Capítulo 3

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Ella removió el cuchillo del cuello del hombre gordo y se lo apuntó a los hombres en la puerta quienes seguían burlándose, mientras tanto el gordo estaba revolcándose en el suelo, como un cerdo intentando escapar de la muerte.

Ella les miró fijamente y dio el primer paso para comenzar a correr hacia ellos quienes se pusieron en guardia pero grade fue su sorpresa al ver lo siguiente que ella hizo.

— pero... Que demo...!

La goblins cambió el curso y corrió directo hacia la ventana por la cual se lanzó sin pensarlo dos veces, cayó desde el segundo piso del lugar hacia el suelo lodoso a causa del las cagadas y los orines de todos los que vivían en esa zona, ello le salvó la vida pero no la dejó ilesa.

— vamos tras ese goblin! — grito uno de ellos.

— no... Dejalo, los perros se encargarán o lo matara algún guardia cuando lo vean — dijo mirándola irse — lo mejor es que ahora tenemos más ojos dedos y órganos para vender.

No la siguieron y eso la alivió, aún así estaba herida, tenía una costilla rota y el hombro derecho dislocado que le impedía moverse con mayor soltura.

—libre al fin... — decía mientras hacía una mueca de dolor.

Comenzó a caminar entre los callejones y las zonas más oscuras de la zona, se detuvo un momento a descansar y reponerse.

Miró su hombro y vio que lo tenía inchado además de dislocado, golpeó su hombre en la pared y se lo volvió a colocar gritando de dolor en el acto.

Lo movió un poco sintiendo dolor, y se llevó la mano a la costilla que tenía rota, se sentó con una respiración agitada y luego miró el cuchillo que tenía en su mano.

Recordó que con aquel cuchillo mató al hombre gordo y graciento antes de lanzarse por la venta, se dio cuenta que no sentía remordimiento por haberlo echo.

Para ella, el haber matado a aquel gordo, era como haber matado una gallina para el caldo.

— a dónde voy ahora? — dijo recuperando el aire — creo que tengo que volver por mis cosas...

Se decidió y espero cerca de media hora mientras se recuperaba y esperaba a que se fueran aquellos hombres que seguramente la habrían matado de haberseles enfrentado.

Pasado ese tiempo ella se puso de pie y camino de regreso al cuarto donde antes estaba encerrada, al llegar se encontró con los charcos de sangre del hombre gordo y de Endo, ellos aún seguían ahí pero ya no había ni rastros de los otros.

Ella trató de no pisar la sangre y pasó hasta el fondo del cuarto donde estaba su cojín y algunas de sus cosas, tomó un bolso y lo lleno con algunas de sus prendas, algunas prendas de Endo, unos platos, cucharas y cuerdas, también en ella metió toda la bolsa de dinero que Endo estaba juntando y por último sus materiales de limpieza.

Tomo el arco y las flechas que tenía Endo y luego su cojín junto a sus frazadas, las cuales montó sobre el saco y formó una especie de mochila la cual cargo en su espalda y se salió del lugar no sin antes mirar el cuerpo sin dedos, ojos y órganos de Endo.

— Adiós camarada.

Salió del lugar caminando entre las sombras y llegó a la entrada de la ciudad donde se podía ver un guardia durmiendo sobre una banca.

— la suerte está de mi lado — dijo ella intentando acercarse.

— tú! — grito alguien.

Lina la Goblin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora