9. Nota adhesiva

1.7K 179 13
                                    

•TH•

Estoy sentado en el piso, aún envuelto en sábanas y mirando mi última creación.

La paz.

¿Por qué la hice en primer lugar? ¡Es horrorosa!

No la entiendo, se supone que debería tener sentido, forma, algo. Pero lo único que veo son manchas verdes.

Por lo pronto, la dejaré estar. Prefiero seguirla cuando esté más calmado, tal vez así logre encontrarle su razón de ser.

Quiero volver a la cama, pero ya es tarde. Miro mi cuerpo y parece ser una réplica del lienzo frente a mí. Por un lado, siento la necesidad de bañarme, por el otro, recuerdo que si estoy así es porque otras manos me pintaron.

Aún sigo desconcertado con su reacción. Esperaba volver a verlo, pero creo que, para huir de esa manera, no debe haber sentido lo que sentí yo.

Agh, hombres.

¡Quiero respuestas!

Me levanto y voy a bañarme. De repente me siento sucio, pesado, inseguro.

El agua caliente me purifica, y sentir que las manchas se desvanecen de mi cuerpo me hacen sentir tranquilidad, calma.

Pero cuando ingreso a mi habitación para cambiarme, veo el desorden y siento frustración nuevamente.

No aguanto más. Elijo lo primero que encuentro y salgo. ¡Necesito respuestas y él va a dármelas!

Camino lo más rápido que puedo. Tengo el cabello mojado, y muy probablemente esté vestido con un atuendo ridículo, pero no tengo tiempo para pensar en esas cosas.

Creo que la expresión en mi rostro delata mis emociones, porque varias personas se detienen a mirarme. Aunque —nuevamente—, es muy probable que sea por la forma en la que voy vestido.

Llego y cuando veo la tienda siento lo mismo que sentí dos años atrás. Quiero romper todo. ¡Un hombre no puede rechazarme de esa manera!

Ingreso y él está atendiendo a una niña pequeña. Me contengo y espero detrás de una estantería a que llegue mi turno. No quiero que me vea aún.

La niña demora diez minutos. ¡Diez! Finalmente, sale con sus compras y yo salgo de detrás de la estantería.

Cuando me ve, frunce el ceño y niega. Suspira.

—Espero que hayas venido a comprar —dice, y su tono de voz es sarcástico.

—Claro que vine a comprar —respondo entre dientes y agarro lo primero que veo. Unas acuarelas. Okey, mal comienzo. Las dejo en su lugar y agarro un lápiz. Lo dejo con fuerza sobre el mostrador.

—Un lápiz... Vienes por un lápiz —dice, mientras me mira levantando ambas cejas—. Dime que es broma...

—¿Acaso esto no es una librería? ¡Véndeme el maldito lápiz, Hoseok! —replico. Apoyo la mano sobre el mostrador y muevo mi dedo índice con impaciencia.

Él suspira y lo pone en una bolsa pequeña.

—¿Algo más? —pregunta, como si la situación lo agotara.

—Notas adhesivas. Verdes —respondo en tono cortante.

Las busca y las coloca junto al lápiz.

—Eso es todo. Cóbrame —demando y lo hace—. Gracias. —Le dedico una sonrisa sarcástica y salgo.

Apenas cruzo la puerta, sacó las cosas de la bolsa y escribo rápidamente.

Despego la nota y vuelvo a entrar.

—¿Qué olvid... —empieza, pero yo soy más rápido.

—Cállate —lo corto y camino rápido hasta él.

Tiro de su camisa y pego la nota en su frente haciendo presión. Lo miro a los ojos y le digo en tono determinante:

—Me llamarás, ¿queda claro?

Hoseok me mira desconcertado.

—No te oigo. ¿Queda claro, Hoseok? —repito y agarro su camisa con ambas manos hasta ubicarlo cerca de mi rostro.

Él traga saliva y asiente.

—Perfecto. Hazlo, porque la próxima no te pegaré un Post-It en la frente. Te lo escribiré con un marcador permanente aquí —amenazo, mientras trazo los números en su cuello.

Lo suelto y camino hasta la salida. No doy la vuelta, no necesito hacerlo para saber que está siguiéndome con la mirada.

Sonrío y de repente encuentro la inspiración para seguir con el lienzo que tengo en casa.

Una vez afuera, aprovecho para mirar la ropa que traigo puesta. Pantalones amarillos con rayas verdes. Una camiseta naranja que dice «Algo agresivo, pero bien mimoso»—lo sé, un regalo pésimo de Jungkook—. Miro mis pies y tengo puestas pantuflas de tigre.

Pero, por primera vez, no me importa. Nada puede sacarme la satisfacción de este momento.

Ah... La paz.

¿Quién diría que visitar una librería sería tan catártico?

A reason to stay ☕ | hv - kmDonde viven las historias. Descúbrelo ahora