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29/8/2022
Manchester, Inglaterra

——— Literalmente no hay nada interesante para chusmear. Nuestra rutina es levantarnos, ir a trabajar y volver para mirar una pelicula/serie o ir a pasear por ahí.

En mi trabajo ya hice amigas y me sentía más cómoda al igual que Julián, a quien tuve que hacerle una lista de algunas cosas en inglés básicas para irse guiando poco a poco. Por suerte él es de esas personas que te presta atención cuando explicas y aprende rápido, asi que no fue tanto quilombo enseñarle un poquito.

La cafetería es demasiado hermosa, hay olor a café y cosas dulces la mayor parte del tiempo, la gente es buena y de los locos se encargan mis jefes. Si, hay locos como aparecen en los tiktoks de Nueva York.

Ahora mismo tenía que servir tres cafés y panqueques para un grupo de amigos adolescentes. Los chicos en Argentina vienen cada vez con más cara de bebés, pero acá siguen pareciendo de treinta años, capaz es bueno porque quieren comprar alcohol, qué sé yo.

Me acerqué a ellos con el pédido en manos y les dejé las cosas en medio para que cada uno agarre lo que quiera o el que más le guste, aunque son todos iguales.

—Thank you— sonrió el único rubio del grupo— Oh my god, you're the girlfriend of Haaland?

—Fuck off, lad. She's the girlfriend of that Argentinian boy...— fue el momento más incómodo de mi vida porque me quedé ahí parada a ver si me decían algo, era de muy mala educación si me iba en ese momento— ¡Julián Álvarez!

—What are you doing here, lady?— cuestionó nuevamente el rubio.

—Working...— les mostré el cartelito con mi nombre— Like everyone...i think.

—You're British?— negué con la cabeza— Oh, you have the accent.

—Can we take a photo with you, please?— preguntó uno de los dos morochos con una voz tan tierna y yo asentí, obviamente.

Me saqué la foto con cada uno de ellos disimuladamente para que no me reten los encargados.

Volví a la parte de atrás cuando me di cuenta de que eran casi las una y Julián enseguida iba a pasar a buscarme como casi siempre. Me despedí de mis compañeros después de cambiarme y salí a esperar en la esquina sentada en el cordón.

A los minutos mi novio estacionó en medio de la calle con las dos luces prendidas para que vaya a subirme rápido, lo saludé con un beso y nos pusimos en marcha para ir a casa.

(...)

18:39 PM

Mientras Julián dormía una siesta yo limpiaba y jugaba con los gatos. No es algo que siempre pase eso de que él no hace nada y yo limpio, solo que ésta semana estaba un poco cansado y hay que apoyarlo aunque una siesta es lo minimo que puedo hacer por él.

Como hace calor a veces tiramos un colchón en el piso del living y dormimos unas horas con los gatos acompañandonos. Peter odia a Sirius, pero parece que se ponían de acuerdo para converncernos de hacer payasadas. Nuestros gatos tienen esa personalidad de viejo amargado y a la vez de nenes juguetones, y los amamos por eso.

Me preparé una leche con cereales y me acosté en el piso a mirar videos de terror con los auriculares para no molestar a mi pareja durmiendo.

Algo gracioso (o que puede dar miedo) es que tengo ese don de poder dormir con un pie destapado, no importa si vi veinte peliculas de terror e incluso si me visitó un fantasma en persona, si hace calor; yo saco la pata sin importarme nada. Julián por otro lado si le da miedo eso, si hace calor y quiere tener un pie afuera me pide que ponga los míos arriba de los suyos, una total pesadilla para los patafobicos.

Ahora mismo tenía a Peter acostado en mi espalda y a Sirius en mis piernas como una frasada de gatitos. Mi paz era estar con ellos y ver algún que otro video de animales siendo rescatados mientras lloro como tonta.

Unos pasos llamaron la atención de mis hijos y no supe si era su papá o un fantasma que nos venía a asustar por creer en doc tops. Gracias a todos los santos la primer opción fue la correcta.

—Amor, tenés los ojitos hinchados— apagué el telefono para darle mi atención.

—El culo hinchado de tantos cachetazos te voy a dejar si te seguís acostando así— exclamó el dulce y timido cordobés.

—Pelotudo, enfrente de los nenes no— agarré una almohada y se la tiré al pecho— Vos si que te pasas, Julián.

—Pero te gusta— su lado egocentrico que casi nadie conoce lo hizo sonreír— ¿Qué vamos a comer hoy? Además de entre nosotros.

—Era terror en la montaña de la nada— bromee para molestarlo y lástimosamente me paré para ver que había en los muebles con él a mi lado— ¿Un guiso de fideos sin animales muertos?

—Amor...— se quejó apoyandose en mi hombro mientras pasaba sus brazos alrededor de mi cintura— Yo quiero un pollo.

—Cocinate vos entonces porque yo no voy a comer ese cadaver— fue mi turno de abrazarlo— Ya demasiado que anoche te hice esa hamburguesa.

—Y parecía que la vaca se acercó a mi para darme leche— rió y al instante se me vino a la mente que se había regalado.

—Re gay— lo separé de mi para volver a acomodarme en el sillón— Estás raro hoy, Julián.

—¿Yo? ¿Por?

—Transpiras sexo— entrecerré los ojos mientras él se reía— Pareces Enzo.

Harrie | J. ÁlvarezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora