Capitulo 20: Regalo

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~Ángel~

Mi madre me miró un poco preocupada, podía verlo en su mirada —Nada hijo— respondió.
Despues se acercó para acariciar mis mejillas, mientras notaba mi cabello húmedo —¡Te bañaron!, te ves muy fresco y mas cómodo. 
     —Sí, le pedí a Marta que me enseñará a ducharlo, quiero aprender por si un día se necesita.
Sonreí hacía mis padres para que supieran lo feliz que estaba de escuchar que mi novia se preocupaba a ese nivel por mi. 
     —Gracias por tanto, estoy tan agradecida de saber que cuidas de mi hijo tanto como lo haría yo— Dijo mi madre mientras le daba un abrazo a Sandra. 
     —Bueno pues tenemos una sorpresa esperándonos afuera— Mi padre se aclaró la garganta mientras nos decía: —¡Vamos!
Todos se dirigieron hacía la puerta para salir al patio y ver la supuesta sorpresa que mi papá tenía. Yo iba a conduciŕ mi silla cuando comence a avanzar solo: 
—yo te llevo— dijo Sandra mientras me  conducía hacia afuera.

El día era muy bonito; había bastante sol, los niños jugaban felices fuera mientras que sus padres cortaban el césped de sus casas.  En frente de nosotros estaba nuestro vecino Tomas, era un señor ya de edad avanzada, muy amable que siempre me saludaba cuando regresaba de la Universidad. Algunas veces le había ayudado a meter a su bodega la enorme caja de herramientas que le gustaba sacar en su patio para limpiar, siempre me agradecía con un chocolate: —Enorme  muchachote, gracias por ayudar a este cansado anciano con sus cosas—. Yo simplemente sonreía para hacerle saber que lo hicía con gusto  

Estaba feliz de verlo de nuevo ya que había  escuchado entre platicas que estaba enfermo, su edad no ayudaba, ahora estaba sentado fuera de su casa en silla de ruedas. Cuando me vio, extendió su mano para saludarme, quería responderle el saludo, pero no podía levanta mi mano.
    —¿Quieres que te acerque?
    —Sí por favor.

Mi novia me llevó hasta enfrente de su casa, cruzamos cuidadosamente la calle. Mi viejo amigo Tomas me miró con felicidad: —Joven me da gusto volver a verte, cuando escuché que tuviste un accidente en tu auto me puse muy triste, solo pensaba en que tenías una larga vida aún por vivir.
     —Lo sé, todo fue tan repentino— dije con voz un poco ronca. El tubo en mi cuello a veces me resecaba tanto la garganta, que amanecía con la voz un poco turbia.
     —Eres bastante fuerte Ángel— el anciano miro su silla de ruedas y luego vio la mía. —Te diría que ahora podemos echarnos unas carreritas pero es obvio que me ganarías, la tuya es más voluminosa  y tiene un motor incluido. 
     —Jaja cierto, pero no se deje llevar por las apariencias. Esta silla es bastante lenta, la he querido usar en su máxima velocidad, pero es una completa decepción.
     — Habrá que ponerle turbo— respondió en anciano con una risa.
     —No, debido a su condición, la velocidad de su silla es la adecuada, para evitar accidentes— Sandra replicó. 
     —El accidente que necesitaba evitar, ya pasó — dije mientras le cerraba un ojo a Don Tomas —Usted diga cuando y vengo para que dejemos estas sillas preparadas para correr en las ligas profesionales. 
     —Cuando quieras hijo, solo que vamos a necesitar de alguien que nos traiga la caja de herramienta porque entre tu y yo eso va a estar muy dificil.

Escuche a mi novia detrás de mi queriendo aguantarse la risa. —Ustedes de verdad son un caso perdido.
Entre risas de pronto salió la esposa de Tomas —Es hora de comer. Oh mira, Ángel, que gusto verte, tantos meses, lo siento tanto.
Traté de poner mi mejor cara, la gente aún me miraba con un poco de tristeza de saber que del joven atlético que era  ahora estaba atado en esta silla—Señora Silvia, no sé preocupe, los accidentes pasan.
     —Si, lo sé. Pero debe ser dificil, no solo para tu familia, para tí debió ser un cambio muy fuerte. En cualquier cosa que podamos ayudar aquí estamos, somos unos viejos que tal vez ya no sean de mucho apoyo, pero podemos hacer algo, verdad Tomas.
     —Cuando quieras, ya sabes que todos los días y tardes salgo a tomar el sol. Podemos platicar un rato, tengo muchas historias que contar.
     —Suena bien, gracias por el apoyo. Yo trataré de traer a Ángel  de vez en cuando—. Mi novia dijo mientras se despedia de los vecinos. Ĺa esposa de Tomas lo llevó dentro de su casa y mi novia giró  mi silla para llevarme de nuevo con mi familia. Quien lo diría, ambos siendo cuidados por las mujeres que amábamos, que gran amistad.

Amor en tiempos de tragedia...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora