Capítulo S5

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—Mi Rey, el momento apremia; debemos escapar. El ejército de Gary se aproxima para tomar la ciudad vecina —expresó con urgencia un general, su rostro marcado por la ansiedad. He organizado a las fuerzas reales para iniciar la retirada. Lamentablemente, hemos perdido la guerra; Balzar está al borde de la perdición. No obstante, mientras usted siga con vida, aún queda una oportunidad para recuperar nuestro reino. Nuestro vecino nos ha ofrecido refugio y asilo en este difícil trance.

Balzar languidecía en sus últimos días de existencia, sumido en una atmósfera de desesperación y desolación. Las sombras se alargaban sobre sus murallas, reflejando la penumbra que envolvía los corazones de sus habitantes. La esperanza, ese hilo frágil que sostenía los sueños de un reino en declive, se desvanecía como el susurro de una brisa fugaz.

La tragedia alcanzó su cenit cuando la figura de Keith, la última luz en la oscuridad, quedó marcada por el destino en un enfrentamiento brutal con Lina. El héroe, con la misión impuesta sobre sus hombros, se encaminaba hacia Roam, llevando consigo la carga de súplicas y ruegos destinados a los líderes supremos de la época: Ghea, Kuga y Kumik. Su propósito era implorar su intervención, una última esperanza para la supervivencia del reino. Sin embargo, la fragilidad del equilibrio era tal que el viaje se convertía en un peligro latente, una delgada línea entre la diplomacia y el derramamiento de sangre.

El choque entre Keith y Lina, narrado por los informes y los testigos presenciales, emergió como un ballet macabro de violencia y desesperación. Lina, cuya furia ardía como el fuego de la venganza, se enfrentó al héroe con una determinación feroz, decidida a romper los grilletes del destino. Cada golpe resonaba como un eco de tragedia en las paredes del tiempo, cada herida marcaba el paso inexorable hacia la perdición.

Las cicatrices en el cuerpo de Keith contaban la historia de un duelo despiadado: una profunda perforación en el abdomen y el hígado, como testigos mudos de la ferocidad del conflicto; otra herida que atravesaba su palma, un grito silencioso de resistencia; y marcas de asfixia alrededor del cuello, una sombría advertencia de que no saldría con vida la próxima vez que se encontrara con Lina.

Así, en medio de la tragedia y la desesperación, Balzar yacía como un reino al borde del abismo, sus destinos entrelazados en el hilo frágil de la esperanza.

A pesar de las heridas mortales que laceraban su cuerpo, Keith encontró la fuerza para resistir y aferrarse a la vida. Su supervivencia se convirtió en un milagro, gracias a la intervención providencial de la princesa de Balzar. Con habilidad y magia, ella tejió un hechizo que envolvió al noble guerrero, infundiendo su ser con la energía vital necesaria para sostenerse en el umbral entre la vida y la muerte.

El enfrentamiento épico cobró un precio desgarrador para Balzar. La pérdida de algunos de sus Rangos S más poderosos representó un golpe devastador, que debilitó las defensas y la fuerza militar del reino. Keith, maltrecho y herido, no pudo recuperarse a tiempo para influir en el curso de la guerra, y la batalla se deslizó inexorablemente hacia la derrota.

Mientras tanto, Miriam, la heroína que una vez había marchado con orgullo en los campos de batalla, sufrió una tragedia personal. La pérdida de sus brazos, símbolos de su destreza y coraje, la dejó incapacitada para el combate directo. Sin embargo, su espíritu indomable no se doblegó ante la adversidad. Encontró un nuevo propósito en su dolor: convertirse en la fuerza motriz detrás de las imponentes barreras defensivas que rodeaban los últimos bastiones de Balzar.

Así, en medio del caos y la desolación, los destinos de Balzar y sus valientes defensores se entrelazaron en una lucha desesperada por la supervivencia y la esperanza en un mundo teñido por la sombra de la guerra.

Mientras tanto, al otro lado del horizonte, Gary avanzaba con ferocidad inquebrantable, liderando sus hordas de goblins y orcos, que rugían como una marea voraz ansiosa por devorar todo a su paso. No conocían la piedad ni la compasión; sus manos saqueadoras arrasaban hogares, despojaban familias de sus posesiones y arrebataban la libertad a mujeres y hombres por igual, convirtiéndolos en esclavos de su brutal dominio. Gary, empuñando su espada legendaria encontrada en el corazón del volcán, se erguía como un coloso invencible, su figura envuelta en la sombra de la destrucción y el terror que sembraba a su paso.

En los rincones más oscuros y olvidados del mundo, Anil, el rey demonio, rompió los sellos que lo mantenían encadenado en un letargo milenario. Desde las profundidades del abismo, sus servidores, encarnaciones de oscuridad y poder indomable, se desplegaron con la furia de un viento infernal sobre los territorios donde moraban criaturas monstruosas y razas inteligentes que alguna vez se habían postrado ante su dominio. Desde las vastas llanuras dominadas por orcos hasta las escarpadas montañas habitadas por los sigilosos kobolds, desde los densos bosques poblados por una variedad de razas inteligentes hasta el corazón mismo del volcán que ardía con la furia del inframundo, los servidores de Anil extendieron su sombra implacable, anunciando la llegada de la oscuridad absoluta.

Sin embargo, en medio del caos y la incertidumbre, existía un bastión inexpugnable: el Imperio de Roam, cuyas fronteras se erigían como fortalezas impenetrables, custodiadas con celo y vigilancia implacable, impidiendo el acceso a cualquier intruso, sin importar su linaje o su poderío.

Fue en este turbulento escenario de guerra y desesperación que Lakis, un comandante demoníaco, se materializó frente a los habitantes del nido del volcán. Flotando en el aire con una majestuosidad oscura que eclipsaba la luz del sol, Lakis proclamó sus palabras con una voz que resonaba con un eco ominoso, tejiendo un velo de temor y desconfianza en la atmósfera cargada de ansiedad.

—Me presento ante ustedes. Soy Lakis, fiel siervo del rey demonio Anil y comandante supremo de las fuerzas infernales —declaró con voz impregnada de poder y persuasión—. He llegado hasta este recóndito lugar para solicitar su honorable participación en la causa de mi señor. En tiempos pasados, fuimos aliados; ahora les ruego que unamos nuestras fuerzas una vez más en aras de la grandeza y la conquista. Que aquellos que alguna vez fueron enemigos se conviertan en aliados en esta hora oscura que se cierne sobre los reinos mortales.

Mientras los tambores de la batalla resuenan en los corazones de los valientes y los susurros del mal acechan en los rincones más oscuros, el futuro de Balzar pende en un delicado equilibrio. En este momento crítico, donde los lazos del pasado se entrelazan con las promesas del mañana, se forjarán alianzas inesperadas y se pondrá a prueba el coraje más profundo. La historia de Balzar aún no ha llegado a su fin; su destino, tejido con hilos de esperanza y desesperación, aguarda el veredicto de los dioses.

Lina la Goblin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora