Capitulo 18

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Mattheo: Dime algo que describa a Draco.

Quite el cigarrillo que estaba en mis labios y lo tomé con el dedo pulgar y con el índice. Lo observé con delicadeza y me gire hacía Mattheo.

Elizabeth: ¿Vez esté cigarrillo? —se lo mostré y el solo asintió con el entrecejo fruncido— Bueno, el es cómo esté cigarro, se que me hacé dañó, pero ya me volví tan adicta qué no está en mis planes dejarlo ir.

Sonrio de lado y me miró a los ojos intentando decirme algo.

Mattheo: Se ve que lo quieres demasiado..

Elizabeth: No lo quiero Mattheo, lo amo. Algo que nunca me pasó con alguien.

Mattheo: Amar es una palabra muy fuerte cómo odiar ¿Lo amas o lo quieres?

Elizabeth: Lo amo, ¿Sabés por qué lo digo tan segura? —el nego con la cabeza y me vió con atención— Porque no me enamoré de sus virtudes, me enamoré de sus defectos. Y si tú me preguntas que siento por el, no tengo respuesta, no sé cómo expresar lo que siento por el, y éso es amor, no saber por qué lo amas tanto pero sabés que lo hacés con el corazón en la mano.

Mattheo: Te creó, y sólo por la sencilla razón de que las personas frías nunca mienten cuando dicen ésto, y si el no lo hacé, creeme que le voy a patear el culo.

Elizabeth: No es necesario que me crea matt —di una calada al cigarrillo y expulsé el humo lentamente— El se va a casar con Astoria, y no hay marcha atrás.

Mattheo: ¿Que pasaría si te dijeran que ésa boda se cancela y que en realidad se va a casar contigo?

Elizabeth: Éso nunca va a pasar, pero si fuera el caso, me pondría a gritar cómo una niña chiquita.

Mattheo no omitió ningún sonido o palabra, sólo se dedicó a acabarse el cigarrillo que tenía en manos.

Tom: Levántense, es hora de irnos. —lo volteamos a ver y solté un suspiro con cansancio, me levanté y aplaste el cigarrillo—

Elizabeth: Vamos Mattheo, quiero que ésto sea rápido. —le extendí la mano para ayudarlo a levantarse y así lo hizo. Se levantó y me abrazo por los hombros, caminamos hasta salir del castillo y ya nos estaban esperando—

(...)

Draco: Ahora vengó, voy al baño. —Desde que llegamos a las tres escobas a estado muy tensó, siempre está volteando a todos la dos, está impaciente y nervioso. Se levanto del lugar y lo tomé del brazo—

Elizabeth: Voy contigo. —lo miré sería y sólo asintió. Caminamos hacía una pequeña bodega que estaba en el fondo del lugar— ¿A quién se lo vas a dar?

Saco de su sacó la misma caja del collar que el maestro encontró cuándo nos revisaron las maletas.

Draco: A una ilusa, puede ser una Hufflepuff o una Revenclaw. —observo el collar y cerró la caja—

Me quedé callada unos segundos y rompí el silencio.

Elizabeth: Dámelo, yo se lo doy. —iba a tomar la caja pero la escondió ente su sacó—

Draco: ¿¡Estás loca!? —susurro— ¿¡Si sabes lo que es ésto!?

Elizabeth: Se perfectamente lo que tiene ése collar, y yo quiero cargar con la culpa, no tu. —le iba a arrebatar la caja pero se quitó—

Draco: No voy a dejar que te lleves la culpa. —me apuntó con el dedo y me miró amenazante—

Me recargue en una pared y le hice créer que me quedaría quieta. Cerró los ojos unos segundos y aproveché pára hacerle el hechizo confundus. Aproveche los pocos segúndos del efecto y le quité la caja, salí a toda prisa y se lo dí a la primera que vi. Katie Bell.

 𝐋𝐀 𝐕𝐄𝐑𝐃𝐀𝐃  𝐐𝐔𝐄  𝐍𝐀𝐃𝐈𝐄  𝐂𝐔𝐄𝐍𝐓𝐀 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora