32. Cobarde

1.3K 148 5
                                    

•TH•

Apagué mi celular. Ya no quiero saber nada de nadie. No más Jungkook, no más Hoseok, no más problemas.

Hoy fue un día horrible. Empezó de la mejor manera, pero terminó de la peor.

Y todo por mi culpa.

Estoy tratando de dormir, pero cierro los ojos y vuelvo a rememorar todo lo que pasó. Intenté tomar una ducha y no sirvió, creo que solo funcionó para camuflar mis lágrimas con el agua.

En estos momentos no logro pensar más que en el hecho de que hoy le hice daño a las personas que más quiero. Por un lado, mi mejor amigo, mi compañero, mi confidente, y por el otro, mi calma, mi purificador, quien me estaba enseñando lo que significa volver a amar.

Lo único que agradezco es haber terminado esa maldita pintura del gato. Ojalá hubiera tenido la suerte de haber nacido como uno. Imaginen... Vivir sin responsabilidad alguna, comer y dormir todo el día, jugar con lo primero que encuentre, preferir una caja antes que una cama, ronronear y resfregarme contra los muebles, no tener responsabilidad afectiva, hacer mis n...

Un sonido interrumpe mis divagaciones.

La puerta.

Oh, no puede ser. Ya estaba siendo un día pésimo, ¿y ahora encima tengo que aguantar que vengan a robarme? ¿¡En serio!?

Salto de la cama y tomo un palo de escoba. No es un arma muy eficaz, pero es mejor que nada. Salgo de mi habitación con sigilo y me coloco detrás de la puerta del baño. Puedo pegarle un escobillazo en la nuca cuando se aproxime a mi habitación.

Sí, no creo hacer mucho daño, pero me da ventaja para correr.

Espero y trato de no hacer ningún ruido. Prácticamente no respiro y las manos me tiemblan. ¡No puedo creer que vengan a robarme justo hoy! ¡¿Qué le costaba venir mañana, señor ladrón?!

Estoy seguro de que si le cuento de mis desgracias me terminaría teniendo compasión, y hasta podría hacerme compañía en esto de llorar un rato.

Escucho pasos acercándose y me preparo. Aferro la escoba con fuerza, y cuando veo pasar una sombra, salgo y me encargo de pegarle en la cabeza con el palo lo más fuerte que puedo.

Cae al piso, pero cuando atino a seguirle pegando, él se remueve y queda boca arriba.

—Auch —se queja, pero, su voz...

—¿Jungkook?

Retrocedo y dejo el palo contra la pared. Le extiendo una mano y él la toma, poniéndose de pie. Me mira unos segundos, indignado.

—¡Sí! ¡¿Qué rayos te sucede?! —me reprocha y se agarra la cabeza—. ¿Por qué hiciste eso?

—¡¿Por qué entras en mi casa sin avisar?! ¡Creí que estaban robando, imbécil!

—¡Te avisé! —remarca—. ¡Mira tu celular!

Oh...

—Lo... Lo apagué —confieso con vergüenza.

Él vuelve a mirarme con reproche de nuevo y dice:

—Qué oportuno eres, Taehyung... Al menos no me partiste la cabeza, es una ventaja para mí que seas un debilucho.

Aprovecho el silencio entre nosotros para mirarlo por unos segundos y, al igual que yo, luce miserable. Sus ojos están inyectados en sangre, la piel pálida y tiene ojeras muy notorias.

—¿Qué haces aquí? —pregunto en una exhalación.

Sus ojos se encuentran con los míos, pero no logro ver más que tristeza.

A reason to stay ☕ | hv - kmDonde viven las historias. Descúbrelo ahora