Capitulo 5

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En las profundidades de Roam, en el corazón del imponente palacio fortaleza donde Lina residía como emperatriz, se congregaron los prominentes líderes y estrategas de la nación.

En el centro majestuoso de la sala de mando, bañada por la luz dorada que se filtraba entre las altas ventanas, se alzaba un viejo goblin. Su figura encorvada, apenas alcanzando los 110 centímetros de altura, estaba marcada por el peso de los años. Sin embargo, sus ojos amarillos brillaban con una intensidad que desafiaba al tiempo. Con voz áspera y temblorosa, el anciano goblin comenzó a hablar, sus palabras reverberando en las paredes como susurros de tiempos olvidados.

—¡Maravilloso, hermoso, espléndido! —exclamó con fervor, su voz resonando con un eco de emoción—. He escuchado mucho, pero nada se compara a lo que estoy presenciando en este momento. Este es un acontecimiento sin precedentes en la vasta historia de nuestro linaje.

Los altos mandos y generales, rodeando al anciano con expectación, aguardaban ansiosos las palabras que fluían de sus labios arrugados.

—Hemos sido bendecidos con la existencia de tan magnífico ser —prosiguió el anciano, su tono impregnado de asombro y admiración—. Una hembra cuya evolución trasciende todo lo que hemos conocido y logrado hasta ahora.

Los goblins presentes intercambiaban murmullos, sumidos en un estado de asombro y emoción ante las palabras del venerable anciano, aunque ya estuvieran al tanto de lo que había anunciado.

Con un gesto reverente, el anciano goblin alzó sus manos temblorosas en el aire.

—¡Rindo homenaje a la presencia de la emperatriz de Roam! —declaró con voz temblorosa pero rebosante de orgullo—. Permíteme seguir tus pasos, aprender de tu grandeza y dedicar mi vida a tu servicio.

Con un susurro colectivo, los goblins presentes expresaron su acuerdo, confirmando así la visión del anciano.

—Déjate de eso —interrumpió Lina con emoción—. Tengo entendido que puedes leer el pergamino. Si puedes interpretarlo, te aceptaré en Roam.

Un silencio se abatió sobre la sala, solo interrumpido por el tintineo de los cubiertos y el murmullo de la conversación.

En un rincón apartado de la sala, Ghea y Kuga devoraban su comida como si el mundo estuviera al borde del colapso. El anciano no pudo evitar notarlas y se sorprendió por su actitud desenfadada y sus modales poco convencionales.

—Antes... —el anciano preguntó, manteniendo la mirada fija en Kuga y Ghea—, ¿podría saber quiénes son las hembras que se regocijan en la comida? Considero que su comportamiento es una falta de respeto hacia su excelencia.

Lina lanzó una mirada fugaz a Kuga y Ghea, quienes, al notar su atención, interrumpieron brevemente su festín y le dirigieron una sonrisa cómplice.

—Son mi familia —respondió Lina con un destello de alegría—. Les he permitido disfrutar de la comida mientras observan esta reunión. No les prestes atención. Son parte de mi vida, pero en este momento, el foco está en ti y en tus habilidades, anciano.

A pesar de su mayor inteligencia y experiencia, adquiridas a lo largo de los años, sus instintos más oscuros y deseos aún lo atormentaban. A diferencia de otros goblins, él seguía siendo un simple miembro de su especie, sin haber alcanzado una evolución más elevada, una transición que generalmente ocurría en las primeras semanas de vida.

Estos instintos y deseos lo llevaban a contemplar con anhelo los hermosos cuerpos y rostros de Ghea y Kuga, así como la majestuosidad de sus estaturas similares a los humanas. Incluso en ocasiones, sucumbía a un deseo momentáneo hacia Lina, aunque el miedo y la abrumadora presión que sentía al enfrentarse a ella lo llevaban a reprimir esos pensamientos inapropiados.

Lina la Goblin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora