Capitulo 37: Algo que decirte

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~Sandra~

Hace unos días le había hecho saber sobre un plan que tenía, quería viajar hasta Alemania para ver a Ángel, pero no estaba segura de como llegar, ni de donde estaban quedándose, por eso tuve que hablar con su madre y hacerla mi cómplice en todo esto, ya que no había sido nada fácil de lograr, primero porque no tenía el dinero suficiente para pagarme un viaje hasta allá, aunque el papá de Ángel se había ofrecido a pagarlo, me negué rotundamente y segundo porque tenía que sacar un permiso para entrar al país, afortunadamente no era necesario tramitar una visa, por lo que fue menos complicado de lo que pensaba. Me tarde varias semanas en lo que me puse a trabajar cuidando perros de los vecinos, dando asesorías a niños de secundaria y preparatoria, así como resolviendo tareas y vendiendo cosas que ya no utilizaba, aunque tambíen tuve que vender unas botas que me gustaban mucho, pero nada de eso valía más que volver a verlo. 

Ahora, que estaba en un país completamente diferente al mío, lejos de casa, con un idioma que no entendía y sin saber si Ángel aceptaría hablar conmigo, me hacía sentir un poco insegura y nerviosa. Lo había dejado todo atrás, solo para tener la oportunidad de arreglar las cosas, de contarle todo lo que le había ocultado por meses, de hacerle saber lo mucho que lo extrañaba, sin importar cual fuera su respuesta, era algo que tenía que hacer, porque me estaba quemando por dentro, tenerlo tan lejos y saber lo mucho que estaba sufriendo, yo estaba dispuesta a estar a su lado y ayudarlo a superar la situación por la que estaba pasando. Por esa razón, valía la pena estar aquí e intentarlo.

     —Entonces le doy al taxista la dirección del parque en donde estarán ustedes. ¿Cree que Ángel sospeche algo?

     —No hija, no sospecha nada, le dije que saldríamos a pasear un rato.

     —Tengo mucho miedo…

     —¿De qué?

     —De que no quiera hablar conmigo—me detuve unos segundos para continuar —de qué se enoje por no haber respetado su deseo de no querer hablar con nadie.

     —Estoy segura de que verte de nuevo le hará mucho bien, no te sientas mal ni nerviosa, yo sé que todo va a fluir entre ustedes.

     —Gracias por ayudarme señora, significa mucho para mi.

     —Por la felicidad de mi hijo, estoy más que dispuesta a todo. Gracias a ti por amarlo y seguir intentándolo, aún cuando las circunstancias se han vuelto difíciles. 

     —Gracias de nuevo— un sentimiento de alivio invadió mi cuerpo —le cuelgo porque ya llegó el taxi, nos vemos en un rato. 

     —Claro, nos vemos ahorita.

Tomé mi mochila que descansaba en el suelo, y me subí al auto que me estaba esperando, hablé con el poco inglés que sabía, pero me funcionó para darle a entender que quería que me llevará a la dirección que estaba anotada en el papel que le di a la conductora. Mientras avanzabamos por la ciudad iba mirando todo a mi alrededor, la ciudad y a la gente, que parecían ser muy altos y atractivos, realmente ya no estaba en mi país fue lo primero que pensé. 

Ya estaba atardeciendo, los últimos rayos del sol iluminaban de un color anaranjado todo el cielo, de pronto vi una colina y un pequeño parque en ella, entonces supe que había llegado a mi destino, agradecí a la conductora del taxi y me baje con las manos sudorosas y dormidas de los nervios, caminé lentamente por el lugar, mientras sentía las hojas de los árboles cayendo por el camino. De pronto, a lo lejos y de espaldas logré ver la silla de ruedas de Ángel, su madre me vio y me hizo señales de que me acercara mientras en silencio ella se alejaba.

     —Gracias— dije con los labios y después me detuve un momento, el cielo se ponía rosado volviendo el ambiente bastante melancólico, así que tomé un profundo respiro antes de continuar —muy bien, Sandra, tu puedes hacerlo, vamos— me acerqué lo más que pude y después coloqué mis manos sobre sus ojos, justo como él lo hacía conmigo en el pasado.

Amor en tiempos de tragedia...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora