46. Galletas

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•JK•

—Tu casa es bonita, Kookie —dice Jimin, mientras observa todo con atención.

—¿Sí? —replico mientras camino hasta él y lo abrazo por atrás, tal y como estábamos en la calle.

Él asiente y se recuesta sobre mi pecho.

—Sí, pero el dueño es más bonito —susurra y deja pequeñas caricias sobre mis brazos.

Oh, ya está comenzando con el coqueteo.

Decido remover mis brazos de su cintura, no quiero que vayamos tan rápido, hace tan solo cinco minutos que llegamos. Tenemos toda la tarde.

Jimin se da la vuelta de inmediato y me mira con el ceño fruncido. Yo le sonrío y comienzo a caminar hacia la cocina.

—Lo mejor es que preparemos algo para ver la película, ¿no? —pregunto.

Escucho que Jimin me sigue el paso.

—Claro —dice, y su voz suena emocionada—. ¿Sabes cocinar?

Me detengo frente a la alacena y finjo pensar, porque lo cierto es que no sé preparar nada. Vaya problema. Doy la vuelta para quedar frente a Jimin, pero me sorprendo al notar que él me mira con ilusión, como si verdaderamente esperara que sepa cocinar. Así que, para no decepcionarlo, decido asentir.

—Claro que cocino —miento descaradamente.

—¡Genial! —exclamó—. Qué suerte, yo no sé preparar ni un huevo duro.

Oh. Bueno, estamos en problemas.

Abro las puertas de la alacena, rogando a cualquier ser que me esté escuchando en este momento que por favor hayan galletas, no pido nada más. No aguantaría la vergüenza que me daría al ver la cara de Jimin cuando le diga que en realidad no sé ni prender la estufa.

Observo con atención y… ¡Gracias dios de las alacenas! Encuentro un paquete morado que contiene galletas de chocolate. Hay una nota pegada en el envoltorio, la cual leo rápidamente.

«Perdón pero me comí tus galletas de avena. Eran horribles, por cierto. Te dejo estas para que aprendas cuáles sí son buenas galletas.

Jin, el más lindo».

Sonrío y le agradezco a mi amigo internamente.

—No hace falta cocinar —digo y levanto el paquete—. Hay galletas.

Jimin agarra el paquete de mis manos y lee la etiqueta.

—Kookie —dice, avergonzado—, no me gustan estas.

¡Oh, vamos! No puede ser.

Si no admito que en realidad no cocino ni un fideo, vamos a terminar quemando toda la cocina.

Suspiro, tratando de dejar la vergüenza de lado,  y dejo salir el aire con pesadez. Me acerco un poco a Jimin y tomo una de sus manos.

—No sé cocinar. Te mentí —digo tan rápido que pienso que no va a entender mis palabras.

Sin embargo, la sonrisa de Jimin se borra inmediatamente y se aleja unos pasos de mí, es decir, sí me entendió.

—¿Me mentiste? —dice con expresión seria.

¡La vida me odia!

—S-sí, p-pero fue porque te veías muy emocionado por pensar que sabía y no quería decepcionarte, lo siento, Jimin, perdóname, sé que no te gusta que te mientan. Lo siento, lo siento, lo siento —exclamo, haciendo que todas las palabras salgan de forma atropellada.

A reason to stay ☕ | hv - kmDonde viven las historias. Descúbrelo ahora