Capitulo 40: Regreso

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~Sandra~

Los primeros rayos del sol iluminaban la habitación, la calidez de mi cuerpo debajo de las cobijas era una sensación bastante agradable, tanto que no quería levantarme —Ya vi que acabas de despertarte— la voz de Ángel sonó a lado mio.

     —No es cierto, sigo dormida— me escondí entre las almohadas.

     —Te va a crecer la nariz como a Pinocho.

     —No digas eso—asome la cara para darle una mirada juzgadora.

     —Tú tampoco me veas así— puso los ojos en blanco y después abrió solo un ojo para darme una mirada entre sexy y tierna como solo él sabía hacerlo— si quieres quedarte en el departamento hoy, yo regresaré temprano, solo tengo que ir a hablar con mi tutor.

     —No, ya me levanto. Quiero acompañarte— sin ganas, pero con determinación, salí de la cama, busqué mi maleta, saqué un par de jeans azules, una blusa verde.

     —Que bonitos calzones— escuché detrás de mí.

     —Tu me los regalaste el año pasado— me levanté y le di un vistazo a ellos, eran azul clarito con estrellas chistosas.

     —Creí que no te los ibas a poner de verdad.

     —Deja de burlarte, los calzones son graciosos pero son cómodos— me dirigí hacia su maleta y busqué entre la ropa —además tu no tienes nada de que burlarte cuando usas boxers de conejitos. 

     —Jajaja están bonitos, además estaban en promoción. No hay nada más masculino y rudo que esos conejitos, así que no tienes nada de que burlarte.

     —Bueno, en fin, esos llevaras puestos hoy— tomé más ropa y la llevé hacia la cama. introduje mi brazo derecho debajo de su espalda para tener mejor apoyo y poder levantarlo hasta mantenerlo sentado, todos estos movimientos nos los enseñaron con la fisioterapia, me alegra bastante haber aprendido. Una vez teniéndolo sentado, coloqué mi pie izquierdo entre sus piernas y con cuidado acerqué su cuerpo hacia mi pecho, dejando que su pecho se recargara un poco a lado de mi hombro. Escuché su respiración un poco agitada —¿Todo bien?— pregunté antes de seguir.

     —Si, ya sabes que me agito cuando me levanto por las mañanas— tomo un respiro— nada… preocupante.

     —Bueno— con la mano derecha le quite la camisa blanca de pijama, ahora lo tenía completamente desnudo de todo su torso, el calor de su piel me hacía sentir escalofríos, pase mi mano sobre su espalda, aún la tenía marcada por los músculos que tenía antes del accidente, aunque sí podía notar todo el peso que había perdido su cuerpo, y estaba totalmente segura de que perdería más, después de todo eran músculos que ya no usaba. seguí pasando mis dedos lentamente por su piel hasta que se detuvieron en una gran cicatriz en su espalda, era aquella que le hicieron en el hospital cuando estuvo en el quirófano, de hecho esa misma cicatriz iba desde su espalda, pasando por todo su cuello hasta la nuca, solo que ahora por el collarín, no se podía ver. Me preguntó ¿cómo ha de ser la vida si no puedes sentir el roce de otras manos?, en este mismo momento, yo estoy acariciando su cuerpo y sintiéndome bastante bien, pero Ángel, no puede sentir lo mismo que yo, eso debe ser bastante frustrante.

     —Ángel…

     —¿Si?.

     —¿Crees que el amor va más allá de sentir?

     —Si y no.

     —¿Cómo?

     —Justamente ahorita, estamos tan cerca, se que estas tocandome, lo puedo ver en el espejo— voltee inmediatamente hacia el espejo grande en la pared, gracias al ángulo, pude ver que él estaba mirando todo lo que hacía— y aunque no pueda sentirlo físicamente, lo siento en el pecho, mi mente se siente bastante alegre de saber que tus manos están acariciandome.

Amor en tiempos de tragedia...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora