Capítulo S4

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Dentro de los majestuosos muros de una fortaleza que había sido testigo de innumerables hazañas, se encontraba Gary, ocupando el ancestral trono del último noble que se alzó en esas tierras.

— Dime, ¿qué noticias llegaron desde la Capital Imperial de Roam? —preguntó con ansias, deseando escuchar buenas noticias. — ¿Acaso Kumik ha enviado algún mensaje?

Tres robustos Hobgoblins, guerreros acorazados, se arrodillaron ante él, inclinando sus cabezas en señal de respeto.

— Desde la Capital nos instan a resistir con valentía mientras organizan un ejército en nuestro auxilio —respondió el Hobgoblin del centro. — El venerable Lord General Kumik indicó que los hijos de mi Lord General Gary están en las escuelas de guerra —dijo el Hobgoblin de la derecha. — Y desde temprano, la insigne Lord General Ghea ha transmitido sus deseos con firmeza: Gary, solo quiero resultados; no me hagas lamentar haberte salvado. No olvides que los Lord Generales Luna, Kuga y Birum alzaron sus voces para pedir tu decapitación. Gary, no puedes permitirte ni una derrota más; un solo error y tu cabeza rodará.

Gary, con una mano en la barbilla, se levantó, mostrando su impresionante estatura de 1.80 metros. Su apariencia, inusual para un Goblin, se asemejaba más a la de un humano con piel verde, ojos felinos, orejas puntiagudas y dos cuernos negros casi etéreos incrustados en su frente. Estos cuernos, como hologramas intangibles, testimoniaban su evolución y su estatus como Lord General en el renombrado Imperio de la Roca Amarilla, también conocido como el Imperio Roam.

Había logrado alcanzar la novena evolución, un logro que logró alcanzar junto a otros diez, y teniendo el privilegio de estar en igualdad evolutiva que el Emperador.

— ¡Gary! — resonó un grito femenino, lleno de ira y desprecio. — ¡Miserable!

Gary levantó la vista y, a través de la puerta de ese majestuoso salón, apareció Xix, su esposa y General del Primer Ejército, uno de los cuatro que obedecían sus órdenes, además del gran ejército que él mismo comandaba.

— Me llegaron rumores de que has engendrado otro hijo ilegítimo — vociferó con furia, arrastrando consigo a una hembra claramente maltratada. — Conoces muy bien las consecuencias de desobedecer los sagrados preceptos de un Lord General.

Gary, conocido como el Lord General más problemático del Imperio Roam, solía ignorar reglas y leyes con desenfreno, aunque su apacible esposa, Xix, solía enmendar sus transgresiones. Solo en una ocasión ella no pudo hacerlo, y Gary terminó tras las rejas. A esto se sumaban las derrotas en el campo de batalla y el asesinato de mano de obra humana esclava, una clara ofensa al Emperador que había prohibido la matanza de los prisioneros. Su destino habría sido la decapitación, si no fuera por la intervención del Lord General Ghea, quien vislumbró un uso para él.

— Xix, ¿qué daño puede causar un solo niño? — preguntó, extendiendo los brazos en un intento de abrazarla. — Es solo un niño.

— ¡¿Un solo niño?! — exclamó con ira. — Tuve que sacrificar a 28 niños y sus madres; con este, sumamos 29 — sentenció, rompiéndole el cuello a la hembra maltratada y arrojándola a los pies de Gary. — Sabes muy bien lo que ocurrió con el ilegítimo hijo de Kumik, desafiando a su propio padre por no ser considerado parte de la línea principal. Habría sido una catástrofe si el Emperador no lo hubiera eliminado antes de que su rebelión se propagara. La próxima vez que engendres otro hijo ilegítimo, seré yo quien informe al Emperador.

Gary la abrazó con firmeza, prometiendo que nunca más tendría descendencia con otra hembra que no fuera ella.

Mientras regresaba a la cruda realidad de la guerra que lideraba contra el Sacro Imperio Noisvid, una coalición de reinos fronterizos que se habían alzado apoyados por la Iglesia de Deity en una sanguinaria cruzada. El imperio de Gary estaba en crisis, y la supervivencia de su legado pendía de un hilo en un mundo donde la política y la guerra se entrelazaban en un baile mortal. Los imperios vecinos, motivados por la promesa divina, se habían unido en una cruzada fanática para erradicar la influencia de Gary y su Imperio Roam.

El estruendo de la batalla resonaba en su mente mientras dejaba a su esposa y caminaba por el salón. Gary sabía que enfrentar a la coalición de reinos enemigos no sería tarea fácil. A pesar de su poder y experiencia como Lord General, la situación se volvía cada vez más sombría.

Se reunió con sus generales, estrategas y comandantes para trazar un plan. El tiempo apremiaba, y debían encontrar una manera de frenar el avance de la coalición antes de que la línea del Frente sea traspasada.

Mientras debatían estrategias, Gary recordó las palabras de su esposa, Xix, sobre el ilegítimo hijo que había engendrado. La idea de tener una familia y herederos legítimos se había vuelto un dilema en medio de la guerra. Pero, con el destino de su cabeza en juego, no podía permitirse distracciones.

Gary decidió concentrarse en la batalla que tenía por delante. La coalición enemiga presionaba el las fronteras, y él debía liderar a sus ejércitos con valentía y determinación. La política del Imperio Roam, que amenazaba con cortarle la cabeza, no era su única preocupación; también estaba la amenaza de la Iglesia de Deity, una fuerza religiosa que había desempeñado un papel importante en la formación de la coalición enemiga.

La batalla que se  avecinaba sería devastadora, una lucha que determinaría el destino de su cabeza, de toda la región y de las futuras batallas.

El sol se ponía en el horizonte mientras Gary se preparaba para liderar a las tropas de refuerzo hacia el campo de batalla. El destino de su cabeza pendía de un hilo, y solo el tiempo diría si su determinación y estrategia serían suficientes para enfrentar a la coalición enemiga y proteger su legado en medio de una cruzada despiadada.

— Lord General — dijo un soldado acercándose a Gary — los Héroes fueron avistados en la Frontera.

Aquellas noticias no eran nada buenas, las batallas en las que aquellos héroes había participado resultaron en totales derrotas para él. Había algo en aquellos héroes que los asía prácticamente invencibles, y él, a pesar de poseer el titulo único de Héroe Legendario, dado a él por la espada que habia encontrado debajo de lo que fue su sala del trono en el antiguo nido del volcán, no era suficiente para estar a la altura de esos héroes con poder descomunal.

El enfrentarse un uno a uno era peligroso, pero enfrentarse un dos a uno era prácticamente un suicidio, la última vez que se enfrentó a los dos héroes casi muere de no haber escapado de ellos con el rabo entre las piernas como un perro. El no estaba orgullos de aquella acción, pero consideraba que era más valiosa su vida que el honor de morir en batalla de una manera aplastante.

— ¿en que frente los vieron? — pregunto el.

— en el frente de las árboles — respondió el soldado señalado había una dirección.

— bien, marchemos hacía ahí — Gary sonrió de oreja a oreja — está ves no la tendrán fácil, tengo preparado algo para ellos.

Lina la Goblin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora