31. Nuestra promesa

1.3K 148 12
                                    

•JK•

Aún recuerdo el día que conocí a Taehyung.

Tenía ocho años. Estaba sentado en uno de los asientos del parque, viendo cómo los demás niños interactuaban entre sí. Siempre fui un introvertido, pero cuando era niño era mucho peor.

Nunca tuve muchos amigos, no me animaba a acercarme a los demás niños y ellos tampoco se acercaban a mí. Solía pedirle a mamá que me llevara al parque, con la esperanza de que alguien me invitara a jugar. Llevaba muchos juguetes, en especial muñecos de superhéroes o autos a control remoto. Nada hacía que los niños se acercaran a mí.

Pero, al final del día, lo peor no era no haber jugado con nadie, sino los ojos cargados de tristeza y lástima de mis padres. Yo odiaba que me miraran así. De algún modo, lo único que hacían era confirmar que yo iba al parque a mendigar amistad.

Deseaba con tantas fuerzas que alguien me invitara, lo anhelaba tanto. Solía ponerme objetivos, como que al final de la semana me animaría a hablar con alguien. Juntaba valor cada día, pero cuando llegaba el momento de cumplirlo, la cobardía me ganaba.

Ese día había llevado una pelota. Creía que, a lo mejor, los niños se interesarían más por el fútbol.

Esperé sentado durante dos horas. Con cada minuto que pasaba, sabía que mis padres vendrían a buscarme en cualquier momento y tendrían nuevamente esa mirada en sus rostros.

Simplemente me rendí y me preparé mentalmente para no llorar esta vez. Ya no quería hacerlo. Tenía la vista baja y movía mis piernas para adelante y para atrás. Observaba las costuras de la pelota e imaginaba que algún día yo podría ser un gran deportista, el mejor jugador.

Sentí que alguien tocó mi espalda y respiré profundo para enfrentarme a sus ojos. Volteé, pero en lugar de encontrarme con mis padres, un niño de cabello oscuro y rasgos afilados me miraba con una sonrisa. Le faltaba uno de los dientes del frente, lo que hacía que pareciera muy travieso. Por su altura y cuerpo, podía deducir que era mayor que yo.

—¿Vas a jugar con eso? —preguntó, señalando mi pelota.

Inmediatamente interpreté que solo quería jugar con ella, así que negué y traté de entregársela. Él la recibió, pero no se movió de su lugar.

—No creo que podamos jugar demasiado si no te levantas —dijo, confuso.

Levanté la vista y lo miré con mis ojos bien abiertos. Me señalé a mi mismo y lo miré con duda.

—Claro, tú —dijo con obviedad—. No voy a jugar con tu pelota si tú no juegas.

No lo podía creer, ¡un niño estaba invitándome a jugar! Salté del asiento con entusiasmo y lo seguí hasta el césped. Estaba sumamente emocionado, podía sentir mi corazoncito contento.

—Podemos jugar a los pases, si quieres —propuso y yo asentí rápidamente.

Jugamos y, aunque yo no era un experto con el balón, él era peor. Tenía un temperamento fuerte, por lo que a veces se enojaba cuando no lograba hacer correctamente los pases. Yo fingía errar algunos para que él no se sintiera mal o se enojara. A pesar de todo, fue el mejor día de mi vida. Reí, jugué y me divertí mucho.

—Oye, niño —me llamó—. No has dicho mucho, eres muy callado.

Yo asentí con vergüenza. Era cierto, no solía hablar demasiado, temía decir cosas incorrectas o raras, así que prefería callar.

—¿Cuál es tu nombre? —preguntó.

—Jungkookie —murmuré.

Tomó el balón en sus manos y se acercó hasta mí. Luego extendió su mano derecha y dijo:

—Yo soy Taehyung. —Sacudió su mano y yo la tomé con desconfianza—. A partir de ahora, seremos los mejores amigos, Jungkookie. Es una promesa.

Yo asentí con entusiasmo mientras sacudía nuestro apretón de manos efusivamente.

—Los mejores —aseguré con esperanza y le sonreí.

Ese día volví contento a casa. Por fin había conseguido un amigo —un mejor amigo— y no había recibido una mirada de lástima de mis padres.

Con Taehyung cumplimos al pie de la letra nuestra promesa. Nos encontrábamos casi todos los días en el parque, y con el correr del tiempo, pude aprender muchísimas cosas de él.

Supe que era dos años mayor que yo y que había llegado hacía poco a Busán, antes vivía en Daegu, pero por el trabajo de su papá tuvieron que mudarse. Le gustaba dibujar y pintar con acrílicos y acuarelas, los pasteles de chocolate y los frutos secos, actuar e imaginar escenarios en castillos mágicos. Disfrutaba de los ambientes tranquilos y del paisaje natural.

Así pasaron años y años, y con cada uno nos volvíamos más unidos cada día. Dormíamos, comíamos, vivíamos en la casa del otro. Nuestros padres nos veían como si fuéramos prácticamente hermanos.

Pero ellos no sabían que habíamos comenzado a desarrollar sentimientos el uno por el otro.

Fuimos nuestro primer beso y nuestra primera vez. Aún recuerdo cómo me temblaban las piernas cuando le pedí que fuéramos novios.

Siempre creí que seríamos inseparables, que mantendríamos nuestra promesa y que siempre seríamos los mejores amigos.

Pero me equivoqué.

✧✧✧✧✧✧✧✧

N/a: Espero que estén disfrutando de la historia ♡

Recuerden que siempre pueden dejarme saber qué piensan, me encanta leerlas/os :)

A reason to stay ☕ | hv - kmDonde viven las historias. Descúbrelo ahora