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24/1/2023
Manchester, Inglaterra

——— Mi familia y la de Julián se encontraban de visita en Manchester, pero en hoteles porque en nuestro humilde departamento no entran todos.

Me ponía nerviosa que esté mi mamá y mis hermanos acá conviviendo con mis suegros y mis cuñados, se sentía raro, como cuando juntas a tus dos grupos de amigos que nada que ver en tu cumpleaños, solo que ahora nos juntamos de la mismisima nada.

Miré a todos los presentes que mantenían conversaciones fluidas y después estaba yo al lado de mi novio moviendo mi pierna con nerviosismo, él intentaba calmarme sonriendome de vez en cuando o poniendo una mano en mi muslo, aunque ni así pude relajarme.

Jugué con la comida en lo que me entraban ganas de comerla, lástimosamente no tuve el resultado que quería. Mi mamá me puso más nerviosa cuando comentó la mudanza de pareja que hicimos con Julián y opinó del tiempo solos, creyendo que nos matabamos apenas la puerta se cerraba.

—Y si son dos nenes, Mari— rieron ambas progenitoras— Se meten a su casa y juegan con dinosaurios seguro.

—No te olvides de que deben vivir a base de milanesas— negó con la cebeza mi suegra.

Todos en la mesa parecían estar pasando un buen rato y eso me ponía feliz, pero hoy particularmente tenía ganas de comerme todas las uñas posibles.

Pedí perdón antes de levantarme e ir al baño bajo la atenta mirada de todos. Lavé mi cara haciendo lo más que podía para despavilarme, tampoco funcionó eso. Varias veces miré mi reflejo en el espejo, notando lo sonrojados que tenía los cachetes.

Mi respiración comenzó a agitarse y el oxigeno cada vez parecía menos. Desesperadamente busqué alguna ventana chiquita donde tuviese acceso a aire fresco, por suerte había una arriba del lavamanos e hice malabares para poder ponerme de puntitas y conseguir aunque sea un poco.

Lo malo llegó cuando ya no pude escuchar y casi no ver nada, mis piernas temblaban y mi pecho dolía. Sentía que en cualquier momento alguien iba a entrar e iba a encontrarme sin vida, y ni siquiera traje mi telefono para avisar que no me dejen acá.

A duras penas me senté en el piso frío y con una mano en mi pecho intenté hacer que mis latidos se calmasen para poder respirar en paz. En mi poco campo de visión apareció Bianca que rápidamente se acercó a mi y se agachó agarrandome la cara.

—¿Jaz? ¿Qué te pasa?— apenas escuché como su voz estaba alterada y no pude responder porque si lo hacía iba a escaparse todo mi oxigeno— Voy a llamar a una ambulancia.

Negué rápidamente con la cabeza y mi hermana me miró completamente asustada, como si el diablo hubiese poseido mi cuerpo y lo estaba viendo ahora mismo. Apoyé como pude mi cabeza en su pecho y casi de inmediato me rodeó con sus brazos reconfortandome.

Poco a poco sentí que volvía a la vida completamente y la sensación de satisfacción llegó a mi ser.

—¿Qué fue eso?— preguntó con su tono de voz más relajado, pero sin que la preocupación desaparezca.

—Nada.

—¿Es la primera vez que te pasa?— continuó interrogandome y yo negué.

—Perdón. No tenías que haber visto eso— me separé lentamente de ella— Estoy bien.

—No, no estás bien— exclamó con total seriedad, como si fuese mi mamá— ¿Qué te pasa, Jazmín?

Dudé en contarle, dudé muchisimo más de lo que pensaba que iba a hacerlo, pero al final solté un pesado suspiro y se lo dije.

—Estoy embarazada— confesé evitando mirarla a los ojos, pero sabía que se encontraba sonriendo.

—Eso es una hermosa noticia, porotita, ¿por qué te ponés mal?— puso un mechón de pelo atrás de mi oreja— Julián te ama y lo sabés.

—Es que no sé qué hacer, siento que todos están en mi contra y no sé por qué— tapé mi cara con ambas manos— Los dos estamos felices y se supone que hoy vamos a darles la noticia a todos, ¿pero qué pasa si no soy tan buena madre? ¿Y si le pasa algo por estas cosas que me pasan a mi?

—Escuchame— agarró mis manos y me hizo mirarla— Vas a salir allá, vas a dar la noticia más linda que esa gente ahí afuera que te ama podría recibir y mañana o cualquier día vamos al hospital para ayudarte a vos. Es dificil, Jaz. Ser mamá es lo más dificil que puede existir, no es ni un poquito de lo que te vas a imaginar en lo que crece el bebé, pero acá estamos y nadie va a dejarte sola. No de nuevo.

—¿Cómo sé que no voy a quedarme sola de nuevo?

—Porque ahora tenés a tu hijo y a Julián. Estás empezando tu propia familia que siempre va a demostrarte su amor— sonrió sin mostrarme sus dientes.

—Eso lo sacaste de una canción de Harry— reí un poco y ella asintió— ¿En serio me va a querer tanto?

—¿Vos amas a mami con todo tu corazón?— asentí— Ahí tenés tu respuesta.

(...)

Volvimos a la mesa y lo primero que escuchamos fue que el tema de conversación está siendo el mundial, mi hermano debatía seriamente con mis cuñados por quiénes podrían ser los próximos nuevos jugadores en la Scaloneta.

Julián me sonrió para después preguntarme si estaba todo bien, le respondí que si y continuamos escuchando algunas pelotudeces que decían nuestros hermanos.

Pasaron al tema de que no había ni un soltero en el equipo y que casi todos eran padres.

—Claro, pero De Paul tiene a sus dos nenes más allá de lo que está pasando— explicó Juampi— Quedarían Dybala, Lisandro, Nahuel, Tagliafico, Montiel, Mac Allister y Julián solamente. Los demás tienen a sus hijos de más de un año casi.

—Bueno...— me metí en la conversación, ganandome la atención de todos— Julián también entra en la lista, solamente que tiene menos de dos meses.

—Mentira...— Mariana fue la primera en reaccionar y se lavantó al mismo tiempo que mi mamá para abrazarnos entre llantos— ¡Ay, mis amores!

—¡Vamos a ser abuelas!— fue el turno de mi progenitora de hablar y todos esperaron a su turno para felicitarnos.

Cuando se calmaron sin dejar de llorar pudieron sentarse y empezar con las preguntas al respecto. Bueno, los chistes también participaron.

—Asi que de regalito por ser campeón del mundo— Rafael ya calculó las fechas y Agus le dió un manotazo por ser tan atrevido, aunque todos nos reimos.

—No bueno, que gay que sos, Julián— lo molestó mi hermano.

—Preguntale a tu hermana si soy gay— bromeó de nuevo y lo miré mal mientras que Juampi le sacó el dedo del medio.

—Te apareaste con mi hermana, hijo de puta— le tiró una servilleta y otra ronda de risas inundó el lugar.

Jamás me sentí tan cómoda con un grupo de personas como ahora. Estaba feliz y era querida, supe en ese instante que iban a apoyarme en todo, incluso si en el baño entraba cualquiera que no fuese mi hermana.

Harrie | J. ÁlvarezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora