𝐋𝐀 𝐕𝐄𝐑𝐃𝐀𝐃 𝐐𝐔𝐄 𝐍𝐀𝐃𝐈𝐄 𝐂𝐔𝐄𝐍𝐓𝐀

Capitulo 60

Elizabeth: No me pienso tomar esa porquería. —me negué por séptima vez—

Han pasado dos días desde que me dieron de alta y estos dos días me he quejado por lo mismo cuando me toca tomarme las pastillas que me dieron. No me jodan son seis pastillas por día, si no muero por sobredosis si por intoxicación. Al enterarse de la razón por la cual llegué me mandaron con la psiquiatra y me recetaron pastillas antidepresivas y no entiendo porque putas me dieron esas.

Tom: No te estoy preguntando si te las quieres tomar. —me miro amenazante y tenía la pastilla en mano y en la otra él frasco. Sabe que las escupo y me mete otra a la fuerza—

Mattheo: Elizabeth por Dios ya —suplicó, pronunciándo esa última a — Solo tómalas es por tu bien.

Elizabeth: ¿Mi bien? Estaba mejor cuando me fumaba tres porros al día, esa porquería me seda. —hice berrinche. No miento, me hace tener peores efectos que un mal viaje—

Tom: No me hagas agarrarte a la fuerza, sólo tómalas. —recalcó cada una de sus palabras, tratando que mi cabeza tome lo que crea conveniente—

Lo pensé por mucho tiempo, no es problema en tomarlas, el problema son los efectos que tienen. ¡Son antidepresivos! me sedan, ni siquiera siento nada, me da sueño todo el día y no paro de comer.

Elizabeth: ¿Y si lo negociamos..?

Tom revolcó los ojos y cerró el frasco cansado de tanto esperarme, dejando solo la pastilla que necesitaba.

Elizabeth: ¡Espera, esperaa! ¿No puedo tener otro tipo de sobredosis? Tengo entendido que el efecto dura de dos a tres días. —trate de convencerlo de que al menos hoy solo tomara las que me dieron en la enfermería—

Mattheo: Esto es lo que te recetó tu psiquiatra, sólo ella sabe que desorden mental tienes y por eso dijo que tres diarias. —es bastante paciente, pero ya se estaba desesperando y eso me pone en desventaja, dos contra una—

Tom: Solo tómala Mattheo.

Y obedientemente este me agarró las manos por detrás, eran aproximadamente las cuatro y algo de la tarde y estábamos en la sala común teniendo un debate normal. Aferró el agarre y Tom me tomó de las mejillas apretándolas para abrirme la boca.

Theodore: Déjame intentarlo Thomas.

Captó nuestra atención, estaba recargado en un muro con su mochila colgando de un lado. La puso en el sillón y se acercó a mí haciendo que ellos se alejen a una distancia considerable, se sentó en la mesa que queda frente a donde estaba yo y arremangó las mangas de la camisa y me miro con compresión. Maldito bipolar.

Theodore: Solo finge que las pasas. —susurró mientras hacía ruido al mover él frasco para sacar la pastilla—

Y así lo hice, fingí hacerlo mientras las escondía debajo de la lengua.

Tom: Al fin sirves de algo en la vida de mi hermana. —comentó a lo lejos—

Nott rodó los ojos y se levantó rendido de tener siempre la misma conversación y siempre quedar como el drogadicto mala influencia. Guardó el pomo en su mochila y cerró el zíper, dando una risa silenciosa pero burlona.

Theodore: Créeme Thomas, yo hago más bien en su vida que su propio hermano —colgó la mochila de su hombro derecho y estiro su mano haciendo que la tomara y me levantara— Y las pastillas no son diario, puede tener grandes secuelas después. Se nota que nunca has tomado esa porquería. —susurró—

Tiro de mi mano sacándome de la sala común. Durante el camino no mencione nada ni me quejé aunque jalaba de mí en ocasiones por no seguir su paso; hicimos una parada en la cocina y recogió un topper con fruta que ya estaba sobre la barra lista, la segunda parada fue en la cuarta clase del día. De que me iba jalando entramos y nos sentamos juntos, se volteó dándome la espalda para rebuscar algo en su mochila y cuando se dio la vuelta solo me dio el traste con la fruta y un tenedor así, sin omitir alguna palabra o sonido. La tomé por educación y porque no he comido nada en todo el día, sabía algo rara, la fruta tenía un sabor diferente pero supongo que es por la miel que tiene esparcida.