48. Sueño

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•TH•

No me percato del momento en el que caigo dormido. Solo sé que cuando despierto me encuentro en mi cama completamente solo.

Todo es silencio, el sol baña la habitación de colores dorados y mi mente se llena de palabras que siempre quise escuchar. Me incorporo y siento pesadez en el cuerpo.

¿Qué fue lo que pasó?

Muerdo mi labio con fuerza, al punto de que comienzo a sentir sabor a sangre. Debe haber alguna señal de que estuvo aquí, no pude haber imaginado todo, sin embargo, estoy solo y tampoco tengo ningún mensaje ni llamada de él.

«Estoy tan enamorado de ti».

He soñado mil veces con que alguien me diga esas palabras, ¿por qué esta vez sería distinto?

Es solo que muy en el fondo se sintió tan real... Fue como si verdaderamente hubiera estado aquí. Conmigo.

—¿Hoseok? —llamo, no hay respuesta—. ¡Hoseok!

Grito su nombre.

Aparece, Hoseok, por favor. Cruza la puerta, demuestra que estuviste aquí, que todo fue real.

Por favor.

Por favor.

Por favor.

Suspiro y bajo mi cabeza, tratando de que todas las emociones no me hagan sentir abrumado.

Las cosas se me están saliendo de las manos, los sueños se sienten cada vez más reales.

Qué patético.

Miro la hora y recién son las seis de la tarde. Al parecer dormí por dos horas, porque la última vez que revisé eran las cuatro.

Lo mejor es que deje de pensar en ello. Me prometí a mi mismo que voy a mejorar, no es momento para tirarme abajo. Me levanto de la cama y camino hasta el baño, necesito mojarme la cara con agua fría por un momento.

Empujo la puerta para pasar, pero está trabada.

¿Qué?

Dios, ¿desde cuándo es tan complicado abrir esta puerta? Comienzo a hacer fuerza hacia delante y a mover la perilla con desesperación. Agh. Respiro un par de veces y vuelvo a cargar contra la puerta, sin embargo, esta se abre antes de siquiera tocarla.

Entro trastabillando y siento cómo mi cuerpo choca contra algo.

No, algo no. Alguien.

—¿No te han enseñado que se debe tocar antes?

Esa voz... Es la misma que me susurró en sueños que era suyo, que le pertenecía, que estaba enamorado de mí.

Subo la vista, porque siento que ya no sé qué es real y qué no, y conecto con los ojos más bonitos que he visto en mi vida.

No fue un sueño...

No podría serlo cuando esos ojos están mirándome de una manera tan especial.

Hoseok está aquí, está frente a mí.

Todo fue real. Todo.

«Estoy tan enamorado de ti».

—Estás aquí... —musito.

—Claro que estoy aquí —susurra dulcemente—. Tuve que llevarte a tu cama para que durmieras mejor, te iba a doler el cuello si no.

Acaricia mi cuello con sus nudillos y me estremezco.

—¿Está todo bien, amor?

«Amor, amor, amor».

Yo le sonrío y me acerco hasta él, envolviendo mis brazos alrededor de su cintura y aferrándolo fuerte a mí.

—Está todo bien —susurro contra su piel.

Hobi huele tan rico... Es como una mezcla de su aroma natural y otro más suave, propio del jabón. Entierro mi nariz detrás de su oreja y dejo un beso, porque él es mío, mío, mío.

Siento que mi rostro se humedece debido a las gotas que caen de su cabello. Aprovecho el momento y llevo una de mis manos hacia allí, tironeo su pelo mojado y juego a desenredarlo por unos momentos. Todo se siente muy bien, muy bien.

Solo es en ese instante en el que me doy cuenta que estoy tocando piel desnuda y mojada.

Me separo con rapidez y desvío mi mirada a lo que sea. Dios, Hoseok está desnudo frente a mí y yo estuve acariciándolo con descaro, qué vergüenza. Solo tiene envuelto un toallón en la cintura, ocultando lo que sea que esté debajo de eso.

Piensa en la Biblia, Taehyung.

Hoseok se ríe y trata de acercarse nuevamente a mí, pero yo me alejo. ¡Está vistiendo solo un toallón! Solo. Un. Toallón.

—Aléjate de mí, hombre pervertido —advierto y lo señalo con un dedo—. Tengo pinceles y no temo usarlos.

Él suelta una carcajada.

—Yo no fui quien se lanzó a los brazos de un hombre desnudo —replica el muy descarado.

Abro mi boca, indignado, y poso mi mirada en él. Su comentario hace que, inconscientemente —lo juro—, mis ojos vuelvan a posarse en su torso. Las gotas siguen bajando por su cuerpo como si fuera una carrera; pasan por su vientre, algunas se detienen en su ombligo, pero otras siguen hasta llegar al toallón y humedecen la tela. Imagino que algunas traspasan el límite y llegan hasta su...

—¿Te gusta lo que ves? —pregunta, interrumpiendo mi mente sucia.

Subo rápidamente la mirada y él me mira con una ceja levantada. Debo estar muy rojo en este momento, porque él comienza a morder sus labios para contener su risa.

¡Dios, qué vergüenza! ¡Me tengo que sacar los ojos con una cuchara!

Por favor, cerebro, encuentra una justificación para Hoseok. ¿No? ¿Ninguna?

Está bien, solo voy a caminar hasta mi habitación y fingir que no pasó nada. Sí, eso suena bien.

Dejo a Hoseok solo y hago lo que mi mente dicta. Me acuesto en mi cama y comienzo a pensar en cosas que no hagan que quiera gritar. Paz, ven a mí.

Luego de unos minutos, Hoseok entra. Está completamente vestido, pero... ¡Mierda, trae mi ropa! Tapo mi rostro con una almohada y dejo salir el aire de mis pulmones con fuerza.

—¿Qué te pasa? —pregunta con diversión. El idiota sabe lo que está causando en mí.

Siento cómo su peso hunde la cama. Se acerca hasta mí y me arrebata la almohada.

—Estás muy sonrojado —advierte.

—Sí, lo que pasa es que tomé mucho sol en la mañana y me quemé —respondo irónico y le saco el dedo del medio.

Él se ríe y se acuesta a mi lado. Toma mi mano y la lleva a su pecho, entrelazando sus dedos con los míos.

—Extrañaba esto. —Volteo para mirarlo y me encuentro con que sus ojos ya están sobre mí. Levanta su mano libre y deja una caricia en mi mejilla—. Te extrañaba a ti.

Cierro mis ojos, disfrutando de su delicado toque y suelto un suspiro.

—Aún tenemos mucho que hablar —digo en voz baja.

—Por supuesto —coincide—, pero si queremos hacerlo tenemos que procurar que no vuelvas a quedarte dormido.

Me acerco un poco más a él y lo abrazo por la cintura.

—Podríamos dormir un poquito más, juntos, así —propongo y escondo mi cabeza en su cuello.

Hoseok deja salir una risa suave y suelta mi mano. Estoy a punto de protestar, pero él usa ese mismo brazo para envolver mi cuerpo.

—Está bien, solo un poco más —susurra.

Y yo me dejo caer rendido por el sueño, sabiendo que, en el momento en que despierte, la vista será maravillosa. 

A reason to stay ☕ | hv - kmDonde viven las historias. Descúbrelo ahora