44. 18:00 PM

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18/12/2022
Doha, Qatar

——— Prácticamente corrí para tener mi tan amada cábala, últimamente andaban robando asientos y la verdad que no tenía ganas de cagarme a piñas en público por un lugar.

No dejé de llorar desde que le ganamos a Croacia, sentía que había un enorme fallo en la realidad porque estaba viendo en vivo y en directo la final del mundial. Hoy ni siquiera me maquillé, sabía que si perdiamos o ganabamos iba a quedar igual de destruida.

Estuve toda la noche mensajeandome con mi novio, sonriendo cada vez que me contaba lo emocionado y nervioso que estaba. Lo fui a ver un rato en su hotel, no me importó que fuesen las tres de la madrugada, si él necesitaba un abrazo yo iba a estar para darselo.

Me até el pelo con media colita y me senté a jugar un juego de cocina en lo que empezaba el partido o alguien me hablaba para saludar o pedirme una foto, cosa que no tardó en llegar porque no pude hacer ni un bizcochuelo que ya andaba sonriendole a una cámara.

Mi gárganta dolía de los nervios, mi estomago parecía querer salirse y mi cabeza no daba más, necesitaba un descanso de éste mes tan atareado. No veía la hora de que esto términe para dejar de sufrir tanto e irme a acostar en paz con Julián y nuestros hijos.

Grité, bailé, salté, canté y alenté cada vez que tuve la oportunidad de hacerlo y los hinchas surtidos me incluían en sus cantos. A veces me ofrecen de comer y otras veces de tomar, asi que no me daba miedo que mi sanguchito de queso y tomate que me preparó mi suegra con mucho cariño no me alcance.

El acto de incio se hizo presente y al rato estabamos cantando nuestro bellisimo himno a todo pulmón, si no lo vivimos ahora, nunca vamos a vivirlo o al menos no como Julián que cantaba como el menos tímido. Además tenemos a Lali interpretandolo como una reina, asi que todas nuestras emociones eran multiplicadas por mil.

Comenzó el primer tiempo y nuestra taquicardia ya no era con cada acercamiento al arco, sino que cada minimo pase nos hacía lagrimear e ilusionarnos. Si bien me enfocaba más en mi novio; tenía momentos para todos y no hay nada que adore más en el mundo que ver a los que me rodean cumpliendo uno de sus sueños, más allá de si ganan o pierden, yo soy feliz por llegar a la final.

En el minuto veinte teniamos a un Di Maria determinado a hacer gol y fue parado por Dembélé desde atrás. El universo nos escuchó a todos los argentinos porque fue en la zona donde se marcaban los penales y nuestra primera oportunidad de gol llegó.

Me abracé de los hombros con los desconocidos a mi lado viendo atentamente a Messi a nada de dar el primer paso para ser campeones del mundo. El silbato sonó y la pelota rodó hacia el arco; marcando el gol que voy a recordar toda mi vida.

Como unos diez minutos después vino el segundo y no podía tratarse de nadie más ni nadie menos que del Fideo, como siempre dandonos su corazoncito que tanto amamos y sus ojos llenos de felicidad que conmueve a cada ser humano. En éste punto no veía nada, y no; no se me bajó la presión, simplemente era un cementerio de lágrimas.

En todo el mundial solo tuve dos veces en la que me dije que no podíamos perder por nada del mundo; hoy fue una de esas y supe que no iba a ser fácil, somos argentinos, nada nos viene de arriba, pero al final del día festejamos una cosa o la otra.

—Dios santo...— dijo la mujer a mi lado llorando— Tengo un mal presentimiento de todo esto...

—Está siendo muy fácil, ¿no?— ella asintió ante mi pregunta— Mi lado bruja está gritandome que todos están ojeados.

Harrie | J. ÁlvarezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora