𝐋𝐀 𝐕𝐄𝐑𝐃𝐀𝐃 𝐐𝐔𝐄 𝐍𝐀𝐃𝐈𝐄 𝐂𝐔𝐄𝐍𝐓𝐀

Capitulo 59

BLAISE

Los pasillos estaban más o menos solitarios, algunos alumnos corrían y otros tenían la cabeza metida en quien sabe dónde. Mi vista se detuvo en la pelinegra que caminaba sin preocupación alguna mientras todos se empujaba entre sí para poder llegar rápido a las clases.

Blaise: ¡Eli! —grite captando la atención de la chica y deteniendo su paso para esperar que estuviera a su lado— ¿No piensas ir a clases?

Aveces me pregunto que hace todo el día cuando no sigue su horario o como se esconde de sus hermanos para que no la vean por las distintas horas de descanso.

Me miró unos segundos para después bufar, hizo una mueca con sus labios y asintió.

Elizabeth: Nah, hoy no tengo ganas.

Blaise: ¿Entonces solo entras cuando te viene en gana? ¿Que le vas a contar a tus hijos cuando te pregunten sobre las materias que llevabas cuando eras adolescente? —dramatice y ella me miró con una pizca de humor, aunque haya rodado los ojos—

Elizabeth: No quiero tener hijos Blaise. —murmuró sin gana. Eso dolió—

¿El tío zaza a quien va a cuidar y a quien le va a ayudar a escapar cuando su madre no le dé permiso para salir? Pero dolió aún más el hecho de que hace unos meses, ya casi cumpliendo el año, dijo el nombre que quería para sus tres hijos..

Scorpius hyperion. Ese porque el padre lo quería.

Apolo Alexander. Porque a la mamá le gusta los dioses griegos y es el dios de la luz.

Y para un niña si es que hubieran llegado a tener iba a ser Elizabeth Aria. Por la mamá y la abuela y el segundo por decisión de ambos.

Aveces las personas se llevan tus sueños, porque aunque duela, siempre le pertenecieron a esa persona y sería un remordimiento compartirlo con alguien que no te hace sentir lo mismo.

Blaise: Theodore te manda este libro —lo solté frío y sin pensarlo, sentí como se tensó ante lo dicho y miro hacia mis manos, deteniéndose— Me amenazo con que no mencionara su nombre, pero no pude evitarlo.

Lo tomó con delicadeza y acepto el regalo con una sonrisa bastante feliz, lo inspeccionó y sorprendentemente una lagrima calló de sus ojos, mojando el libro.

Blaise: Necesitan hablar, ya. —aveces en verdad no comprendo a ninguno de los dos—

Elizabeth: No ha accedido, y aunque lo quiera mi orgullo va primero y no voy a insistir. —limpió su mejilla y guardó el libro en su mochila, volviéndola a pasar por su hombro. Caminó sin esperar más palabras de mi parte—

Blaise: En verdad no los comprendo —grite, haciendo que pare y se quede congelada ahí— Se quieren pero no hablan sobre eso y lo ocultan siendo prepotentes y narcisistas uno con el otro.

Elizabeth: Lo que en verdad pasa es que ya se cansó de insistir y siempre obtener el mismo rechazo —murmuró, su voz sonaba tan cansada— Así es esto de complicado. —retomó su camino por los jardines y se perdió a lo lejos, dejándome con el enojo y la impotencia en la garganta—

(...)

ELIZABETH

Después de a ver dejado a Blaise hablando como loco en los jardines en la mañana me fui a disfrutar de mi soledad, después regresé y aquí estoy, caminando como una estupida por un pasillo solo apunto de entrar a una clase a la cual ya voy veinte minutos tarde.