~Ángel~
Los días pasan, miró detenidamente por la ventana, veo los autos pasar, toda esa gente corriendo por todos lados, unos yendo hacia sus trabajos, escuela y compromisos, me pregunto ¿cómo reaccionarían si de la nada su vida cambiará de repente? ¿volverían a ser los mismos de antes?, quién sabe, probablemente muchos de ellos logren salir adelante, se vuelvan independientes y reconstruyan una nueva vida. Pero ¿qué pasa con los que no pueden lograrlo?, con quienes por más que lo intenten, se comienzan a quedar sin motivos y sin ganas. Me quedo completamente en silencio, escucho el maldito sonido de ventilador mecánico que respira por mi, lo odio, todo el maldito día haciendo ruido, ¿realmente a esto se le puede llamar vida?, cuando dependes completamente de una máquina y eso no es lo peor, la verdadera tortura viene cando tienen que succionarme las flemas que no puedo sacar solo, flemas que si no retiran, me tapan las vías respiratorias y me hacen ahogarme en mis propios fluidos.
Pienso, todo el día, en que si hubiera sido más rápido, habría girado el volante del auto y no nos habríamos accidentado esa noche, Alejandro aún conservaría su pierna y yo tendría una vida, una donde no dependiera de los demás todo el tiempo. Mis ojos se llenan de lágrimas, estoy demasiado enojado y no se con quien, simplemente quiero gritar y salir corriendo de esta realidad, pero estoy prisionero en mi propio cuerpo, un cuerpo que ya no responde a mi llamado, que ya no siente, que ya no está vivo.
—Hijo, tienes una llamada de tus amigos — mi madre avisa desde la puerta de la habitación.
—Ahora no mamá, no tengo ánimos de hablar con nadie.
—No puedes aislarte, tienes que sacar lo que sientes, puedes desahogarte con nosotros, no tienes porque cargar con eso tú solo.
—Ya no quiero ser una carga para nadie.
—No vuelvas a decir eso— con la voz enojada se pone enfrente de mí, tapando completamente la vista de la ventana —Ángel por favor, soy tu madre, me duele verte con esa actitud.
—Lo siento, pero ya no puedo — mi rostro se siente mojado por mis lágrimas.
—Hijo — me abraza fuertemente —Vamos a resolverlo, pero por favor, tienes que dejar que te ayudemos, llora también.
—Mamá… —me comienzo a sentir sofocado, la cabeza comienza a dolerme bastante fuerte —necesito el medicamento.
—¿Qué pasa? — me mira asustada, luego pone su mano en mi pecho —tú corazón está acelerado, estás teniendo otro ataque de ansiedad — dice mientras busca las pastillas que me dieron en el psiquiatra —no puedes vivir atado a esto.
—Lo sé… pero no lo controlo, perdoname.
—Tienes razón hijo, no es tu culpa. No te disculpes, es solo que es difícil para mi — me pone la pastilla en la boca y acerca un vaso con agua con un popote para que pueda tomar el medicamento.
Se queda conmigo en silencio acompañándome, mientras yo me relajo, ninguno de los dos dice nada hasta que finalmente las drogas hacen su trabajo y me quedo completamente dormido. Los ataques de ansiedad han ido aumentado con el tiempo, tres ataques diarios comienzan a ser una total tortura en mi cabeza, solo necesito que pare.
Cada vez siento más cercana la muerte, es como si mi cerebro me estuviera desgastando incluso más de lo que hizo el accidente en mi. Siento como si un día de estos no fuera a despertar nunca más, lo cual me aterra porque de cierta forma quisiera morir y liberarme de este sufrimiento, pero por otro lado, no me perdonaría jamás, no volver a ver a mi Sandy, no volver a escuchar su voz, su risa. Pero no quiero volver, no quiero hacerla sentir obligada a estar conmigo, ni mucho menos que se sienta culpable o responsable, no quiero que me vea de esta forma, no soy yo, soy solo lo que queda del viejo Ángel.
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Amor en tiempos de tragedia...
RomanceTe amo tanto que duele, no puedes dejarme con el corazón roto. ¡Tienes que resistir! .... ¿Me seguirás amando a pesar de...? ¿Cómo se puede hablar de amor, cuando no puedes tocarle, ni sentir sus caricias?. Cuando ni siquiera puedes besarle.. ¿Le d...