; iba a bajar esas escaleras e iba a matar a esas jirafas con mis propias manos.
Al que más le tenía bronca era al director técnico que parecía la reencarnación de Donald Trump, era naranja y subestimó al mejor país del mundo.

Vuelve a reanudarse el juego y no pasaba nada más que cambios, patadas e infartos con los casi goles. Está de más decir que en ningún momento me senté y mucho menos lo hice cuando uno de mis protegidos (Leo Paredes) entró en el cambio com Rodrigo.

Sentí como el mundo se destuvo por unos momentos cuando cobraron el penal a favor de Argentina y no lo podía patear alguien que no fuese el gran y mitologico Leo Messi. Gritamos al ver el festejo del topo gigio que le hizo al Holandés hijo de puta del DT.

Uno nos metió un gol y ya la bronca no nos la sacaba nadie, en mi sector estabamos desquiciados y cada vez que pateaban a alguien nos alentaba a seguir queriendo ir a la cancha para reventar al rival.

Para colmo Scaloni sacó a mi chico, pero puso a Lauti Martínez que es un rey asi que no pasa nada, yo tengo toda mi fé en él y se merece meter veinte goles por lo de Arabia Saudita que fue un completo robo.

—¡Bien, amor!— grité en dirección a Julián— ¡Picame toda!

Casi en el minuto noventa se atrevieron a ponerle un dedo encima a Messi y a Leandro se le ocurrió sacarle la pelota a dos jugadores seguidos y encima patearla directo al banco de suplentes de Holanda, cosa que me asustó por completo porque no me lo espéraba. Pero tampoco me espéraba que se armase un quilombo y que empujaran a mi amigo.

—¡¿Qué lo tocas la concha de tu madre?!— alcé la voz directo a donde se había pudrido— ¡Señor dejeme bajar!

—No puedo, señorita Álvarez. Menos ahora que está pasando esto— se negó el seguridad que estaba al final de las escaleras.

—Bueno perdón— lo miré triste y él me sonrió con ternura— Que no se meta Julián, que no se meta Julián, que no se meta Julián.

Sabía que si mi chico se iba para pelear con los otros iba a sacarme de quicio y que sin dudarlo y sin preguntar iba a bajar aquellas escaleras, no me importaba nada.

No voy a mentir, estoy asustadisima por esos holandeses. Lean obviamente hizo mal en patear la pelota de esa manera, pero si incluso mata a alguno en medio de la cancha; yo lo voy a defender a muerte.

—¡Pero cómo vas a alargar diez minutos, pelado hijo de re mil puta la concha de tu madre!— volví a gritar a la cancha aunque claramente nadie me escucharía.

Éste partido es cualquier cosa y nos dimos cuenta cuando le dieron una tarjeta amarilla a Messi y encima nos metieron el empate. Ahora mismo estoy llorando a mares, pero nunca con las esperanzas por el suelo.

Me retaron varias veces por colgarme de la baranda y que casi me caiga de cabeza por las escaleras, pero no importa, es mejor ir al hospital ahora antes de que me de un ataque.

Los penales llegaron y no pude parar de sollozar un segundo. Me trasporté a mis trece/catorce años de nuevo, mirando la semifinal contra Holanda y con el corazón en la garganta, solo que ahora quería ganar por alguien en especifico.

Nunca mencioné esto, pero estar en una relación con un futbolista durante el mundial es lo más cómplicado de todo el mundo, y mucho más si son amigas de sus compañeros. Se vive una perspectiva que nada que ver. En la tele puede verse la decepción en las caras por un fallo, pero escucharlos menospreciarse por tocar una pelota con la mano sin querer, errar un gol o incluso porque le dieron una tarjeta amarilla sin dudas es la peor sensación que existe y no se la deseo a nadie.

Los ataques ya habían cesado un poco y si el próximo metía; pasabamos a la semifinal. El hecho de que Enzo errara su gol me puso triste, sé que estaba nervioso y que ahora va a ponerse bajón, pero no pasa nada hay que apoyarlo siempre.

—No...— se quejaron un par cuando vieron que era Lauti al que le tocaba el penal decisivo.

—¡¿Cómo que no?!— me di la vuelta a mirarlos a todos— ¡Dale Lautaro, vos podés!

Los holandeses tuvieron el descaro de ir a manipular al veintidos, pero él no se dejó y cuando sonó el silbato; se terminó su mufa interna. Saltamos, lloramos y gritamos, sufrimos como si pasaramos la final porque vivimoss cada paso como si fuese el último.

Minutos más tarde la familia se adentró a la cancha para felicitar a los jugadores.

—¿Por qué no va a felicitarlo, mujer de la araña?— preguntó la chica a mi lado.

—Espero a que vaya su familia— le sonrío y ella asiente.

Al ratito nomás mi chico vino trotando hacia las escaleras y saludó a un par de nenes que se volvieron locos por él. Me ayudó a trepar la baranda y le di un beso, recibiendo silbidos de parte de mis nuevos amigos.

—¿Qué te pasó, amor? Tenés los ojitos rojos— tocó mis cachetes que estaban humedos por las lágrimas.

—Estoy re loca— reimos juntos y le saqué algunas fotos con lo que se habían juntado conmigo.

Nos fuimos a seguir festejando al medio de la cancha y felicitaba a cada jugador que podía y se lo merecía (todos). El que más me emocionó sin dudas fue Messi.

—Felicidades, Messi— sonreí con timidez y él me abrazó, estaba tocando el cielo sin estar muerta— Te amo, sos mi idolo y nunca te lo dije.

—Es un triunfo de todos— nos separamos y ya me puse a llorar de nuevo— Mmm...vos tenés un olorcito raro.

—Estuve con la doce, con eso te digo todo.

Harrie | J. ÁlvarezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora