Capitulo S3 (PARTE II)

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En las sombras de la desolación, la ciudad yacía rendida, defensas despedazadas y resistencia pulverizada en el fragor de la batalla. El eco de la lucha aún reverberaba en las calles.

La ciudad, un bastión perdido, vio a los últimos valientes abrirse paso con la ayuda de Keith, quien había escapado en el momento en que Kuga desatendió su guardia para acabar con la Goblin a la que una vez había perdonado.

— ¡Rápido! — clamaba el Héroe con la muñeca envuelta en vendajes. — No tardarán en perseguirnos —.

Solo una escasa unidad de 102 soldados logró escapar, conscientes de que la cacería no tardaría en comenzar. Pero las circunstancias tomaron un giro inesperado. Sin darse cuenta habían escapado siguiendo las órdenes de Kumik, quien deseaba que llevaran las noticias del asedio y la ciudad devastada para difundirla.

— No dejen ni un solo rincón sin revisar— ordenaba Ghea mientras observaba la huida del Héroe junto a Kuga. — ¿Los dejaste escapar? — inquiría, preocupada.

— No — respondió Kuga. — lo perdí de vista al matar a esa enana —.

— Tal parece que el Jefe no está en este nido humano — suspiro Ghea. — ¿donde podrá estar?"

Horas después, la ciudad era un cascarón conquistado en su totalidad. Miles de prisioneros, en su mayoría civiles aterrados, se contaban entre las ruinas. No podían comprender cómo poco más de diez mil Goblins habían logrado tomar la ciudad.

La ciudad había enfrentado embates de Goblins, Orcos y otras criaturas en el pasado, pero habían resistido. La aflicción latente residía en la incapacidad del Héroe para protegerlos.

— Kumik — habló Ghea — ¿cuántos prisioneros hay? —.

— El conteo aún no ha terminado — respondió él. — Hasta ahora, hemos contado completamente a las mujeres jóvenes y fuertes, son más de diez mil. En cuanto a los otros humanos, hasta ahora suman más de sesenta mil —.

Ghea empezó a contar mentalmente. — Kumik, tendremos esclavas en exceso — murmuró, observando la gran multitud ante ella.

— Kumik, que todas las humanas jóvenes que hayan iniciado su etapa reproductiva y tengan menos de 25 años sean seleccionadas y puestas junto a las jóvenes — ordenó Kuga. —Necesitaremos más guerreros y ellas serán quienes los traerán a este mundo; las demás mujeres, excepto las crías, serán entregadas a los Orcos y Goblins inferiores —.

— ¿Qué hacemos con los machos? ¿Y esos soldados? — preguntó Kumik, señalando a los prisioneros. — Capturamos a más de tres mil soldados —.

Kuga reflexionó sobre qué hacer con ellos. Quería eliminarlos de inmediato, pero sentía que podrían ser útiles. — Jefe — miró al cielo con tristeza recordando a Lina — ¿qué harías tú? ¿Dónde estás ahora? —. Bajó la cabeza y se acercó a los soldados, examinando sus heridas.

— Pronto la tribu crecerá considerablemente — declaró Kuga mirando a las mujeres. — Necesitaremos más espacio y la mano de obra inferior no avanza muy rápido. Utilizaremos a esos humanos a los que llaman arquitectos; expandiremos el Nido y los humanos machos serán la principal fuerza laboral. Emplearemos a sus crías para obligarlos trabajar y también todos los collares de esclavitud que encontramos en este Nido Humano —.

La ciudad fue saqueada por orden de Kuga. Los botines más valiosos, como el armamento, combustibles como el carbón y los llamados almacenes del conocimiento, que guardaban gran cantidad de libros, minerales mágicos, piedras mágicas y pociones de todo tipo, fueron entregados a la tribu Roca Amarilla.

Las tribus anexadas se quejaron por la escasez de armas en su botín, no les importaban mucho los libros o los minerales. Kuga para evitar descontentos les entregó las tesorerías de la ciudad y todo lo de valor que Roca Amarilla no hubiera tomado o reclamado como suyo en compensación.

Permanecieron en la ciudad durante tres días más, asegurándose de que no hubiera nadie escondido o algo más por saquear, explorando incluso alcantarillas y pozos de agua.

Antes de partir, colocaron trampas en ciertos lugares de la ciudad y sus alrededores. En su retirada, se encontraron con una tropa de quinientos gubrins del Nido del Volcán, quienes habían oído del asedio a la ciudad. Querían parte del botín que se obtendría al tomar la ciudad, pero llegaron demasiado tarde.

— La ciudad es toda suya — indicó Kumik, señalando la ciudad casi en ruinas y deshabitada. — Pero les estamos otorgando algo que por derecho pertenece a Roca Amarilla; deben compensarnos —.

El territorio era tan valioso como las esclavas de reproducción para los goblins. Cuanto más territorio tuvieran, más áreas de caza y explotación tendrían, asegurando la supervivencia y el crecimiento óptimo de la tribu.

— Aceptamos con gusto — respondió el líder de esa tropa.

Una ciudad era un territorio sumamente valioso, estratégicamente ubicado cerca de fuentes de agua y alimento, o incluso mazmorras.

Las mazmorras, fuente de crecimiento rápido pero peligroso, donde cualquier ser de la superficie podía evolucionar rápidamente y aumentar su poder. Muchos goblins de antaño, tan poderosos como un guerrero de élite humano, se habían forjado en esas mazmorras. Sin embargo, Lina, Kuga, Ghea y Kumik habían superado a esos goblins de antaño sin necesidad de una mazmorra.

Cuatro días pasaron luego de que Roca Amarilla y las tribu anexadas a ella dejaran la ciudad. Para ese tiempo las tropas de que Comandaba Kuga recién acababa de llegar a su territorio, preparados para enfrentarse a cualquier amenaza que pudiera surgir mientras comenzaban a hacer más espacio en su Nido.

— ¡Jefa! — grito un Goblin Inferior irrumpiendo en la sala de reuniones de los altos mandos del Clan — Noticias de importancia! —

Kuga lo miro y alzó la mano para parar la reunión en la que se encontraba.

— habla de una vez — dijo ella algo impaciente — qué sea algo que valga la pena, no tengo todo el día — .

— el nido Humano que dejamos en manos del nido del Volcán fue atacado, pero lograron defenderlo con éxito — dijo el pequeño goblin con emoción — y por último, ya sabe mis donde se encuentra el Gran Jefe —.

El pequeño goblin sonrió mientras sus ojos brillaban de emoción. Todos en aquella sala se miraron entre sí y con alegría se acercaron al goblin.

— ¿Donde? — pregunto Kumik —donde esta el Jefe —

— Luego de interrogar a algunos de los soldados qué capturamos supimos que fue vendido a un esclavista qué se lo llevo hacia un reino llamado Monteverde, al otro lado de la cordillera —.

La emoción se apoderó de todos en aquella sala, menos de aquellos líderes qué habían mantenido su posición luego de que su tribu fuera anexada, ellos simplemente eran indiferentes al objetivo los líderes principales de Roca Amarilla.

Al mismo tiempo, en el Nido del Volcán se hizo un descubrimiento único debajo de la sala del trono.

Gary, al enterarse de la victoria de sus tropas en la ciudad humana que ahora le pertenecía, hizo eco de su júbilo al pisar con fuerza el suelo de su sala del trono. Sin embargo, el suelo cedió, y cayó en un espacio hueco debajo, donde una enorme grieta con magma ardiente en el fondo se extendía ante sus ojos.

— Maldición — murmuró al contemplar la lava. — Casi me uno a San Pedro —.

Miró más de cerca y vio un pequeño altar flotando sobre el magma, sosteniendo una hermosa espada de doble filo dentro de un gran cristal.

— Si es lo que creo — susurró, intentando observar mejor el altar — quiero esa cosa —.

Lina la Goblin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora