41. Ducha

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•TH•

—¡Taehyung, báñate! —dice Jungkook, otra vez.

—¡Oblígame! —replico.

Desde que llegó no ha parado de soltar comentarios acerca de cómo todo está desordenado, de que no me baño, que no he tendido mi cama, bla, bla, bla.

¡Es mi casa!

Puedo hacer lo que quiera en ella.

Estiro mi mano mano para agarrar la bolsa en la que sé que tiene mi pastel, pero él se aleja de mí.

—Sin baño, no hay pastel —advierte y yo lo fulmino con la mirada.

Sin biñi, ni hiy pistil —me burlo y voy a hasta mi habitación. Agarro mi bata y paso al baño.

Cuando llego, prendo la ducha y veo las gotas caer sobre el piso. Dudo unos segundos, me repito que lo que estoy haciendo está mal, pero no he comido desde anoche —lo único que tengo en el estómago es el pastel que me trajo Jungkook ayer—, el solo pensamiento de que hay comida esperándome en la cocina me incentiva.

Comienzo a desvestirme y dejo la ropa tirada porque sí. Doy una respiración profunda, y aunque sé que me voy a arrepentir luego, entro al agua.

Siento cómo las gotas calientes chocan contra mi piel y se escurren por mi cabello. Viajan por mi rostro y mi cuerpo con facilidad. Pero junto a ellas también viaja aquello que no quería dejar atrás.

El vacío. Mi vacío.

Sabía que sucedería…

Y eso era justamente lo que no quería.

Siento a mis extremidades destensarse. Y el pensamiento de que no debería estar haciendo esto me revuelve la mente, pero no hago nada. Me quedo estático y dejo que el agua arrastre toda la pesadez, el estrés, la tensión…

No merezco esto.

Sin embargo, junto con la sensación reconfortante, el dolor también vuelve a aparecer; sabía que seguía allí, intacto, al igual que el arrepentimiento, la repulsión y el asco que doy.

Soy un cobarde, porque sabía que todo terminaría de esta manera.

Estoy mucho tiempo bajo el agua, no sé con exactitud cuánto. Solo sé que en un momento las gotas calientes son reemplazadas por las frías, y esa es mi señal para salir.

Trato de calmar mi respiración y fingir serenidad, no quiero más preguntas.

Me envuelvo con mi bata y camino hasta mi habitación. Jungkook está allí, tirado en mi cama y sonriéndole como estúpido a su celular.

Se percata de mi presencia y me mira, luego levanta una ceja.

—¿Tan sucio estabas? —pregunta—. Estuviste como dos horas allí metido.

Yo solo le saco el dedo del medio y camino hasta mi armario.

—En un momento pensé en ir a chequear si no te habías muerto —sigue y después hace una mueca—, pero no quería verte desnudo.

—¿Entonces ibas a dejar que me muriera?

—¿Estás muerto?

Yo solo me encojo de hombros. No estoy muerto, pero los sentimientos que están floreciendo dentro de mí tampoco son muy agradables.

Sin tener demasiada consideración de su vista, me saco la bata frente a él y comienzo a cambiarme.

—¡Oye! —exclama, mientras se cubre los ojos con una almohada—. ¡Pervertido!

—Me has visto desnudo mil veces —digo, mientras me subo los pantalones—, incluso desde antes de ser pareja.

—¡Ahora es diferente! —grita, y su voz suena amortiguada por la almohada—. ¡Ya te dije que estoy conociendo a alguien! No puedo ir viendo a hombres desnudos por ahí.

Ups.

Había olvidado completamente eso.

—Ya puedes ver —aviso y él destapa su vista con reticencia. Cuando ve que estoy completamente vestido, suspira—. ¿Y quién es esa persona?

No sé ni siquiera por qué pregunto. No me interesa. Creo que siempre se puede ser un poco más autodestructivo.

—Oh, Taehyung… —dice y luego suspira—. Si tan solo lo vieras. Es tan… tan… —No completa la frase, solo vuelve a suspirar.

Agh.

—Deberías venir con él algún día, quiero conocerlo —propongo, sin demasiado entusiasmo.

—¿Y exponerlo a las miles de enfermedades que debe haber en esta casa? —dice y después olfatea a su alrededor—. No, gracias.

Blanqueo mis ojos y camino hasta la cocina. Siento que Jungkook me sigue los pasos.

Lo primero que hago es sentarme y agarrar la bolsa que trajo. La abro y no me gasto en buscar un cubierto, directamente agarro el pastel con la mano.

Jungkook me mira con una mueca.

—¿Qué? —pregunto con la boca llena, levanto el pastel hacia su rostro y digo—: ¿Quieres?

Él sacude la cabeza y comienza a mirar a su alrededor.

—¿Cuáles debo entregar hoy? —inquiere, refiriéndose a las pinturas.

Yo le señalo las bolsas de la esquina. Son solo dos hoy.

—Bien —dice, mientras camina hacia donde señalé y agarra los pedidos—. ¿El punto de entrega de los pedidos es el mismo?

—Sí, en la plaza, frente a la tienda azul que vende indumentaria.

Fue él mismo quien se ofreció a repartir mi trabajo. Quise pagarle parte de la ganancia, sin embargo, no aceptó. De todas formas, estoy juntando en un pequeño frasco un porcentaje para entregárselo algún día, no me siento cómodo con el hecho de que, además de que me trae comida, haga el trabajo que debería estar haciendo yo.

Jungkook asiente y después toma la perilla de la puerta para salir, pero antes se da la vuelta.

—Oye —llama mi atención—, hoy diste un gran paso. Estoy orgulloso de ti.

¿Ah? ¿Se refiere a porque me bañé?

—No estoy enfermo, Jungkook. No quieras hacerte el psicólogo conmigo.

Le estoy contestando mal y lo sé, pero no quiero que siga opinando de mi vida.

Él no parece tomarse a mal mi comentario, al contrario, me dedica una sonrisa.

—Sé que no estás enfermo, solo eres sucio —replica, y sin poder evitarlo, río.

En algún punto tiene razón.

—Para que sepas —empieza—, mañana tal vez no venga, pero pasado seguramente sí. —Me señala con un dedo—. Quiero esta casa limpia para cuando vuelva.

Sin darme oportunidad a que replique, Jungkook sale y me deja solo.

No lo iba a admitir frente a Jungkook, pero tomar una ducha hoy fue lo más difícil que hice en días. No merecía una, no debería haberme bañado.

Ya dije antes que las duchas para mí son purificadoras, sanadoras, te dan la calma del día y te desestresan, pero yo no merecía eso. Yo no merezco sanar. No merezco la calma.

Aunque de algún modo me sirvió porque, ahora que ya no cargo con el vacío, siento todo a flor de piel y el dolor ya está empezando a filtrarse por mi cuerpo. Los ojos comienzan a picarme y mis manos a temblar.

La voz de Hoseok diciéndome que no entiende por qué es insuficiente retumba en mi cabeza, me castiga, no me deja olvidar.

Me recuerda la horrible persona que soy.

Doy pena.

Y eso es lo que merezco.

A reason to stay ☕ | hv - kmDonde viven las historias. Descúbrelo ahora