Capitulo 72

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Esto era demasiado, mis pensamientos viajaban entre lo que estaban viendo mis ojos y el cómo llegamos a esto.... 

Soledad a mi lado alentaba a los dos hombres que se golpeaban como simios de una manera eufórica, si a ella no parecía molestarle  el hecho que mi hermano y mi novio, sí dije mi novio se estuvieran dando una paliza. 

¿Pero cómo llegamos a esto? Es un poco cómico si lo pienso bien ...

Una semana después de salir de Rusia que por cierto tengo que aclarar que jamás en mi vida volveré a pisar esa tierra para mi maldita, nos instalamos en Brasil. Dos días después Chan y Eduardo desaparecieron con la excusa de que tenían asuntos que resolver.   

"Los asuntos..." Destruir toda descendencia y parentesco sanguíneo de los Volkon, los desgraciados desaparecieron por un mes completo y no dieron señales de vida dejándonos a Soledad y a mí en el limbo de malos presagios. Por suerte una bebida llamada caipiriña típica de la zona nos acompañó la mayoría de los días, casi volviéndonos alcohólicas, gracias a eso Carlos se apiado de nosotras y nos contó lo que estaba pasando. Quedamos más tranquilas pero con los hígados destruidos. 

Una noche mientras dormía sentí los brazos de Eduardo envolverme por la espalda y pegarme a su cuerpo posesivamente, volví a dormirme convencida que solo era un sueño. Grande fue mi sorpresa al amanecer cuando desperté sobre su torso desnudo.     

Después de una charla que consistió en besos, caricias y el entre mis piernas, preparamos unas mochilas y nos fugamos de Brasil dejándole una nota a mi hermano explicándole que volveríamos en un mes aproximadamente para que no se preocupara. 

Los hechos eran notables Eduardo me gustaba, le quería pero realmente no le conocía y quería tener la oportunidad de hacerlo sin la presencia de terceros. El me daba esa sensación de seguridad que nadie más había podido darme, era como si realmente todo me arrastrará a él.

Entonces empezamos nuestra aventura viajamos primero a Puerto Rico nos hospedamos en un hostal con vista a una hermosa playa, por supuesto con nombres falsos. Quince días en el paraíso, precisamente así se sintieron. Parecíamos una pareja de casados y no porque yo lo dijese sino la gente lo remarcaba en cada vez que nos veían.  

Tuvimos la oportunidad de convivir y conocernos más a fondo aunque el parecía ya conocerme a la perfección, conocí a ese chico romántico y detallista que llevaba oculto en lo más profundo de él.  

No me aburria de las noches en donde hacíamos el amor sobre la arena, ni esos detalles con los que él me despertaba que iban desde flores hasta chocolates, por primera vez en mi vida me gustaba lo cursi. 

Cuando Chan logro rastrearnos empacamos y nos fugamos a ver a mi familia. Estuvimos una semana con Analía y mi amada madre, que por cierto estaba más encantada con mi novio que conmigo. Había que admitir que Eduardo no perdía oportunidad de meterse a mi madre en el bolsillo, el, la llevaba a hacer las compras, le solucionaba cualquier problema en la casa y hasta cocinaba para ella.    

Mientras tanto yo disfrutaba de mi hermana. Analía estaba recuperada gracias a la ayuda psicológica que Chan le había proporcionado, aunque se había vuelto menos risueña y más seria. Estaba estudiando un doctorado para maestra prescolar algo que la tenía emocionada aunque no lo admitiera. Decidimos hacer un ritual una noche y prendimos fuego el diario de Analía en una fogata improvisada en el patio de la casa, prometimos que dejaríamos atrás todo lo malo y viviríamos lo mejor posible desde ahora en adelante.  

Mi madre también había mejorado románticamente ya que estaba saliendo con un hombre de la zona que por unas pocas llamadas de mi acompañante sabíamos que era una persona limpia de antecedentes criminales, viudo y muy querido en la pequeña ciudad. Todo parecía estabilizarse en nuestras vidas. 

EL Diario de AnalíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora