36. Nota adhesiva 2.0

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•TH•

—A ver, déjame entender todo esto —dice Jungkook, mientras frunce el ceño—. ¿Estás diciéndome que estuviste viéndote con este chico, impusieron condiciones, entre las cuales estaba no besarse ni tener relaciones sexuales, que al final terminaron rompiendo la primer condicion el día que yo vine y la puerta estaba cerrada, que se quedaba a dormir prácticamente todas las noches, que ayer pelearon porque heriste sus sentimientos y que ahora no te habla?

—Básicamente —contesto, mientras le doy un sorbo a mi té—, pero eso no es todo.

Él me mira sin poder creerlo, y yo empiezo a relatar los sucesos de esta mañana.

Al despertar y sentir unos brazos que me envolvían, automáticamente me aferré con más fuerza a su cintura, pero, al momento de abrir mis ojos, caí de nuevo en la realidad.

Quien me abrazaba no era Hoseok.

Sentí esa sensación de vacío en mi pecho que tan angustiado me había dejado la noche anterior. Agarré mi celular y lo prendí, con la esperanza de que hubiera un mensaje, una llamada, algo.

No había nada.

No intenté llamarlo de nuevo o escribirle, sabía que no contestaría, y aunque sentí que mis ojos comenzaron a arder nuevamente, me obligué a respirar profundo y no llorar; las lágrimas no iban a solucionar nada.

Debía actuar.

Sabía que Hoseok estaría trabajando a esa hora, así que me levanté con cuidado de no despertar a Jungkook —no tenía tiempo para que me hiciera preguntas de hacia dónde estaba yendo—, me cambié, me lavé los dientes y salí sin desayunar.

¿Tenía un plan? La verdad es que no, pero lo importante era verlo.

Caminé lo más rápido que pude. En mi cabeza solo estaba él, él y él. Tenía que pedirle perdón.

Ya lo dije antes, yo no soy de los que ruegan, pero si Hoseok me decía que para conseguir su perdón debía arrodillarme y besarle los pies, lo habría hecho.

Antes de abrir la puerta, me mentalicé y quise pensar en algo que decirle, pero soy más de los que no piensan demasiado antes de actuar, así que simplemente abrí.

El local estaba vacío, y había solo dos personas dentro. Él y yo.

Estaba ocupado escribiendo algunas cosas sobre un cuaderno, así que no se percató de mi presencia. Tragué pesado, era ahora o nunca. Caminé hasta él y dije lo primero que pasó por mi cabeza:

—Un lápiz, por favor.

Él levantó la vista de inmediato y me miró. Tal como había creído, se lo veía cansado y con grandes ojeras. Me temblaron un poco las piernas, así que tuve que apoyar mi manos sobre la mesa para no caer.

Él tragó saliva y se mordió el labio.

—¿Qué haces aquí? —susurró, y su tono denotaba su tristeza.

Me encontré en un dilema, ¿debía pedirle perdón en ese momento o esperar un poco más? ¿Era correcto arrodillarse ya?

—Vine a comprar —dije, antes de soltar cualquier estupidez.

—Comprar...

—Sí, un lápiz —afirmé y él me pasó el primero que encontró. Lo observé y era uno de los más costosos. Auch, mi bolsillo.

Hoseok no me miraba a los ojos, su expresión era seria y sus manos estaban apoyadas sobre el mostrador. Estaban muy cerca de las mías, y aunque quise tomarlas, me contuve.

A reason to stay ☕ | hv - kmDonde viven las historias. Descúbrelo ahora