10. Atrevimiento

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•JK•

Quiero llorar.

Estoy en el trabajo y es en lo único que pienso. Es horario de descanso, así que tampoco puedo despejar mi mente con actividad física.

Estoy sentado en un sillón, con Namjoon al lado y sintiéndome miserable.

—Sigo sin entender —dice mi amigo, mientras se cruza de brazos.

—Si te lo digo en inglés tal vez lo entiendas mejor. —Le sonrío sarcásticamente y, por cada palabra que pronuncio, subo un dedo—. Handsome, cafeteria, embarrassing.

—No, aún no entiendo —repite y lo golpeo—. ¡Deja de golpearme!

—¡Deja de ser tan lento! No es tan difícil. Hay un chico lindo que trabaja en la cafetería y, por mis estúpidos nervios, pasé vergüenza frente a él —explico y escondo mi cabeza entre mis brazos—. Creo que voy a llorar.

—Eso sí lo comprendo, dummy. No entiendo por qué te importa tanto. Ya, un ligue menos, no es el fin del mundo.

Subo la cabeza abruptamente y lo miro con desesperación.

—Es que eso pasa, no entiendo por qué me afecta tanto. Pero... ¡Ah, no puede ser! —El recuerdo de lo que pasó hace unas horas atrás se repite en mi mente de nuevo—. Debe odiarme.

Mi amigo me mira con pena y se queda conmigo hasta que nos toca volver a las clases.

No dejo de imaginar cientos de escenarios en los que ruego por su perdón. Hasta ahora, la más tranquila es conmigo de rodillas y una rosa en la boca.

Sacudo la cabeza. Así no me perdonará nunca.

Cuando la labor termina, es tiempo de poner el pecho a las balas. Estaciono el auto fuera de la cafetería e ingreso. Hay fila, pero él no está atendiendo. No importa, no me molesta esperar.

Pido algo tranquilo, con un batido estoy bien. Pasa una hora y no aparece. Treinta minutos más y aún sin rastros de él.

Empiezo a creer que no está en el local.

¿Pero vieron que justo cuando uno está por rendirse suceden las cosas que se esperan? Bueno, exactamente así.

Ya estoy casi listo para irme cuando lo veo aparecer. La expresión de su rostro sigue siendo seria. Se recarga sobre el mostrador y hace contacto visual conmigo.

No desvía los ojos de mí ni por un segundo, y aunque me sienta intimidado por su mirada penetrante, yo tampoco quito mi vista de él.

Suspira y se levanta. Comienza a caminar hacia mí y siento florecer en mi cuerpo los mismos nervios de la mañana. Me contengo, no quiero cometer el mismo error dos veces.

Se sienta enfrente de mí.

—¿Y bien? —dice y se cruza de brazos.

Puedo decir que Jimin está rodeado por una carga intimidatoria. Su presencia se siente fuertemente en el lugar, lo cual hace que lo encuentre aún más atractivo que antes.

—No salías —recrimino.

—No tenía por qué —contesta y se encoge de hombros. Luego recarga su espalda contra el asiento—. Disculpe, pero no logro entender qué quiere. Debo suponer que sigue aquí por mí.

—No es necesario que utilices la formalidad conmigo. Puedo decir que tenemos prácticamente la misma edad —pido y él asiente. Respiro, es todo o nada—. Si estás sentado frente a mí, es porque en el fondo sabes qué quiero.

Jimin ríe suavemente.

—Si estoy sentado frente a ti, es porque puedo deducir que quieres disculparte —adivina—. Eres demasiado obvio.

Sonrío, puede leerme fácilmente.

—Bingo —concedo—. No mereces malos tratos, Jimin. Te quiero pedir perdón.

Me mira desconcertado, hasta que baja la vista a su nombre bordado en el uniforme de trabajo. Asiente y vuelve a mirarme.

—No, tienes razón. No los merezco —coincide—. Pero estoy acostumbrado, no eres el único que me ha tratado así. Cualquiera puede tener un mal día y desquitarse con el primero que encuentre.

—¿Entonces?

—Estaba molesto porque me trataras así. —Se inclina nuevamente hacia mí—. Eres el problema. Te he visto tan solo un par de veces, pero, por alguna razón, no sales de aquí —dice y señala su cabeza.

Baja la mano y se toma el atrevimiento de trazar líneas en mi brazo.

—Dime qué hacer para redimirme —pido con voz ronca, mientras miro las caricias que dejan sus dedos en mi piel.

—Ni siquiera conozco tu nombre y ya estás a mi merced.

Pienso que es una invitación para dar a conocer cómo me llamo. Pero antes siquiera de pronunciar la primera sílaba, él me interrumpe chasqueando repetidamente la lengua.

—No te pedí que me lo dijeras. —Se levanta de la mesa y se ubica frente a mí. Coloca una mano sobre mi hombro y deja pequeños toques en mi cuello con el dedo pulgar. Mi piel se eriza y eso le satisface—. Acepto tus disculpas, pero te lo advierto, soy rencoroso. La próxima vez no te perdonaré tan fácilmente; procura no cometer el mismo error de nuevo.

Mete su mano libre en su bolsillo y extrae un papel, el cual deja sobre la mesa. Se acerca hasta mi oído y susurra:

—Ya era hora de que te fijaras en mí.

Me mira una última vez y se aleja hasta desaparecer por donde vino.

Quedo un poco desconcertado por su último comentario, pero la sensación de su aliento contra mi piel reemplaza cualquier sentimiento.

Tiene una personalidad completamente distinta de la que creí. Es atrevido, y eso me encanta.

Bajo la vista hacia el papel que dejó.

Park Jimin

XXXXXXXXXX

No seas cobarde y escríbeme ;)

Río. Cuando vuelvo la mirada hacia la puerta, lo encuentro apoyado sobre el marco, de brazos cruzados y mirándome con una sonrisa.

Y qué sonrisa...

Puedo notar que, antes de salir, forma con sus labios las palabras «Espero tu mensaje». Me guiña un ojo y se despide con una mano.

El día termina mejor de lo que esperaba... No tan solo consigo el perdón de Jimin, sino que también su número telefónico —y sin siquiera pedirlo. 

A reason to stay ☕ | hv - kmDonde viven las historias. Descúbrelo ahora