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20/12/2022
Buenos Aires, Argentina

——— Después de un larguisimo día de estar festejando en la calle con cinco millones de argentinos; pude llegar a donde me quedaría con mi novio hasta mañana que viajamos a Calchín para visitar a la gente de Julián.

Entré y cerré la puerta atrás mío, anoche apenas llegué busqué un lugar así nomás porque según el campeón del mundo hace mucho que no dormimos juntos y ya me andaba extrañando, asi que como parte de su premio fui a comprarle milanesas y papa para cocinarle.
Si bien yo no como carne; él frita sus milanesas mientras yo pongo las mías al horno.

Dejé mis compras que conseguí de pedo por el feriado nacional en la mesa y fui directo a darme una ducha. Ya tenía olor a transpiración y por suerte no me quemé tanto, por eso no tuve problemas con el roce de la ropa al sacarmela.

Me metí al agua fría como venga, me dolían las piernas y ya quería salir para sentarme en la cama a descansar un poquito. Asi que salí, me puse ropa cómoda y prácticamente fui arrastrada por la gravedad para irme a acostar. Poco duró mi descanso porque enseguida entró Álvarez con la camisa desprendida, su medalla y con Enzo trayendolo del pedo que tenía.

—Acá te traje a tu marido— me avisó el ex-gallina y yo le sonreí, ayudandolo también con el chico.

—Y eso que le dije que se ponga protector— reté al poco consciente y su amigo se rió— Gracias, Enzo, ¿te quedas un ratito?

—No tranqui, mi mujer me está espérando con mi bebé— él me saludó con un beso en el cachete y un abrazo— Capaz que ésta sea la última vez que nos veamos, pero vayan a casa cuando se les cante el culo, no necesitan invitación.

—Gracias, campeón— sobé su espalda— Arreglamos apenas tengan tiempo libre entonces.

Fernandez me dijo algunas cosas más, repitiendo que si o si vayamos a verlos para después irse. A todo esto Julián estaba sentado cantando muchachos y mientras intentaba charlar normal con nuestro amigo; él movía los brazos al ritmo de su canto.

Lo miré y él a mi también sabiendo que tocaba tomar un vaso de agua obligado y un baño. Se levantó a regañadientes y se sirvió a duras penas un poco de líquido hasta que yo llegué a su lado y le serví bien.

Le advertí que tomara despacio y lo hizo gracias a todos los santos. Dejó el vaso de vidrio en mis manos y se sacó su piluso, los zapatos y la medalla para ir directo al baño, donde también tuve que acompañarlo yo.

Literalmente no le dije ni una palabra desde que llegó y él solo supuso qué era lo que iba a pedirle para bajar su borrachera. Le sonreí cuando estaba espérandome como un nene chiquito a que le saque la ropa y después de sacarle la bonita camisa violeta y colgarla; seguí con el pantalón dejandolo en ropa interior para no incomodarlo.

—Hoy le dije a Messi te amo— contó felizmente— Y él...me dijo que...gracias por los goles y...y fui al baño a llorar.

—Que bueno, amor— quise reir por como le cambiaba la voz en ese estado, pero me resistí— El agua está calentita ya, metete.

—Ay, que linda que sos, Jazmín— hizo piquito para que me acercase a él y le diese un besito— Te amo y si querés voy a buscar al australiano por golpear lo que es mío.

—Yo también te amo— agarré su brazo para meterlo a la ducha y se quejó al sentir tan de repente el agua— ¿Podrías agachar un poco la cabeza asi te lavo el pelo?

No podía creer que estaba hablandole a mi novio como si fuese un nene y él me hacía caso como si yo fuese su mamá.
Puse shampoo en su cabeza y le pedí que cerrara los ojos para que no le piquen, seguí con el acondicionador y cuando ya curé sus pelos duros por toda la espumita que le tiraron; empecé a pasar el jabón por sus brazos todos rojos.

Se quejó varias veces porque estaba demasiado quemado, no le hice caso porque sino iba a querer salir de la ducha y me iba a enojar por eso.

Lo enjuagué y lo tapé con una toalla para sentarlo en el inodoro con la tapa bajada en lo que buscaba ropa cómoda en su valija. Agarré una bermuda, una remera y ropa interior, y se la dejé a él para que se cambie.

Le di demasiada confianza, o bueno, no tanta porque cerré la puerta para darle su privacidad y me quedé afuera esperando a que me dejase pasar. Al ratito él salió con su carita de nene regañado.

—Me duele— tocó su hombro izquierdo y solté un pesado suspiro— Dejá de retarme, mami.

—No te reto, fue culpa mía porque no me di cuenta— tuve que ayudarlo a sacarse la remera y ahora lo llevé a la cocina para que se siente— Te dije que te pongas protector, bebé.

Se sentó en una silla mientras buscaba alguna crema para aliviar su dolor en mi cartera, por suerte llevé algo, asi que enseguida estuve de nuevo compartiendo espacio con Julián.

Me posicioné entre sus piernas y levanté su mentón con mis manos para que me mirase y bajo su atenta mirada pasé la crema por toda su cara que no se salvó de estar roja.

—Me encanta cuando vos te pones así de dominante— pasó sus manos por mi cintura— Te vi hoy en la caravana, estabas hermosa.

—Con olor a chivo— respondí y se rió de mi— Yo te vi con la camisa desprendida y con tus tetas al aire.

—¿Ah, si? ¿Y te pusiste celosa?— alzó y bajó las cejas repetidas veces.

—Si yo me hubiese puesto celosa, me habría sacado la remera también— dejé un pequeño beso en sus labios— Que lindo sos había sido...

—Ay dios, ¿qué te dije el domingo yo?

—¿Que me despierte porque Louis me comentó la foto?— me aparté de él para ahora pasarle la crema en la espalda.

—Te dije que más te vale que recibas bien al campeón del mundo. Vengo acá, me tratas como a tu hijo, me cagas a pedos y todo eso vestida— dijo entre palabras tontas y yo le di un manotazo en el brazo.

—Dejá de ser tan alzado un ratito— lo reté por milésima vez en el día.

Harrie | J. ÁlvarezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora