CAPITULO 28

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Gabriela 

Después de una mañana movida como la que había tenido me dedique a aprontarme para encargarnos de buscar nueva casa, sabia con seguridad que esto tenía que ver con el "ladrón" del día anterior  y mi única explicación coherente era que esto se debía a Analía, tal vez esa gente estaba investigando sobre su familia. Algo que me ponía un poco nerviosa por mi madre  aunque esta estuviera a muchas millas de distancia aun así me inquietaba. Sabía que Chan tenía todo cubierto por más que no me lo digiera.  

No me molestaba en lo más mínimo los secretos de mi amigo ponía las manos en el fuego por él, sea que estuviera en malos pasos o no. Yo sé que debería ser lo contrario, que como su amiga debería tratar de llevarlo por el buen camino, pero realmente no me metería en sus asuntos todo lo contrario estaría a su disposición por si necesitaba de mi ayuda para salir de algún problema.  

Eduardo era otro tema, había descubierto que tenía dos personalidades una era la que conocí en el aeropuerto justo a mi llegada la otra era ese chico sésil con aires misteriosos que demostró ser en el club en la noche ¿Cuál de las dos era la verdadera? Aun no lo descubría, pero lo aria. Sabía que él y Chan tenían un especie de lazo de lealtad, era demasiado evidente que cuando mi amigo hablaba para él era una orden directa y solo hay dos formas de ganarse esa obediencia, lealtad o miedo.  No iba a decir que Chan enojado no era de temer por que aunque jamás lo demostró delante mío sabia de buena fuente de algunos tipos que terminaron en el hospital gracias a él, pero ese no era el caso con Eduardo. Así que seguía presente que el motivo era la lealtad.  

Tome la carpeta con las propiedades en mi mano y para hacerlo más simple busque con mi teléfono las ubicaciones, cuando encontré la mejor ubicada solo doble la hoja para luego llevársela a Eduardo y terminar con esto de una vez, no estaba de ánimos para estar recorriendo la cuidad en busca de casas.   

-Veamos esta casa y listo - El tomo la carpeta y asintió-

- ¿Solo veras esta?-Me dijo y tomo la chaqueta sobre la silla para caminar a la salida-

-Si es la más cercana al centro y digamos la verdad ni tu ni yo tenemos ganas de andar por toda la cuidad en busca de vivienda- Dije mientras lo seguía- Además necesitó hacer algunas compras en especial si vamos por Aldo nuevamente -

- Bien vamos entonces -

El camino fue tranquilo Eduardo me estuvo contando sobre los hábitos de Aldo y algo mas sobre Leon, por supuesto que no me sorprendía que las  rutinas de Aldo fueran  de chico rico, pero la de Leon eran francamente algo muy diferentes, carreras clandestinas, prostíbulos y casinos era toda su vida en general por supuesto que también compartía tiempo en los clubs con su amigo pero a diferencia del parecía un rebelde sin causa, me intrigaba.    

-Lo extraño es que hace cinco días nadie lo ha visto y se por buena fuente que su hermano llego justo en esa fecha a la cuidad-  

-Debe estar trabajando con el ¿no? -

-No lo creo como decía la información que nos dio el jefazo su relación no es de lo mejor, además él no es de dejar su rutina a menos que salga del país y no lo ha hecho-

-¿Tu qué crees?- 

-Yo diría que el chaval se mandó alguna metida de pata y está castigado- Carcajeo-

-Supongo que tiene sentido - Lo acompañe con sus burlas referidas a el chico rico-

-Ya llegamos -  

Nos tomó menos de quince minutos recorrer toda la propiedad y no era porque era pequeña solo queríamos terminar rápido. Eduardo cerro el negocio rápidamente para poder mudarnos mañana mismo y salimos rumbo hacer compras.  

-Imaginó que tendremos que comprar ropa en una de esas tiendas para gente adinerada ¿no?-

-No de tal manera, si nos guiamos por los gustos de Aldo el parece tiene una debilidad por las chicas no muy pudientes, así que solo busquemos algo intermedio- Hable con tranquilidad- Además no pienso gastarme todos mis ahorros para alegrarle el ojo a ese bastardo-

-Todavía tienes la tarjeta que te di, puedes gastarla tranquila no tiene límite- Puse una mano en mi pecho con fingida sorpresa y sonrió- 

-Hay chico, acabas de cometer el peor error de tu vida - Su expresión cambio de felicidad a espanto-

-Jamás le des una tarjeta a una mujer y le digas que no tiene fondos- Comencé a reír como una loca- Acabas de cavar tu propia tumba- 

No era por ser malvada pero mi sonrisa de satisfacción por la cara de Eduardo era muy evidente, estábamos saliendo de la tercera tienda sus manos estaban cargadas con bolsas y su expresión era de una total desespero. Me tome el tiempo de mandarle una foto a Chan con un mensaje que decía "Puedes creer que me dio una tarjeta de crédito sin fondo" Su respuesta llego poco después " Pobre alma descarriada, no sabe con quién se metió !! Disfrútalo¡¡ Pdta. Estoy necesitando una chaqueta nueva"   

-Sera mejor llevar esas bolsas al auto para comprar la vestimenta para ir al club- Derrota, si esa era su expresión- 

Dos horas después estábamos en el estacionamiento del lugar, Eduardo vestía ropa deportiva como todos los chicos ricos,  mientras  yo tenía un vestido de encaje muy delicado con zapatos y cartera a juego que no era para nada mi estilo, pero gracias a mi vestimenta Eduardo había cambiado la cara de velorio que se traía desde hacía un rato ya. Le había enviado una foto a Chan con el puesto  y según el parecía un ángel.    

Nos guiaron a un hermoso balcón, en donde teníamos vista completa de la cancha de tenis en donde precisamente se encontraba Aldo.  

-Ten cuidado, desde aquí te podre ver pero no llegaría rápido si intenta algo-

-Tranquilo no lo creo tan estúpido para actuar delante de tanta gente-

-Eso espero porque donde Chan se entere de lo que estamos haciendo si voy a perder mis pelotas- sonreí-

-Tanta ingenuidad hasta te hace parecer tierno- Apoye el codo en la mesa y mi mano sobre el mentón- ¿Enserio tú crees que Chan no sabe lo que estoy haciendo? Ese hombre me conoce mejor que mi propia madre, claro que lo sabe. Mas te digo me deja continuar con esto solo porque estoy contigo cuidándome- Le di un beso en la mejilla y tome rumbo a donde estaba mi presa-

EL Diario de AnalíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora