Lina se encontraba ahora bajo el dominio de aquel hombre. Mientras recorrían las calles de la bulliciosa capital, observaba cautelosamente a las personas que iban y venían, sintiendo un profundo odio hacia la humanidad. Sabía que debía escapar antes de que aquel hombre le causara más daño del que ya había experimentado, pero no tenía la fuerza para hacerlo; aún seguía recuperándose.
A pesar de que su destino parecía oscuro, Lina mantenía una chispa de determinación y esperanza en su ser. A pesar de las dificultades que enfrentaba, sabía que no podía rendirse. Aunque su cuerpo aún estaba débil, su determinación era más fuerte que nunca.
— Humano... — susurró para sí misma mientras caminaba.
El hombre tiró de la soga con fuerza gritando: — ¡Camina! —. Los transeúntes murmuraban entre ellos, preguntándose qué estaría pasando.
Pronto llegaron a una pequeña casa a la que aquel hombre la había obligado a entrar.
La encerró dentro de una pequeña habitación y se marchó, dejándola sola. A pesar de estar encerrada, ella no permitió que el miedo se apoderara de su espíritu. Miró a su alrededor, buscando alguna forma de escape, y notó una ventana apenas abierta en la parte superior de la habitación.
Con determinación, empezó a buscar objetos que pudiera utilizar para alcanzar la ventana, pero una descarga eléctrica potente la interrumpió, deteniéndola y dejándola sin opciones. Desesperada, buscó otro método y encontró una soga en el armario, pero nuevamente la descarga la detuvo.
Supo que el collar y los grilletes que tenía en sus muñecas y tobillos habían sido diseñados para mantenerla bajo control y prevenir cualquier intento de escape.
De pronto, el hombre entró en la habitación y la encontró envuelta en vapor. — No intentes escapar — dijo aquel hombre, dejando un plato en el suelo —. Los grilletes y el collar son un conjunto de esclavitud para vestías de gran poder.
El collar con el que Keith la había esclavizado solo era una parte de un conjunto de esclavitud, por lo que no fue tan efectivo con Lina. Pero ahora tenía un conjunto completo que la dejaba totalmente como una persona normal, incluso desactivando habilidades de combate como Locura o incluso el poderoso Berserker, además de volver inútiles los títulos.
Si tenían que comparar a Lina con un humano, en su estado parecía más una esclava débil y común.
El hombre salió de la habitación y al cerrar la puerta se pudo escuchar cómo la aseguraba. Lina comenzaba a pensar que escapar sería un verdadero reto.
Se sentó en un rincón oscuro y trató de relajarse hasta que comenzó a sentir hambre, un hambre tan abrumadora que comenzó a buscar algo que pudiera llevarse a la boca. Era normal que sintiera tanta hambre, no había comido en mucho tiempo; había estado inconsciente desde que fue derrotada por los héroes y los Rango S.
Recordó el plato que el hombre había dejado en el suelo y posó su vista sobre aquel lugar. Efectivamente, el plato contenía comida: una generosa porción de carne asada con un jugoso acompañamiento de vegetales. Era la primera vez que veía algo así. "¿No está siendo muy generoso?" pensó Lina con desconfianza.
Decidió no tocar el plato y continuó sentada en su rincón. El tiempo comenzó a volverse largo y eterno. La tripa comenzó a rugirle e implorarle por algo de comida.
— No pienso tocar esa comida — se decía a sí misma.
Al caer la noche, no pudiendo resistir el hambre, se arrastró hacia el plato y agarró la carne, la acercó a su nariz y la olió, percibiendo un agradable olor a hierbas y luego la observó con desconfianza.
Sin pensarlo más, llevó la carne a la boca y la mordió, no la masticó mucho y la tragó, sintiendo un ligero entumecimiento en su boca. A pesar de la desconfianza, continuó comiendo hasta dejar limpio el plato, experimentando una satisfacción mezclada con incertidumbre sobre lo que realmente contenía esa comida.
El entumecimiento comenzó a extenderse, su percepción se volvía difusa y sus movimientos más lentos. Notó que su cuerpo parecía pesado y sus pensamientos se volvían borrosos. Comenzó a relajarse, dejando de lado sus pensamientos de escape; trató de luchar contra ellos, pero le resultaba difícil concentrarse.
Aunque su instinto le advertía que algo estaba mal, una extraña calidez la invadía. Se recostó, luchando contra aquella extraña alegría que la envolvía. Intentó resistirse, pero su determinación la abandonó y finalmente se sumergió en una profunda alegría, relajándose tanto que le resultaba difícil mover su cuerpo.
Estuvo así durante un buen rato hasta que aquel hombre entró en la habitación.
— Veo que las drogas tienen efecto en ti, temía que tuvieras esa habilidad que anula los estados anormales — dijo el hombre con orgullo — por ello, yo mismo preparé una infusión de hierbas que no fueran consideradas una amenaza.
Lina no podía odiarlo, aunque quisiera; estaba tan contenta que solo lo miró y fue obediente.
— Párate y sal de este cuarto — ordenó aquel hombre.
— En seguida — respondió Lina — pero... ¿Qué fue lo que me diste?
El hombre no respondió y sacó una pequeña y extraña esfera rosada de su bolsillo.
— Trágatela — le ordenó.
Lina tomó la esfera y la miró. — ¿Qué es? — preguntó ella con curiosidad. — Solo ponla en tu boca y pásala — ordenó el hombre, a lo que Lina fue obediente y se la tragó.
Pasaron unos minutos y Lina comenzó a sentir una extraña sensación en su cuerpo. Un calor recorrió cada fibra de su ser y su mente parecía estar más clara que nunca. Miró hacia el hombre con asombro, esperando alguna explicación.
Estratégicamente, su cuerpo empezó a sentirse más relajado que antes, y la rigidez de sus músculos se desvaneció. Los pensamientos sobre sus problemas y anhelos se esfumaron; lo más extraño fue la adictiva sensación de placer que comenzó a recorrer su cuerpo.
— Una droga — dijo Lina, mostrando una expresión de enfado que pronto fue suplantada por alegría.
— Se le conoce como el Fruto de la Alegría, te ayuda a olvidarte de todos tus problemas y te relaja, proporcionando un escape temporal de las preocupaciones de la vida cotidiana. Pero es ilegal, una vez que la pruebas es muy difícil que la dejes — dijo el hombre, lamiéndose los labios. — Los efectos de esta droga pasan después de un día y luego la necesidad de más es incontrolable.
— Estoy segura de que podré resistirlo — respondió Lina, tumbándose en una silla.
Pasado el día, tal y como dijo aquel hombre, el efecto de la droga pasó y Lina tuvo una necesidad incontrolable de consumirla de nuevo, quería volver al estado en que se hallaba después de consumirla.
— ¡Humano! — gritó ella — ¡dame más de esa cosa!
— ¿Quieres más? — respondió aquel hombre — Claro, puedes tener más.
El hombre la agarró por el cuello y la arrimó contra la pared. Lina trató desesperadamente de liberarse, pero el hombre era más fuerte. — ¿Acaso no quieres más Fruto de la Alegría? — dijo, mostrándole una de esas pequeñas esferas.
Lina dejó de luchar y miró la esfera para luego intentar tomarla. — Oh no, no, así no funciona la cosa — el hombre dejó de apretarle el cuello y bajó su mano hasta el pecho de Lina. — Dame los hijos que perdí y yo te daré el Fruto de la Alergia —.
Lina se estremeció y apartó la mano de su pecho. — No, ni en sueños — dijo Lina con voz temblorosa.
El hombre mostró una cara de decepción y se alejó — entonces, no te daré lo que quieres —.
Lina se desesperó y se apretó al hombre de una manera que jamás antes había hecho con otro ser — Pero puedo ayudarte a encontrar la alegría de nuevo, de una forma diferente.
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La voz del sistema se hacía oír después de mucho tiempo, anunciando una nueva habilidad adquirida por Lina.
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Lina la Goblin
FantasyUn hombre que se murió y estaba jodiendole la existencia a un Dios, es castigado renaciendo como un Goblin, peor aún, era una hembra parte de un raro espécimen. ¿Que le deparará el futuro en su nueva vida? Advertencia! No está demás poner una advert...